Ser catedr¨¢tico
Una carta recientemente publicada en este peri¨®dico de J. L. Mart¨ªn a prop¨®sito de la c¨¢tedra no otorgada a Antonio Ferraz es ocasi¨®n para que a?ada lo que sigue:Como miembro del departamento al que Ferraz pertenece, me hago eco del disgusto producido. Mi intenci¨®n, sin embargo, no es hurgar en heridas, sino recordar, una vez m¨¢s, la situaci¨®n objetiva en la que. se encuentra la Universidad, y, m¨¢s especialmente, lo que suele entenderse. por oposiciones.
Si el pa¨ªs ha cambiado tanto como han cambiado dichas oposiciones, el cambio es de risa. Porque resulta que lo que ahora importa es la oposici¨®n por s¨ª misma; o, lo que es lo mismo, el examen a que se somete a los candidatos. De ah¨ª que haya que sumar a todo el conjunto de bandas y m¨¦ritos de guerra habituales lo ficticio y lo arbitrario de un examen.
Es ficticio, puesto que la memoria se copia de otra u otras memorias y el proyecto de investigaci¨®n puede ponerlo a punto un equipo que coleccione kilos de citas o bibliograf¨ªa sin fin. Y es legi¨®n la gente especializada para tales tareas, puesto que la mediocridad ambiental no desea tanto el conocimiento cuanto la erudici¨®n que supla la originalidad.
Es arbitrario porque juzgar la labor docente o la capacidad en general de un profesor por los breves d¨ªas del encierro de la oposici¨®n es volver al sentido m¨¢s grotesco del examen tradicional. Ser¨ªa como quitar a Kasparov el t¨ªtulo mundial de ajedrez porque pierde, pongamos por caso, una partida de simult¨¢neas en Linares. 0 como eliminar a Charlot en un concurso de imitadores de Charlot porque hay alguien que en algo le imita mejor.
Por eso, cuando se oye que la gente no puede opinar si no estuvo en el ejercicio (acord¨¦monos del reciente caso Lled¨®) o cosas semejantes, lo menos que puede hacer uno es ruborizarse. ?C¨®mo pueden decirse tales cosas a estas alturas? Lo malo no es que se digan. Lo malo es que eso es lo que manda y lo que se hace. Si Dios no lo remedia, el rosario de buenos y malos ex¨¢menes seguir¨¢ d¨¢ndose con toda puntualidad.
Mientras el poco esp¨ªritu (de funcionarios mucho) y la incultura sean las gu¨ªas universitarias, seguiremos viendo cosas a¨²n mayores.-
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