...y la paz sea con nosotros

Sapo¨¢, punto fronterizo que une por la v¨ªa terrestre a Nicaragua y Costa Rica, ha testificado la guerra y la paz. Sobre su asfalto se libraron cruentos combates entre el Frente Sandinista y la extinta guardia somocista, y en los ¨²ltimos d¨ªas constituy¨® el escenario de intensas jornadas, que concluyeron en los eternamente esperados acuerdos para el cese el fuego que dar¨¢n paso a una nueva etapa de la revoluci¨®n sandinista, interrumpida antes por razones for¨¢neas. La reconstrucci¨®n nacional y la profundizaci¨®n del proyecto pluralista en la econom¨ªa y la pol¨ªtica despegar¨¢n una vez m¨¢s.Miles de vidas humanas perdidas, millones de d¨®lares en da?os materiales a consecuencia de la err¨®nea pol¨ªtica exterior de la Casa Blanca han dejado a Nicaragua con heridas graves, pero que a¨²n est¨¢n a tiempo de cicatrizar si los l¨ªderes de la contra responsablemente cumplen con lo firmado en Sapo¨¢.

El monstruo

El cumplimiento de est os acuerdos, es oportuno recordar, depender¨¢ tambi¨¦n de la voluntad de la Administraci¨®n Reagan en respetarlos. En los despachos de Washington se cre¨® al monstruo, y all¨ª tendr¨¢n que cortarle los tent¨¢culos.

El env¨ªo de tropas de EE UU a Honduras implicaba respaldo moral y ayuda log¨ªstica a una contra herida de muerte, con el intento de crear artificialmente una crisis con los mismos actores, marines norteamericanos y tropas hondure?as disparando a un enemigo invisible, jugando a la guerra peligrosamente, disfrazando de esa manera los resultados de una ofensiva militar que desmantel¨® los restos del instrumento dise?ado por la CIA.

La tormenta que amenaz¨® los ¨²ltimos resquicios de paz ha concluido con un final que anima los corazones de millones de nicarag¨¹enses, y las esperanzas por producir y trabajar en paz se reaniman, unificada la familia, olvidando todos los rencores y los sentimientos revanchistas.

Los acuerdos de Esquipulas han recibido una inyecci¨®n vital, se han oxigenado para continuar en su labor pacificadora. A¨²n faltan acuerdos por cumplir en Guatemala y El Salvador, Honduras y Costa Rica. No pueden aplicarse las mismas recetas, aunque el esfuerzo y la voluntad s¨ª pueden constituir ejemplos.

Nicaragua no ha estado sola en su ¨²ltima batalla por la paz. Gobiernos, fuerzas pol¨ªticas, sindicatos, juventudes y comit¨¦s de solidaridad en todo el mundo la han acompa?ado en la conquista de su justo derecho.

A todos estos sectores de la comunidad internacional a¨²n les corresponden esfuerzos claves para garantizar el cumplimiento de estos acuerdos, sobre todo aquellos que creen verdaderamente en la paz democr¨¢tica y han recomendado la aplicaci¨®n de la misma.

Solidaridad

Llover¨¢n las felicitaciones para las partes en conflicto por el ¨¦xito logrado, pero adem¨¢s se necesitan torrentes de solidaridades econ¨®micas indispensables para la recuperaci¨®n de un pa¨ªs destruido por la violaci¨®n del derecho internacional y la obcecaci¨®n de minor¨ªas.

Las democracias plenas y la paz ideal no funcionan en pa¨ªses con guerras o sumidos en la miseria. Una vez cumplidas las demandas a los gobernantes del pa¨ªs sometido a una cruel e injusta agresi¨®n, les justifica a ¨¦stos tocar puertas de Gobiernos y foros dispuestos a escuchar demandas que se traduzcan en brazos extendidos para la reconstrucci¨®n, sellando con broches el abrazo en familia.

Y que por fin la paz sea con nosotros.

Orlando Castillo es embajador de Nicaragua en Espa?a.