Muerte en el paso a nivel
LAS VACACIONES de Semana Santa no han podido tener un comienzo m¨¢s dram¨¢tico. La estad¨ªstica mortal que acompa?a el frenes¨ª viajero de este per¨ªodo, y que los centros de diagnosis de tr¨¢fico adelantan con precisi¨®n casi matem¨¢tica, ha tenido el horrible preludio de un autocar escolar arrollado por un tren en un paso a nivel sin barreras. El balance: 15 personas muertas, en su mayor parte ni?os en edades comprendidas entre tres y seis a?os, y otras 15 heridas de diversa consideraci¨®n.Cuando un accidente as¨ª se produce -y por desgracia no son pocos los ocurridos en la ¨²ltima d¨¦cada en esos puntos negros de intersecci¨®n de v¨ªas f¨¦rreas y carreteras que son los pasos a nivel-, las explicaciones oficiales tienden a atribuirlos poco menos que a la f¨¢talidad. Son, empero, el mal estado de la red, la insuficiencia y vetustez del material ferroviario, la infraestructura obsoleta y cosas por el estilo los verdaderos responsables de las cat¨¢strofes. En el accidente de L¨¦rida, el paso estaba bien se?alizado,, hab¨ªa visibilidad y es plausible acusar al error humano de lo sucedido. Pero la no admisi¨®n de ning¨²n tipo de responsabilidades pol¨ªticas en ocasiones recientes -recu¨¦rdese el choque en la estaci¨®n de Valladolid- y la pasividad permanente del Gobierno socialista en la pol¨ªtica viaria hacen sospechar que con gente m¨¢s capaz en el Gobierno y con mayor sensibilidad moral ante estos hechos -que cuestan mucha m¨¢s sangre y destrozos a la sociedad que el terrorismo- las cosas ser¨ªan diferentes.
Por eso las explicaciones que Renfe ha dado en esta ocasi¨®n no sirven de consuelo alguno. El paso a nivel donde se produjo el arrollamiento est¨¢ eximido de contar con guarda o barrera, de acuerdo con la normativa internacional; se encuentra en medio de una propiedad agraria particular, y la se?al de stop situada antes del mismo no fue respetada por el conductor del autocar siniestrado. Todo estol repetimos, es verdad. Pero no logra ocultar la otra cara de la moneda: la persistencia de una pol¨ªtica ferroviaria que no se toma en serio la supresi¨®n de los pasos a nivel (con barrera o sin ella) que todav¨ªa pueblan la geograf¨ªa espa?ola -algunos en carreteras de primer orden-, y cuya urgente rectificaci¨®n viene exigida por el deber de los gobernantes de garantizar la seguridad y la vida de los ciudadanos.
Hace ya siete a?os que un presidente de Renfe declaraba enf¨¢ticamente que la seguridad del ferrocarril ha de ser siempre igual a cien, es decir, total. El constante ment¨ªs de este aserto en los a?os posteriores por choques, descarrilamientos y atropellos, con un cuantioso balance de v¨ªctimas, no ha llevado a la Administraci¨®n p¨²blica mucho m¨¢s all¨¢ del pago de indemnizaciones, cuando no ha podido zafarse de ellas, y del reparto de condolencias.
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