Akademgorodok, la cuna siberiana de la 'perestroika'
La Ciudad de la Ciencia incub¨® las teor¨ªas de la reforma del sistema sovi¨¦tico de Gorbachov
A unos 30 kil¨®metros de la ciudad siberiana de Novosibirsk se encuentra la Akademgorodok, un experimento imaginado a principios de los a?os sesenta por el cient¨ªfico Mijail Laurentief, que fund¨® all¨ª la secci¨®n siberiana de la Academia de Ciencias de la URSS. Apartada de Mosc¨² y de casi todo, esta comunidad cient¨ªfica pudo realizar su trabajo sin apenas trabas, aunque en situaci¨®n de vac¨ªo con respecto a la sociedad sovi¨¦tica. La llegada de Gorbachov al poder fue la se?al de partida para los siberianos -gente como el economista Abel Agambegui¨¢n, padre de la reforma econ¨®mica, o la soci¨®loga Tatiana Zaslavskaia- que imaginaron la perestroika a orillas del r¨ªo Obi durante los a?os de la era Breznev.
En la pared, un reloj marca la hora de Mosc¨² -las cuatro de la madrugada- cuando en Novosibirsk ya son las ocho de la ma?ana y un t¨ªmido sol de luz muy blanca lucha por atravesar la neblina helada y hacer subir en algo los 25 grados bajo cero de la primavera siberiana. En una esquina de la peque?a sala del aeropuerto destinada a los viajeros extranjeros, siempre protegidos de un posible contagio con el pueblo sovi¨¦tico, un aparato de televisi¨®n emite un programa en el que dos j¨®venes vestidas con mallas deportivas de colores y al ritmo de una m¨²sica disco efect¨²an ejercicios gimn¨¢sticos.Ya desde el aire la visi¨®n de esta ciudad siberiana contradice cualquier imagen que previamente el viajero hubiera mentalmente dibujado. Situada a orillas del r¨ªo Obi, en el lugar en el que ¨¦ste se ensancha dando lugar al mar de Obi, Novosibirsk es una gran ciudad industrial de casi dos millones de habitantes, pr¨¢cticamente sin historia y formada por una monoton¨ªa de edificios pr¨¢cticamente iguales.
Es una ciudad de pioneros, que cuando naci¨® en 1905, como campamento de los trabajadores que constru¨ªan un puente sobre el Obi, era lo m¨¢s parecido a una de esas viejas fotograf¨ªas de los pueblos del Far West norteamericano en tiempos de la conquista del Oeste, un par de avenidas de barro ribeteadas de construcciones de madera de una sola planta. Un campamento que no hubiera llegado mucho m¨¢s lejos de no ser porque Stalin, durante la II Guerra Mundial, decidi¨® trasladar a Novosibirsk gran parte de la industria pesada sovi¨¦tica para salvaguardarla del avance de las tropas alemanas.
As¨ª acab¨® por consolidarse una gran urbe que tiene un equipo de hockey sobre hielo en Primera Divisi¨®n y es famosa tambi¨¦n por su equipo de baloncesto femenino, uno de los mejores de la URSS, y que cuenta, desde hace poco, con una l¨ªnea de metro que cruza el Obi mediante un puente completamente cubierto, para proteger a los vagones de los fuertes vientos helados que pasan por el cauce del r¨ªo.
Pero Novosibirsk no ser¨ªa m¨¢s que una curiosidad, si no fuera porque a una distancia de 30 kil¨®metros se halla la ciudad de la ciencia, la Akadenigorodok. En 1957, a instancias del cient¨ªfico Mijail Laurentief, se fund¨® la secci¨®n siberiana de la Academia de Ciencias de la URSS. Stalin hab¨ªa muerto cuatro a?os antes y Nikita Jruschov ya hab¨ªa denunciado las lacras de su predecesor en la famosa sesi¨®n del XX Congreso del PCUS. Eran tiempos de una cierta esperanza, y la idea de Laurentief fue la de edificar una ciudad para cient¨ªficos que contar¨ªa adem¨¢s con una universidad.
El resultado final fue la Academgorodok, un conjunto de edificios administrativos, lectivos y de viviendas, en el m¨¢s puro estilo de la arquitectura funcional sovi¨¦tica, con el fondo de los inmensos bosques siberianos de hoja caduca, islote de relativa libertad en el que se refugiaron cient¨ªficos de las m¨¢s variadas disciplinas, un conjunto de brillantes cerebros a los que se les permiti¨® trabajar en el vac¨ªo, aislados de la realidad cotidiana de la URSS y muy lejos de Mosc¨².
