Maniobras contra el entendimiento sindical
Debiera considerarse normal que el presidente del Gobierno se entreviste con los sindicatos representativos, y CC OO lo es. Tampoco debiera extra?ar que lo haga en primer lugar con unos o con otros. Al contrario, lo incorrecto es haber estado tantos a?os aplicando la pol¨ªtica de la relaci¨®n privilegiada.Pero, en el contexto en que se ha producido el encuentro, es evidente que la intenci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez no ha sido hacer un favor a CC OO, sino desairar a UGT, especialmente a Nicol¨¢s Redondo.
Efectivamente, el contexto de la reuni¨®n es, en primer lugar, el ya largo forcejeo de la direcci¨®n de UGT frente a las presiones de todo tipo que le vienen del Gobierno y su partido. Presiones encaminadas a conseguir que vuelva al redil, que deje de oponerse a la pol¨ªtica gubernamental, que silencie sus cr¨ªticas e incluso que defienda los logros de los Solchaga de turno. Con este dato, de sobra conocido, la reuni¨®n de CC OO era una buena ocasi¨®n para, desde el Gobierno, transmitir a UGT un mensaje indirecto, en el cual estar¨ªa aquello de "o cambias de actitud o privilegio a la competencia". Si de paso consegu¨ªa halagar a la direcci¨®n de CC OO, miel sobre hojuelas.
Porque entre las intenciones del Gobierno est¨¢ intervenir en el proceso de mayor entendimiento entre CC OO y UGT, abierto a principios de 1987 y reforzado con el acuerdo del pasado 15 de febrero entre las direcciones al m¨¢ximo nivel de ambos sindicatos. Dicho acuerdo representa el que por primera vez en muchos a?os haya coincidencia expresa en lo esencial de las plataformas reivindicativas para la negociaci¨®n de los convenios colectivos, y adem¨¢s contiene otra serie de puntos cuya consecuci¨®n exige que el entendimiento sindical vaya mucho m¨¢s all¨¢ de los convenios para 1988.
De ah¨ª que generar recelos o dejar que se propaguen ideas tan peregrinas como las barajadas por algunos ministros y dirigentes del PSOE que en reuniones no p¨²blicas hablan de que ante "la tozudez de Nicol¨¢s Redondo" y el "nuevo talante" de la direcci¨®n de CC OO habr¨ªa que dar cancha a ¨¦sta conecta con la rapidez y la buena imagen que Felipe Gonz¨¢lez ha utilizado en torno a la reuni¨®n que comentamos. Ni que decir tiene que, por mucha ingenuidad que a CC OO se le atribuya, lo de creerse que el Gobierno va a ser generoso con nuestro sindicato no le lo cree nadie. Porque, con independencia del juicio que a unos o a otros pueda merecer el rumbo que se abre tras el cambio en la direcci¨®n, lo realmente ingenuo ser¨ªa olvidar que en torno a CC OO est¨¢n organizados la gran mayor¨ªa de los sectores m¨¢s combativos de la clase trabajadora, que lo son y lo est¨¢n demostrando en la lucha contra los efectos de la pol¨ªtica gubernamental.
Imagen perjudicial
En el inter¨¦s de ponerle piedras al camino de entendimiento entre CC OO y UGT estar¨ªa otro mensaje indirecto del Gobierno a UGT, que vendr¨ªa a decir esto: "El entendimiento con CC OO no lo vas a capitalizar t¨², ni siquiera a efectos de imagen en los telediarios".
Ignoro cu¨¢l va a ser la actitud de UGT ante todo esto. Pero pienso que con parecida lucidez a como han analizado la experiencia de la primera legislatura del PSOE analizar¨¢n esta coyuntura. Porque, aparte la reflexi¨®n sobre los efectos negativos que para los trabajadores ha tenido la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, salta a la vista que si en las grandes empresas, especialmente las p¨²blicas, UGT sac¨® en 1986 resultados peores que CC OO, en alg¨²n caso especialmente negativos, ello tuvo algo que ver precisamente con la asociaci¨®n de imagen que muchos trabajadores hicieron entre UGT y Gobierno. Situaci¨®n que perdur¨® incluso en 1987, durante las elecciones sindicales en el ¨¢rea p¨²blica, pese a que la diferenciaci¨®n entre UGT y Gobierno estaba ya bastante clara, aunque no hab¨ªa tenido tiempo de calar hacia abajo.
En todo caso, es palmario que la superaci¨®n del enfrentamiento que ha presidido las relaciones entre CC OO y UGT desde 1979 a 1986 ha sido altamente positiva para los trabajadores y para ambos sindicatos. Ello no significa que la unidad de acci¨®n est¨¦ consolidada, ni que hayan desaparecido, ni mucho menos, diferencias notables de concepci¨®n y problemas concretos como los que, por ejemplo, aparecen en la misma negociaci¨®n colectiva en curso, con firmas en solitario en alg¨²n convenio, o que un a?o m¨¢s se celebre por separado el 1 de Mayo.
Es por eso que desde el lado sindical haya de trabajarse con amplitud de miras para favorecer y desarrollar la unidad de acci¨®n, y tambi¨¦n es evidente que desde el lado patronal y gubernamental no se pierda oportunidad de intervenir en sentido contrario.
En Espa?a queda mucho sindicalismo por hacer y muchos trabajadores por organizar. Queda pol¨ªtica econ¨®mica derechista y ofensiva flexibilizadora de la patronal para alg¨²n tiempo. Quiz¨¢ uno de los hechos m¨¢s interesantes de la ¨²ltima etapa es que a la lucha por la hegemon¨ªa sindical, que ha presidido la mayor parte del tiempo de democracia que llevamos vivida, est¨¢ sucedi¨¦ndole la comprensi¨®n de que o se suman fuerzas, manteniendo cada uno su autonom¨ªa y peculiaridades, o todos esos retos ser¨¢n m¨¢s dif¨ªciles de abordar.
Por eso hay que precaverse de maniobras que, aparte las apariencias, van dirigidas no tanto contra los sindicatos en abstracto, sino, en concreto, contra el sindicalismo de clase, sea quien sea el que lo practique.
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