Vuelve Truffaut
Un ciclo sobre Fran?ois Truffaut sustituye al conclu¨ªdo la semana pasada de cine italiano. De Truffaut ya tuvimos, har¨¢ cosa de tres a?os, un atractivo ciclo en la peque?a pantalla, aunque era poco representativo, eso es cierto. El de ahora lo complementa y enriquece. Por ejemplo, en el que nos ocupa vamos a poder ver tres episodios, tres pel¨ªculas, a empezar por la de esta noche, sobre Antoine Doinel, personaje fetiche del cineasta, contrafigura, criatura indispensable para una total comprensi¨®n de la maquinaria truffautiana, pues sobre ¨¦l verti¨® infinidad de sensaciones, no pocas satisfacciones y muchas insatisfacciones.Doinel, como probablemente Truffaut, no tuvo infancia. O, en todo caso, fue una infancia solitaria, dejada de la mano de Dios y, lo que es peor, de la mano de padres y seres pr¨®ximos. La oscuridad de una sala, el sue?o o pesadilla y el anhelo por ver el mar act¨²an de v¨¢lvula de escape. Esas anomal¨ªas infantiles se reproducir¨¢n intermitentemente en el tiempo, conforme Truffaut nos vaya dando raciones de Doinel, para verse nuevamente realizadas en el amor, la mili, el trabajo, etc¨¦tera. Que el mismo actor, Jean-Pierre L¨¦aud, siga con nosotros esa progresi¨®n, de ni?o a adulto, de Los cuatrocientos golpes a L'amour en fuite, m¨¢s de 20 a?os de odisea, nos ayuda en la identificaci¨®n, y que ese actor tenga en su porte, en su mirada, en sus gestos, acentos truffautianos nos da la dimensi¨®n definitiva.
Hist¨®ricamente, Los cuatrocientos golpes abre -como la abr¨ªa Al final de la escapada, de Godard- la puerta de la nouvelle vague, aire fresco para el cine franc¨¦s. En el caso de Truffaut, un cine sencillo, v¨ªvido, sincero y, por todo ello, apasionado. Tierno, si se quiere, pero en modo alguno ternurista. Como un recuento de la vida propia escrita en las p¨¢ginas de un diario, pero en absoluto literario. Volver a ¨¦l tal vez no sea necesario -el cine no impone necesidades-, pero sin duda es una gran idea.
Los 400 golpes se emite hoy a las 21.20 por TVE-2.
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