L¨¢zaro Carreter
Jubilar a Fernando L¨¢zaro Carreter a los 65 a?os es como jubilar al r¨ªo Duero o jubilar la primavera: volver¨¢ siempre. Y quien dice L¨¢zaro Carreter dice Francisco Yndur¨¢in, o cualquier otro maestro de la Universidad y la vida espa?ola, en esta ciencia de la literatura o en otras. Los bur¨®cratas que hacen las leyes tendr¨¢n sus razones burocr¨¢ticas, v¨¢lidas para el grueso de la poblaci¨®njubilable (un pa¨ªs no est¨¢ hecho de genios, ni conviene) y para dar empleo a quienes no lo tienen, pero una pol¨ªtica que aspire a ser algo m¨¢s que burocracia viene obligada a mayor sensibilidad, para no automutilarse de sus propios valores. Aqu¨ª se jubila a los talentos como se podan los ¨¢rboles de la Castellana: casi siempre mal. Casi siempre por el mismo rasero, como si un ¨¢rbol no fuese una persona.Qued¨¢ndonos en el caso concreto de L¨¢zaro Carreter, quienes conocemos/disfrutamos m¨¢s o menos de cerca su cerebraci¨®n incansable y nada inconsciente, la pluralidad de sus ocupaciones y preocupaciones, todas conc¨¦ntricas a la pasi¨®n primera del idioma (lo que no supone especializaci¨®n, sino universalizaci¨®n), asistimos casi diariamente al espect¨¢culo vital y cultural del jubilado m¨¢s activo de Espaft el m¨¢s joven de los viejos y, a veces, el m¨¢s joven de los j¨®venes, siempre yendo y viniendo M manadero primitivo de ?as cosas/palabras a la german¨ªa ¨²ltima o el ¨²ltimo c¨®ctel erudito.
Grande y casi dulce, por veces suavelsuasorio, por veces viol¨¢ceo de palabra, sin flegar a violento, FLC, viendo la vida por encima de las gafas y la cultura por debajo, o a la inversa, es, s¨ª, uno de los mayores/mejores espect¨¢culos intelectuales con que cuenta la vida madrile?a (tambi¨¦n sus grandes libros son un gran espect¨¢culo, y por ellos cruza Quevedo como Pedro por su casa). Ahora, las mocedades universitarias se han quedado sin ese espect¨¢culo. "Cuando ca¨ªa un espa?ol / se mutilaba el universo", dice un poema de Jos¨¦ Hierro que he citado mucho. Cuando Fernando L¨¢zaro se mutila la Universidad, mis queridas autoridades universitarias y mis queridas autoridades autoritarias. Est¨¢n ustedes podando el ¨¢rbol complutense, que es el ¨¢rbol de la Ciencia, mediante una poda municipal y salvaje que es casi una tala, "la gran fiesta de los taladros". Nosotros, unos cuantos, una "inmensa minor¨ªa", seguimos benefici¨¢ndonos de este maestro, pero los chicos no saben lo que les han quitado ustedes. Ni lo sabr¨¢n, ay.
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