Atenci¨®n a Gibraltar
Hoy se celebrar¨¢n elecciones en Gibraltar. De ellas surgir¨¢ un nuevo Gobierno y un nuevo ministro principal. Quien encabece el Ejecutivo -bajo la vigilante tutela del gobernador- har¨¢ frente a una situaci¨®n que ha ido cambiando en aspectos esenciales desde 1983 y tendr¨¢ que definirse ante opciones de futuro. El aislamiento favoreci¨® una actitud vital y pol¨ªtica a la vez recogida y desafiante: se cerraban filas y se regustaba la protecci¨®n . El gibraItare?o medio va venciendo estos reflejos y se vuelve consciente de que se abren horizontes de bienestar y de relaci¨®n impensables hace cinco a?os..La elecci¨®n y la situaci¨®n que de ello derive va a presenciar un per¨ªodo en que los antiguos instintos, proteccionistas y ulcerados, van a chocar con quienes inevitablemente habr¨¢n de presentar una opci¨®n de futuro (el hecho de que gran parte de la generaci¨®n hoy madura haya vivido en aislamiento respecto a sus vecinos del norte hace presagiar que la apertura hacia el futuro habr¨¢ de ser lenta y complicada, cuando no impere en ella la ambig¨¹edad).
Porque la elecci¨®n es importante en el Pe?¨®n; lo es para nosotros esp4doles. Llevamos desde 1982 completando la tradicional pol¨ªtica -con base en t¨ªtulos jur¨ªdicos claros y en razones pol¨ªticas y de dignidad hist¨®rica irrenunciable- de reivindicaci¨®n territorial con un esfuerzo de comprensi¨®n y una voluntad de entendimiento con la poblaci¨®n. La elecci¨®n, los temas de la campa?a, los eventuales resultados, la situaci¨®n de gobierno que seguir¨¢, son elementos esenciales para nuestra visi¨®n, de la que ha de deducirse una acci¨®n pol¨ªtica adecuada.
El 26 de enero de 1984 tuvo lugar en Gibraltar la ¨²ltima consulta electoral. Recordemos las principales condiciones de la situaci¨®n: en el plano interior, una grave incertidumbre respecto al mantenimiento del astillero para uso de la Navy y una acci¨®n muy decidida de los sindicatos; el mantenimiento del prestigio personal de sir Joshua Hassan; en lo que se refiere a lo que define el clima psicol¨®gico de la Roca, la apertura peatonal de la verja desde el 15 de diciembre de 1982, un incremento de corrientes comerciales y humanas, diferentemente contabilizadas en lo econ¨®mico. Se un¨ªa a ello la secuela psicol¨®gica de la marejada imperial de las Malvinas y una. mejor relaci¨®n -desde septiembre de 1983- respecto al tema entre Espa?a y el Reino Unido.
En las elecciones de 1984 se confirma la popularidad de sir Joshua Hassan, que obtiene m¨¢s voto personal que de su partido (GLP/AACR) y que mantiene la mayor¨ªa justa (ocho, puestos sobre siete de Bossano). El Partido Laborista del sindicalista Bossano sube enormemente, de uno a siete puestos.
La subida de Bossano se interpret¨® en aquel momento unida al alto grado de conflictividad laboral -astillero- y a la posici¨®n dominante en un sector de los sindicatos. M¨¢s en aquel momento, ,pues , a causas sociales interiores que a un populismo inicial con derivaciones respecto al futuro de Gibraltar respecto al Reino Unido y a Espa?a. La consolidaci¨®n de Hassan fue interpretada normal y como manifiesto del peso de los elementos comerciantes, profesionales y servicios.
En enero de 1984 no se hab¨ªa firmado a¨²n el Acuerdo de Bruselas, y por tanto no fue un te a electoral el proceso negociador con Espa?a.La situaci¨®n actual es distinta. En el plano social existe poca conflictividad, y la apertura de la verja ha multiplicado los servicios. La plataforma de Bossano no es tanto populista-social como populista gibraltarista. En Gibraltar hay poco voto fijo, salvo tal vez el sindical. Las personalidades y el mensaje cuentan. En el caso presente, las posibilidades de Canepa dependen de en qu¨¦ medida se le transfieren votos antes de Hassan y en qu¨¦ medida un tercer contendiente, Pittaluga, puede morder sobre su electorado o bien fijar votos indecisos, que ir¨ªan a Bossano.
Con un consenso laboral econ¨®mico aceptable, la campa?a se centra en la relaci¨®n con Espa?a, y m¨¢s precisamente en la actitud que adoptar respecto al proceso negociador iniciado en Bruselas el 27 de noviembre de 1984. Hassan y Canepa aceptaron los principios de Bruselas y asistieron a la conferencia negociadora de Ginebra del 5 de febrero de 1985; tambi¨¦n a las sesiones negociadoras para el uso del aeropuerto, en noviembre y diciembre de 1987. Siempre recordaron lo que para ellos se derivaba del pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n de 1969, que, en su opini¨®n -err¨®nea y extrapolada-, limitaba la capacidad de disposici¨®n del Reino Unido.