Buenos salados
No s¨®lo la posibilidad de una libertad para su trabajo acad¨¦mico fue lo que atrajo all¨ª a esta pl¨¦yade de cient¨ªficos; tambi¨¦n los salarios elevados, que constitu¨ªan una compensaci¨®n por alejarse de la vida moscovita. Un factor que parece haber influido tambi¨¦n en determinados ¨¢mbitos de la vida cotidiana, hasta el punto de que hay quien habla de yuppies sovi¨¦ticos, refiri¨¦ndose a las parejas de profesores o investigadores que pueden juntar dos buenos sueldos.
Este oasis hab¨ªa generado una situaci¨®n y una din¨¢mica que a todos parec¨ªa eterna e inmutable, seg¨²n la era de Leonid Breznev se iba haciendo interminable. Gentes como el economista Abel Agambeguian o la soci¨®loga Taliana Zaslavskaia se dedicaban a analizar el sistema sovi¨¦tico como si ¨¦ste no fuera con ellos y a desarrollar nuevas teor¨ªas que ve¨ªan la luz en revistas como la publicaci¨®n de econom¨ªa de la universidad, Eko, y en ediciones especiales de car¨¢cter confidencial, un trabajo por el que Agambeguian, ir¨®nicamente, lleg¨® a recibir la Orden de Lenin, a pesar de que sus teor¨ªas no cruzaran los Urales.
De pronto fue como despertar de un sue?o. Hoy d¨ªa, Agambeguian es el principal ide¨®logo de la perestroika econ¨®mica de Gorbachov, y Tatiana Zaslavskaia representa otro tanto en el campo de las ciencias sociales. Junto a ellos, numerosos miembros de la llamada escuela de Novosibirsk, tambi¨¦n conocidos como los siberianos, se han hecho un hueco en el aparato sovi¨¦tico y se cuentan entre los principales impulsores de la reforma de la sociedad sovi¨¦tica.
La universidad de Novosibirsk no es una de las grandes universidades sovi¨¦ticas; de hecho no estudian en ella m¨¢s de 3.500 alumnos, pero s¨ª que se puede considerar una instituci¨®n de elite, en la que la relaci¨®n de alumnos por profesor se sit¨²a entre cinco o seis, y que adem¨¢s cuenta con la gran ventaja de poder utilizar todos los medios de la Akademgorodok y una gran parte de sus especialistas, quienes reciben un 50% m¨¢s de su sueldo si aceptan trabajar como profesores.
El vicerrector de la universidad de Novosibirsk, el historiador Iv¨¢n Afanasievich Moletotov, aparenta unos cincuenta a?os, tiene el pelo gris y viste un impecable traje azul, camisa a rayas con el cuello abotonado y discreta corbata oscura. A su lado se sienta VIadimir Mindonev, secretario del comit¨¦ del PCUS de la universidad. M¨¢s bajito, de tez muy clara y ojos azul met¨¢lico bajo un pelo pajizo, Mindonev se levanta y desaparece durante largos per¨ªodos de la conversaci¨®n, como si quisiera dejar bien claro que su trabajo no es el de un comisario pol¨ªtico a la antigua usanza.
Moletotov explica que el centro ha gozado siempre de una estructura democr¨¢tica, en la que era posible discutirlo todo, "desde la l¨ªnea cient¨ªfica a seguir hasta el proceso de ense?anza", y a?ade: "Hace 15 o 20 a?os el esp¨ªritu que reinaba aqu¨ª no siempre era comprendido".
Mindonev admite que 400 del total de 5.000 miembros de la universidad, entre alumnos y profesores, son miembros del partido. Su labor, explica, es "movilizar a los comunistas en el perfeccionamiento de los ¨®rganos de gesti¨®n, en la introducci¨®n de los nuevos sistemas, lo que se realiza mediante amplias discusiones". Para el hombre del partido esto se llama "recurrir a los resortes internos". "Es la esencia del socialismo", a?ade.
Uno de los periodistas presentes comienza a insinuar, en el prefacio de una supuesta pregunta, algunos de los males de la sociedad sovi¨¦tica. Atribuyendo su discurso a un ?se asegura" y a otro "se dice", el periodista se atreve a ir m¨¢s lejos y describe uno por uno los enormes problemas de gesti¨®n econ¨®mica. Poco a poco, los periodistas extranjeros, viendo que su interlocutor no se inmuta ante las frases que el traductor le transmite, se lanzan a una cr¨ªtica feroz del sistema sovi¨¦tico. Cuando la ¨²ltima acusaci¨®n se ha desvanecido traducida al ruso, se hace un silencio.
"Yo deber¨ªa contestarles que todo lo que ustedes me han dicho no es cierto, y quisiera poderlo hacer; pero no, no tengo m¨¢s remedio que admitir que todo lo que acaban de relatar es cierto", dice impasible el vicerrector Moletotov. Tampoco tiene ning¨²n inconveniente en citar con su nombre a los pol¨ªticos que se oponen a la perestroika, si bien se cuida muy mucho de que todos los que nombra hayan sido ya apartados de sus puestos.
