Obispos a medida
El escritor franc¨¦s Walter Godjin acaba de publicar un interesant¨ªsimo ensayo que forma parte del libro El retorno de las certezas. El volumen, publicado en Francia, recoge los an¨¢lisis de 16 estudiosos de diversos pa¨ªses que, desde el punto de vista teol¨®gico, hist¨®rico y social, examinan la vida de las iglesias locales en el mundo.La Congregaci¨®n de los Obispos -recuerda Godjin-, para nombrar a un obispo examina tres propuestas de tres candidatos cada una. Las propuesm, provienen de la nunciatura apost¨®lica del pa¨ªs interesado de la conferencia episcopal y del cabildo catedral diocesanc (esto, en el mejor de los casos), Pues bien, de hecho, la congregaci¨®n no tierte para nada en cuenta las propuestas formuladas por el cabildo diocesano mediante escrutinio secreto.
A los normales requisitos para ser nombrado obispo (fe, buenas costumbres, piedad...) -subraya Godjin-, se a?ade un requisito siipiementario: la m¨¢xima fidellidad al Papa. "Desde hace alg¨²n tiempo", escribe el autor franc¨¦s, "el nuevo tipo de obispo debe responder a un criterio suplementario: estar ¨ªntimamente de acuerdo con la voluntad de Roma de dirigir la Iglesia de una forma m¨¢s centralizada a trav¨¦s del Papa y de la curia". "Bajo el actual pontificado", a?ade, "la preferencia ha sido dada, por tanto, a los obispos que est¨¢n a de acuerdo con la nueva. ortodoxia y que intentan proclamarla y afirmarla de manera p¨²blica".
La motivaci¨®n impl¨ªcita de esta concepci¨®n, explica Godjin, es que la Iglesia "debe desarrofiar una contracultura" para oponerla a la cultura consumista y secutarizada, sobre todo en el Occidente empujado hacia la decadencia". Tiene que ponerse de manifiesto que la Iglesia "posee una plusval¨ªa en relaci¨®n con esta cultura frecuentemente inmoral".
No es necesario que el nuevo tipo de obispos, sostiene Godjin, sea "un pensador original o un te¨®logo rico de inventiva; lo importante es que sea muy capaz de presentar las posiciones de la Santa Sede. Y aunque las enc¨ªclicas del Papa y sus diversos discursos no tienen valor dogm¨¢tico, el nuevo tipo de obispo les dar¨¢ el lustre de la infalibilidad".
El nuevo obispo, advierte a¨²n Godjin, "debe sostener tambi¨¦n a los grupos que proclaman p¨²blicamente su fidelidad a Roma y al Papa, como el Opus De? y algunos movimientos carism¨¢ticos, algunos movimientos fundamentalistas (Una Voce y Totus Tuus, etc¨¦tera). Al contrario, debe tomar distancia de los grupos cr¨ªticos. Un candidato al episcopado propuesto por movimientos como el Opus De? y Comuni¨®n y Liberaci¨®n tiene todas las chances de ser elegido".
El obispo " seg¨²n Wojtyla", precisa Godjin, "ser¨¢ extremadamente cr¨ªtico frente a la formaci¨®n teol¨®gica de los futuros curas. Comprobar¨¢ si los institutos acad¨¦micos influyen en modo positivo la vocaci¨®n al sacerdocio celibatario, desestimando por completo la presencia de las mujeres como estudiantes de teolog¨ªa". Este tipo de obispos "debe mostrar que no est¨¢ muy conectado con las .estructuras burocr¨¢ticas que sirven de soporte a la conferencia episcopal. Visitas frecuentes al Vaticano y un contacto regular con la nunciatura constituyen otras tantas formas de apoyo moral".
El nuevo obispo, a?ade Godjin, "debe servirse, en forma personalizada, de los media modernos. Las publicaciones, los peri¨®dicos diocesanos, las transmisiones de la radio y de la televisi¨®n que critican a la curia romana, e incluso al Papa, deben ser provistos de nuevos red¨¢ctores, y siempre es posible retirarles el apoyo financiero".
La Iglesia, concluye Godjin, atraviesa una fase muy cr¨ªtica, porque hay obispos que "no siguen la nueva estrategia vaticana". Por eso, "la polarizaci¨®n es completa y amenaza al conjunto de la comunidad cristiana". Y ¨¦ste es el motivo por el que "el Papa ha querido ahuyentar el temor nombrando obispos de nuevo cu?o".
Pero la verdad es que hasta ahora los obispos cr¨ªticos no han dado la menor se?al de rebeld¨ªa al Papa y a la curia romana. La rebeld¨ªa ha venido precisamente de la derecha, desde ese espacio que en principio ocupan los obispos preferidos, al menos aparentemente, por las altas instancias. El caso m¨¢s agudo lo constituye el obispo franc¨¦s Marcel Lefebvre. El Papa le lanz¨® un ultim¨¢tum, y eso ha servido para que Lefebvre se quite la m¨¢scara y muestre su verdadero rostro: la violencia, la connivencia con la derecha fascista, el rechazo tenaz del Concilio Vaticano II y la ideolo g¨ªa totalitaria que revela el com p ortamiento sectario y cism¨¢ti co del obispo integrista franc¨¦s. Para G. Montaron, director de la revista cat¨®lica francesa T¨¦moignage Chr¨¦tien, son ¨¦stos los signos delet¨¦reos de la rebeli¨®n de Lefebvre, no s¨®lo contra el Papa, sino tambi¨¦n contra la aut¨¦ntica tradici¨®n de la Iglesia.
