El fin de una ilusi¨®n
La clausura de la galer¨ªa de Fernando Vijande, de Madrid, es un acontecimiento triste. Parece como si, tras su muerte, todos nos hubi¨¦ramos consolado con la ilusi¨®n de la permanencia de su obra, que no era sino la galer¨ªa que le dio una merecida fama internacional y que, como se dice en la convocatoria de despedida, "es ya un hito en la historia del arte contempor¨¢neo espa?ol". Esta ilusi¨®n fue compartida, en primer t¨¦rmino, por sus propios hijos y por sus colaboradores m¨¢s allegados, que han dado una meritoria batalla por continuar la labor.Hay que agradecerles ese esfuerzo y la decisi¨®n ¨²ltima de no permitir una superviviencia de compromiso, languideciente. Tanto en los duros a?os setenta, cuando el nombre de la firma era el de galer¨ªa Vandr¨¦s, como en los maduros ochenta, en el nuevo local rotulado con nombre propio, Fernando Vijande quiso ser siempre el m¨¢s: el m¨¢s adelantado, el m¨¢s radical, el m¨¢s influyente.
Algunas de sus apuestas m¨¢s obstinadas no necesitan comentario: Luis Gordillo, Dar¨ªo Villalba, Zush, J. Alexanco, Miquel Navarro, Guillermo P¨¦rez Villalta, A. Muntadas, Chema Cobo, J. M. Sicilia, Susana Solano, Juan Mu?oz, Carmen Calvo, J. Cardells, M. Paz, J. Bordes, S. Aguilar, M. A. Campano, J. Teixidor... Fue adem¨¢s pionero en la imprescindible apertura internacional de nuestro arte, entendido en la doble direcci¨®n de traer y de sacar.
Era, s¨ª, un buen galerista, pero no simplemente en el sentido de un h¨¢bil administrador de oportunidades. Ten¨ªa fantas¨ªa, aires de grandeza y la dosis necesaria de fuertes contradicciones que caracterizan a una personalidad interesante. Ingenuo y sensible, pod¨ªa ser perverso e implacable, d¨²ctil y obstinado, fr¨¢gil y apasionado, calculador y alocado... De cualquier forma, un seductor incomparable. Estaban tan ¨ªntimamente unidos lo que era y lo que hac¨ªa que, al margen de las ilusiones, verdaderamente resultaba poco cre¨ªble que alguna vez pudieran separarse lo uno de lo otro.
Babelia
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