Arriba y abajo
LA PUBLICACI?N del tradicional estudio del Banco de Bilbao sobre la renta regional en Espa?a ha puesto de manifiesto que las desigualdades entre las regiones tienen una fuerte tendencia a permanecer en el tiempo. La dispersi¨®n de las rentas primarias se ha mantenido relativamente constante entre 1979 y 1985. La renta por habitante de la comunidad aut¨®noma de Madrid era la m¨¢s elevada del conjunto y superaba en un 30% el promedio nacional en ambas fechas. La renta regional m¨¢s baja correspondi¨®, tanto en 1979 como en 1985, a Extremadura, aunque con un claro aumento entre esos dos a?os.La crisis econ¨®mica, por s¨ª misma, no parece haber sido un factor importante de aumento de las desigualdades, probablemente porque la crisis industrial ha da?ado proporcionalmente m¨¢s a las provincias que antes se situaban a la cabeza de Espa?a en cuanto a la riqueza por habitante y ha mantenido el nivel de aquellas otras provincias o regiones en las que predominaban la agricultura o los servicios.
Esta visi¨®n se ve, sin embargo, alterada cuando en vez de considerar la renta inicialmente creada se toma en consideraci¨®n la renta familiar bruta disponible por habitante, definici¨®n que engloba las detracciones por impuestos y las transferencias regionales de renta. Partiendo de esta definici¨®n, las diferencias entre las distintas comunidades se reducen considerablemente: Madrid deja de ser la comunidad aut¨®noma con mayor renta por habitante, cediendo el primer lugar a Baleares. La raz¨®n aparente de este cambio no se debe a que Baleares reciba m¨¢s transferencias, sino a que la presi¨®n fiscal es bastante menor en el archipi¨¦lago que en Madrid.
En un reciente informe de la Comisi¨®n de las Comunidades Europeas sobre este mismo tema se clasifican las 160 regiones de la Comunidad con arreglo a un ¨ªndice sint¨¦tico que recoge una serie de criterios que van desde la riqueza por habitante hasta el ¨ªndice de paro de cada una de las zonas identificadas. Todas las comunidades aut¨®nomas espa?olas se sit¨²an claramente por debajo de la media, y la primera de ellas, Baleares, se sit¨²a en un 66,8% del promedio comunitario.
. La disparidad entre las regiones europeas es muy fuerte, pues la que m¨¢s problemas acumula (la Basilicata, en Italia) se sit¨²a en un ¨ªndice de 36,9%, mientras que la m¨¢s pr¨®spera (la de Darmstadt, en la Rep¨²blica Federal de Alemania) alcanza un 171,8% del promedio. Se trata de un ¨ªndice que no mide exclusivamente la riqueza, pero la diferencia refleja con claridad el largo camino que a¨²n queda por recorrer en Europa antes de alcanzar un equilibrio razonable, lo cual apoya las tesis espa?olas en favor de dedicar m¨¢s -recursos a corregir las desigualdades regionales y menos a la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n.
En el informe de la CE se reconoce que las desigualdades regionales en Estados Unidos son mucho menos acentuadas. Cabe suponer que un poderoso factor de igualaci¨®n es la libertad de circulaci¨®n de personas, mercanc¨ªas y capitales en un espacio econ¨®mico homog¨¦neo. Los factores que pueden ayudar a la libre circulaci¨®n no son s¨®lo de orden jur¨ªdico; la equiparaci¨®n de las posibilidades educativas en todo el territorio, as¨ª como la facilidad en la compra y venta de bienes inmuebles, son factores esenciales para la movilidad de los factores de producci¨®n. En Europa, esta movilidad es mucho menor, aunque el Acta ?nica intenta precisamente acentuarla. Por otra parte, la tradici¨®n europea ha consistido en una acci¨®n m¨¢s firme por parte de los Estados para corregir las desigualdades, aunque en los ¨²ltimos tiempos la intervenci¨®n del Estado ha sido criticada por los despilfarros a los que suele dar lugar. En cualquier caso, ambas ¨®pticas no son excluyentes, y lo deseable ser¨ªa que en el futuro se combinasen adecuadamente para crear una Comunidad m¨¢s justa y solidaria.
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