Escaso entusiasmo en la Casa Blanca por los acuerdos de Sapo¨¢

FRANCISCO G. BASTERRA La Casa Blanca recibi¨® ayer con escepticismo y sin ning¨²n entusiasmo el hist¨®rico acuerdo de alto el fuego alcanzado entre los sandinistas y la contra en Sapo¨¢, que puede suponer el final de la pol¨ªtica de Reagan de acabar por la fuerza con el r¨¦gimen izquierdista de Managua antes de que abandone la presidencia. S¨®lo hace unos d¨ªas Washington estaba convencido de que el plan de paz Arias era una cad¨¢ver y envi¨® 3.200 soldados para responder a una supuesta invasi¨®n sandinista de Honduras, insistiendo en que s¨®lo la fuerza b¨¦lica ser¨ªa capaz de hacer entrar en raz¨®n a los hermanos Ortega.
El acuerdo de Sapo¨¢ ha cogido completamente por sorpresa a la Administraci¨®n, que estaba montando una campa?a de desinformaci¨®n para lograr nueva ayuda militar para los rebeldes. ?stos, por su cuenta, convencidos de que en un a?o electoral el Congreso no les conceder¨ªa la ayuda militar sin la cual no pueden vivir, han optado por hacer la paz por su cuenta abriendo un proceso que para los halcones de la Administraci¨®n de Reagan equivale a una rendici¨®n.A Washington se le ha retirado la red con la que trabajaba: la contra y, finalmente, no va a tener m¨¢s remedio que aceptar sentarse en la misma mesa de negociaci¨®n con los sandinistas. El secretario de Estado, George Shultz, admiti¨® ayer que estas conversaciones son ahora posibles, pero en un "contexto regional", con otros pa¨ªses en la mesa, y despu¨¦s de consultar con los rebeldes "si es apropiado y el cuando".
Shultz, calific¨® de "importante paso" el acuerdo de Sapo¨¢ y afirm¨® que, a partir de ahora, "dado que el pacto excluye ayuda militar a los luchadores por la libertad, la URSS, Cuba y el bloque del Este no tienen excusa alguna para seguir armando a los sandinistas". Shultz plante¨® esta cuesti¨®n a su colega sovi¨¦tico, Edvard Shevardnazde, en las negociaciones que mantuvieron esta semana en Washington, pero no consigui¨® una respuesta positiva.
Ni el jefe de la diplomacia norteamericana ni el portavoz de la Casa Blanca tuvieron adjetivos positivos hacia lo ocurrido en Sapo¨¢, destacando en sus intervenciones ante la Prensa que .queda mucho por hacer", "permaneceremos vigilantes", "subsisten enormes inc¨®gnitas" y "es necesario que se siga manteniendo la presi¨®n" sobre los sandinistas. Puede ser un "truco", advirti¨® Shultz.
Seis a?os de una pol¨ªtica intervencionista y beligerante, a trav¨¦s de un ej¨¦rcito mercenario creado, entrenado y armado por la CIA, m¨¢s 200 millones de d¨®lares de los contribuyentes, no han sido capaces de realizar la obsesi¨®n de Reagan. Acabar con los sainidinistas antes de que el presidente abandone la Casa Blanca. Ser¨¢ el proceso de paz regionid, denostado por Washington y al que le ha puesto todo tipo de barreras, el que deber¨¢ resolver el conflicto.
Nueva ayuda humanitaria
El secretario de Estado pidi¨® ayer que el Congreso apruebe inmedia-Lamente, antes del 1 de abril en que comenzar¨¢ sus vacaciones de Pascua, ayuda humanitaria para que los contras no se deshagan mientras duran las negociaciones de paz. Existe un plan que podr¨ªan apoyar dem¨®cratas y republicanos para proveer a los rebeldes con 48 millones de d¨®lares -no a trav¨¦s de la CIA- en alimentos, ropa y medicinas.
Los dem¨®cratas en el Congreso reILCcionaron ayer con prudente optimismo al plan de alto el fuel.),,o y anunciaron que est¨¢n dispuestos a aprobar ayuda humanitaria. "Estoy muy feliz, pero no se acaban todos los problemas", dijo Jim Wright, speaker (presidente) de la C¨¢mara de Representantes, el hombre que ha bloquedado reiteradamente las peticiones de ayuda de Reagan en el Legislativo. El l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado, Robert Byrd, pidi¨® al presidente que acepte la oferta de Ortega de entablar negociaciones bilaterales.
Sondeos de opini¨®n publicados ayer confirman el rechazo de los norteamericanos a continuar ayudando a la contra (48% frente a un 38% favorable) y la existencia de una mayor¨ªa (52% frente a un 32%) opuesta al env¨ªo de tropas a Honduras, aunque un 66% de los ciudadanos norteamericanos cree que el Gobierno de Managua si que es una amenaza para la seguridad de los pa¨ªses vecinos.
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