En el editorial del n¨²mero 2.274 de TC, Montaron precisa: Lefebvre "quiere conocer antes del 30 de junio la conclusi¨®n que Juan Pablo II intenta dar al expediente del cardenal Oagnon y, cualquiera que sea la respuesta del Papa, ¨¦l consagrar¨¢ ese d¨ªa a tres obispos". Hay que recordar que, por encargo del Papa, el cardenal Gagnon realiz¨® el pasado diciembre la visita aposit¨®lica a Econe, en la casa madre de los integristas lebvrianos y entreg¨® un expediente de su visita a Juan Pablo II.
La violencia es una especie de signo distintivo de la comunidad integrista y del mismo Lefebvre. "Los fieles del obispo disidente de Econe", subraya Montaron, "nos ten¨ªan acostumbrados a la violencia f¨ªsica en las propias iglesias y a la violencia verbal en ocasi¨®n de algunos debates. Pero hete aqu¨ª que su l¨ªder usa la misma violencia: el ultim¨¢tum al Papa. Semejante lenguaje nos es totalmente extra?o". En los ambientes lefebvrianos "se exalta la obediencia, pero se desobedece; se ensalza la fidelidad a la tradici¨®n, pero se golpea la puerta de la Iglesia; est¨¢n seguros de tener, ellos solos, toda la verdad y hacen de la violencia la virtud cardinal. As¨ª se comprende que la extrema derecha se reconozca en esos comportamientos".
Tambi¨¦n el Vaticano tiene sus responsabilidades en el comportamiento rebelde de monse?or Lefebvre. "Cuando se anunci¨®", explica Montaron, "por parte de las autoridades de la Santa Sede, con ocasi¨®n de una reuni¨®n del s¨ªnodo de los obispos en el mes de octubre, que el cardenal Gagnon hab¨ªa sido encargado de una misi¨®n en Econe, los obispos presentes en Roma se quedaron de una pieza". "Precisamente cuando ellos se hab¨ªan reunido para debatir sobre la vocaci¨®n de los laicos seg¨²n el esp¨ªritu del Concilio Vaticano II, Roma tend¨ªa la mano a monse?or Lefebwe. ?Por qu¨¦ no hab¨ªa tenido la misma solicitud para con tantos sacerdotes latinoamericanos acusados de desviaciones, pero que, en el sufrimiento, siguieron siendo fieles? ?Por qu¨¦ para los lefebvrianos semejante comprensi¨®n, que ignora los verdaderos problemas, y para los dem¨¢s una intransigencia de la que son v¨ªctimas, por ejemplo, los m¨¦dicos. cristianos, las mujeres y los hombres que se enfrentan con los dramas de la vida, como los amigos del hospital parisiense del Buen Socorro, de los de Lila y de Lovaina?".
El caso Lefebvre -subraya Montaron- no es "un problema de liturgia, ni simplemente u,na cuesti¨®n de obediencia, smo que es un nudo teol¨®gico. Es la autoridad dogm¨¢tica y pastoral del Concilio Vaticano II la que ha sido puesta en tela de juicio". Para Lefebvre, a?ade Montaron, "el ecumenismo es la capitulaci¨®n ante los protestantes; la libertad religiosa proclamada por el Vaticano II es una herej¨ªa; la Iglesia en el mundo actual, una perversi¨®n. Para ¨¦l, la Iglesia del Vaticano II confunde a Buda, a Mahoma y a Nuestro Se?or en una sola Divinidad Suprema". Si monse?or Lefebvre tuviera ,que reanudar su puesto en el pueblo de Dios -concluye Montaron-, desarrollar¨ªa "con una autoridad de hecho confirmada sus teor¨ªas". Esto representar¨ªa para la Iglesia "una desviaci¨®n hist¨®rica dram¨¢tica, la negaci¨®n de hecho de las ense?anzas del Vaticano II y el riesgo de volvemos a encontrar en el mismo impasse de las sectas".
Hay en el evangelio una par¨¢bola deliciosa. Un hombre ten¨ªa dos hijos, y a ambos los mand¨® a trabajar al campo. Uno dijo que no iba, pero despu¨¦s fue. El otro se mostr¨® desde el principio obediente, pero a la hora de la verdad no apareci¨® por el campo. En la explicaci¨®n de la par¨¢bola, Jes¨²s ficha por el primero, ya que supo asumir su tarea en lo que ¨¦sta ten¨ªa de positivo.
A la Iglesia le pasa ahora lo mismo. El hijo obediente en punto de partida parece que va a dar continuidad al aparato eclesial y va a asegurar la clientela para el a?o 2000. Pero, a la hora de la verdad, no aguantar¨¢ las ineludibles consecuencias del evangelio, de la gran tradici¨®n cristiana y del propio magisterio de los papas. Si no, analicemos los comentarios que el hijo obediente est¨¢ haciendo de la revolucionaria enc¨ªclica Solicitudo rei socialis.
Por el contrario, el hijo aparentemente d¨ªscolo, pero que en realidad es solamente cr¨ªtico, ser¨¢ el que se quede en el campo a cumplir su tarea. Y as¨ª, por ejemplo, en Par¨ªs sobreviven el famoso P. Chenu, con 93 a?os, a¨²n l¨²cido, y su compa?ero. de orden religiosa, P. Congar, sentado en una sillita de ruedas en el hospital de los Inv¨¢lidos, y que usando solamente la cabeza y la boca ha dictado un libro maravilloso, titulado Conversaciones de oto?o. Ellos fueron los hijos aparentemente desobedientes", creadores de la nouvelle th¨¦ologie y fautores del Concilio Vaticano II.
Y es que los que realmente se quedan no son los arrogantes integristas, sino los humildes cr¨ªticos que saben amar a su Iglesia a pesar de todo.
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