Bossano, en la oposici¨®n, se opuso ritualmente- a Bruselas. Esto le, deja libres las manos para una campa?a electoral populista y de talante m¨¢s gibraltarista que britanizante.
Parad¨®jicamente o no, Bossano aparece como un populista que resiente las secuelas de cultura colonial brit¨¢nica en Gibraltar: la adopci¨®n mim¨¦tica de f¨®rmulas de la clase dominante brit¨¢nica o britanizada.
El 4 de diciembre pasado, en la tarde que sigui¨® a la madrugada en que se lleg¨® en Londres al acuerdo sobre el uso del aeropuerto, particip¨¦ en un coloquio, junto a Bossano, ante la televisi¨®n gibraltare?a. Nos sometimos a las cuestiones de unos 30 ciudadanos de la Roca (fue mi segunda experiencia all¨ª de este tipo -la primera fue en el verano de 1982-, y he de dejar constancia de las buenas formas, respeto y aun simpat¨ªa que me dispensaron los intervenientes y de la franqueza e incluso afecto de Bossano).
La argumentaci¨®n que emple¨® Joe Bossano aquella noche era doble y no dejaba de dejar abierta una fisura de contradicci¨®n. Seg¨²n ¨¦l, el acuerdo alcanzado en Londres era una t¨ªpica maniobra diplom¨¢tica anglo-espa?ola que colocaba a Gibraltar ante una responsabilidad que no hab¨ªa configurado: el uso del aeropuerto o su exclusi¨®n de la reglamentaci¨®n europea. Pero completaba: habi¨¦ndose recogido por primera vez en un texto bilateral hispano-brit¨¢nico la necesidad de remitir a las autoridades gibraltare?as la decisi¨®n de aprobar o rechazar el sistema de utilizaci¨®n reconocer unas ciertas competencias exteriores de Gibraltar. Se abr¨ªa as¨ª una puerta a lo que ¨¦l y otros gibraltare?os persegu¨ªan.
Escuchando expresarse a Bossano de esta manera ante la opini¨®n, a trav¨¦s de la televisi¨®n, era f¨¢cil comprender que ¨¦ste iba a ser tema esencial de su campa?a electoral y, eventualmente, de sus primeras batallas como ministro principal.
En todo caso hay que esperar, de ser ¨¦l elegido, un talante gibraltarizador frente al estado actual -no ya jur¨ªdico, sino psicol¨®gico- de los m¨¢s mim¨¦ticamente britanizantes.
En una larga conversaci¨®n durante una cena que sigui¨® al debate trat¨¦ de hacerle ver que su posici¨®n era comprensible en la presente coyuntura pol¨ªtica del Pe?¨®n, pero que corr¨ªa el peligro de encerrar una din¨¢mica que pod¨ªa conducir a tensiones innecesarias con sus vecinos -cosa que como ministro principal no pod¨ªa desear-, as¨ª como a posibles frustraciones respecto al Reino Unido. Si llegaba al poder, durante su mandato el pueblo de Gibraltar no podr¨ªa marginarse de un proceso que los datos de la situaci¨®n internacional hac¨ªan inevitable. Por el contrario, una cierta gibraltarizaci¨®n psicol¨®gica y pol¨ªtica, si no se manifestaba en hostilidad hacia Espa?a y en una irracional tendencia al encastillamieinto y reclusi¨®n, pod¨ªa ser congruente con los datos del problema. Los gibraltare?os no pod¨ªan indefinidamente dejar de pensar en un futuro en el que conservasen sus propias instituciones separadas del sistema administrativo espa?ol -y reforzar su personalidad y cultura-, a la vez que el problema meramente territorial encontrase, quiz¨¢ en un per¨ªodo, su soluci¨®n natural. La historia hab¨ªa creado un contencioso para el que no hab¨ªa m¨¢s que una soluci¨®n. Pero en la configuraci¨®n de la nueva soluci¨®n global -humana, cultural, administrativa-, los gibraltare?os ten¨ªan mucho que decir. Pensar en otras f¨®rmulas o encerrarse en el inmovilismo no correspond¨ªa, en mi modesta pero muy sincera y bienintencionada opini¨®n, a los intereses profundos de la poblaci¨®n. Se comprend¨ªan las actitudes defensivas, pero ¨¦stas tienen m¨¢s sentido cuando se piensa en el futuro y no nos encerramos en ellas.
Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, vamos a atravesar por una fase de afirmaci¨®n gibraltare?a. No ser¨¢ tan mala ni tan decisiva y negativa si de una y otra parte no se pierde la perspectiva y si se mantiene e incrementa un di¨¢logo franco, hasta ahora totalmente incipiente.
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