Diplom¨¢ticos
Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ha decidido, o sea, ir sustituyendo a los diplom¨¢ticos de carrera (la famosa/prestigiosa "carrera , la carrera por antonomasia), por embajadores pol¨ªticos efectivos, id¨®neos para el cargo y el momento. Esto parece que tiene en un grito corporativista a los profesionales de "la carrera". Porque, as¨ª como se habla del colectivo/Homero y el colectivo/Goethe, ellos tedav¨ªa se creen un Fox¨¢ colectivo.Es el corporativismo contra la democracia viva, es la osificaci¨®n de una esquelatura burocr¨¢tica contra el dinamismo de una pol¨ªtica internacional que ha pasado del minu¨¦ a los missiles (y "no sabemos cu¨¢ntas cosas caben en un minu¨¦", seg¨²n el ilustre profesor del g¨¦ne ro , pero s¨ª sabemos cu¨¢ntas co sas no/cosas caben en un misil de cabeza at¨®mica tierra/tierra). El ya citado corporativismo le llama a todo esto "acoso socialista a la carrera diplom¨¢tica". Pero la realidad de la ver dad de la vida (internacional) es que ya no se puede seguir funcionando con funcionarios expertos en el folidore y la gastronom¨ªa locales (del localismo que les toque, seg¨²n remota de signaci¨®n del Ministerio). Esto es "el fin de las Embajadas", la muerte de un mundo pompor¨¦, e incluso mordor¨¦, donde reinaba el hombrelcasi de Ortega: casi listo, casi guapo, casi pol¨ªtico, casi casi. Los diplom¨¢ticos de carrera denuncian "el dedo" qu¨¦ ordinariez de expresi¨®n, se?ores diplom¨¢ticos, qu¨¦ asco. Pero la diplomacia es hoy un ajedrez sangrante y raudo.
Pasaron para siempre las largas siestas caribe?as de Fox¨¢, mis queridos y exquisitos diplom¨¢ticos, o casi, dandies impersonales (y la impersonalidad es lo ¨²nico que no puede permitirse un dandy). Son uste des una aristocracia endog¨¢mica y ociosa, una suerte de veraneantes perpetuos y ex¨®ticos pagados por todos los espa?oles. Pero, hoy, la urgencia del Myt¨¦re les ha quitado a ustedes todo misterio. La aviaci¨®n ha matado su larga cultura de pereza.
Se est¨¢n revisando asimismo las suntuosas minutas de los notarios, que paga el pueblo y no el Estado. Desde Ar¨ªstides Briand a hoy, lo primero que hace un hombre de Estado, cuando tiene el Estado m¨¢s o menos en orden, es mirar al exterior. Clemeinceau tambi¨¦n lo hizo, y hoy lo est¨¢ haciendo Felipe Gonz¨¢lez. Nada menos que Churchill, por no hacer tal, perdi¨® unas elecciones tras haber ganado una guerra. La mirada al exterior de FG se Rama castizamente, madrile?amente, Pacord¨®?ez, qu¨¦ le vamos a hacer. Con frecuencia, son los jefes de Estado, presidentes de Gobierno, reyes y cosas, los que se citan en una ciudad inveros¨ªmil para resolver sus diferencias. Ah¨ª nada tiene que hacer el diplom¨¢tico de carrera, salvo estar a las husmas de los guisos por si le envenenan el men¨² a su se?orito. Nuestro Rey viaja, nuestro presidente del Gobierno viaja, y viajan siempre por/para algo, no para pescar el salm¨®n m¨¢s gordo del NODO ?Es que toda esta gesti¨®n de orden galileico puede seguir trabada por los enredijos protocolarios y los flecos fucsia y marchitos de un escalaf¨®n burocr¨¢tico? Uno les est¨¢ muy agradecido a tantos embajadores espa?oles en el mundo, porque siempre me han tenido a cama y manteles, pero la Historia y la velocidad (que es tiempo y espacio) nos jubilan, t¨ªos exquisitos.
Graham Green lo llam¨® "el factor humano" y, sin duda, Pacord¨¢?ez ha le¨ªdo a GG. Es el tercer hombre bien elegido para la tercera oportunidad, que suele ser la ¨²ltima. Se acab¨® el vals de las olas/velas. Los diplom¨¢ticos de Escuela hablan de una como "proletarizaci¨®n" socialista de la Carrera. Y el gran argumento del corporativismo diplom¨¢tico y pompor¨¦/mordor¨¦, color de c¨®ctel cadmio en el fidgor de ?frica, un suponer, el m¨¢ximo argumento, s¨ª, contra todo esto, es que ellos llevan la ropa . mejor que los socialistas".
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