Un 'parque tecnol¨®gico'
El volumen de los trabajos cient¨ªficos de la universidad alcanza los ocho millones de rublos, de los que un 20% queda de libre disposici¨®n para la instituci¨®n, que los invierte libremente en el campo que desee. Entre esto y el presupuesto estatal, junto con la facilidad para utilizar las instalaciones de la Akademgorodok, la universidad de Novosibirsk representa lo m¨¢s parecido a lo que en Occidente se conoce como parques tecnol¨®gicos.
Sin embargo, esta te¨®rica situaci¨®n privilegiada, junto con el trabajo te¨®rico realizado durante los a?os oscuros y que ahora est¨¢ empezando a dar frutos, no ha resuelto todos los problemas. En una sociedad donde todos los fondos para la investigaci¨®n proceden de las arcas del Estado, y en el que la ciencia pura ha permanecido aislada de la ciencia aplicada, se produce una desconexi¨®n entre el trabajo de los cient¨ªficos y las necesidades de la industria. Es m¨¢s, incluso en el caso de que una industria necesite una determinada investigaci¨®n, los especialistas mejor preparados pueden negarse a cambiar su l¨ªnea de investigaci¨®n para satisfacer la petici¨®n.
Por esta raz¨®n, la propia Akademgorodok ha creado un cuerpo de profesionales en el m¨¢s puro estilo capitalista, cuya misi¨®n es la de adecuar la investigaci¨®n te¨®rica con la producci¨®n industrial. Son, de hecho, unos cazadores de cerebros, aunque ellos prefieren considerarse a s¨ª mismos como "unos reorientadores". En un ingl¨¦s con el m¨¢s puro acento de Cambridge, uno de ellos admite que que los cient¨ªficos pueden perfectamente negarse a colaborar en el determinado proyecto de una industria que les obligue a cambiar su l¨ªnea de investigaci¨®n; pero, a?ade, "en este caso nosotros, o bien buscamos otro grupo de cient¨ªficos o le decimos a la empresa que quiere esta investigaci¨®n: 'Ustedes nos perdonar¨¢n, pero no hay manera de convencer a los cient¨ªficos. Si tienen gran inter¨¦s en ellos, pueden aumentar el precio, y as¨ª podremos atraer a esta gente a base de mayores salarios'".
El diablo del consumo y el cerdo sin estr¨¦s
?En qu¨¦ se pueden gastar los salarios m¨¢s elevados de Akademgorodok? ?Qu¨¦ puede ofrecer la austera sociedad sovi¨¦tica que se pueda comprar con dinero? "En otros tiempos", explica el vicerrector de la universidad de Novosibirsk, Ivan Afanasievich Moletotov "hablar de consumo era mentar al diablo. Era referirse a una de las lacras de la sociedad capitalista. No pod¨ªa existir una sociedad de consumo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero, parad¨®jicamente, nosotros acus¨¢bamos a los chinos de aplicar en exceso esta austeridad comunista, de manera que pod¨ªa deducirse que nos hab¨ªamos situado en un terreno intermedio, en el centro", a?ade con una sonrisa."Esto ha cambiado ahora", dice Moletotov, "ya no es un tab¨² hablar de sociedad de consumo, pero creo que el problema que se nos plantea es el de crear nuestro propio modelo de sociedad de consumo, y en este sentido vamos con retraso, porque el modelo norteamericano ya se ha abierto camino en la sociedad sovi¨¦tica".
'Preguntamos a nuestros ense?antes, qui¨¦nes de ellos desear¨ªan disponer de vivienda propia", explica Moletotov, "y sesenta de ellos dijeron que s¨ª. Ahora el Estado est¨¢ estudiando el sistema para conceder cr¨¦ditos a bajo inter¨¦s para que puedan cumplir su deseo".
?Y los cient¨ªficos?, ?que pueden ofrecer los cient¨ªficos?. He aqu¨ª un ejemplo que explica un especialista en ganader¨ªa de la Academia de Ciencias de Siberia. "Sabr¨¢n ustedes que el cerdo tiene una psicolog¨ªa similar a la del ser humano, es muy sensible al estr¨¦s y, entre otras cosas, no soporta las apreturas. Hasta ahora las granjas porcinas en Siberia estaban dise?adas para albergar a decenas de miles de estos animales, pero las cotas de producci¨®n no acababan de ser las deseadas. Nuestros cient¨ªficos han desarrollado un nuevo tipo de cerdo, al que hemos denominado KM-2, que no padece estr¨¦s, es una animal que no se inmuta por nada".
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