Una herencia para respetar

Una bala mercenaria seg¨® la vida de Guillermo Cano el 22 de marzo del a?o pasado. Los narcotraficantes creyeron que as¨ª acallaban a El Espectador, una voz que narraba diariamente el rapto de las instituciones democr¨¢ticas colombianas a manos de los pistoleros..Guillermo Cano era el director de El Espectador, un peri¨®dico liberal con 200.000 ejemplares, el segundo de Colombia en tirada. Su muerte, en vez de amedrentar a sus hijos y sucesores, Guillermo y Fernando Cano, les estimul¨¦ a continuar la misma l¨ªnea y a mantener en su puesto a Mario Castillo.

A Castillo le hab¨ªan encomendado dirigir el equipo de investigaci¨®n del peri¨®dico; un equipo sin r¨²brica, an¨®nimo y flexible, que cambiaba de reporteros seg¨²n el tema. Castillo ha tenido que abandonar para no seguir la suerte de su director. Est¨¢ en el exilio.

Los hijos del director asesinado -Fernando, de 32 a?os, y Guillermo, de 34- ocuparon el puesto de su padre con la misma decisi¨®n y los mismos objetivos, animados por el est¨ªmulo que han recibido de todo el mundo a trav¨¦s de galardones p¨®stumos a la figura de su padre. "Gracias a ello los periodistas empezarnos a no estar tan solos en esta cruzada", reconoc¨ªa a EL PA?S Fernando Cano al recibir la noticia de la concesi¨®n del premio. "Significa un gran empuje para continuar la labor de nuestro padre y se la brindamos a nuestros hijos. Con ello demostrarnos, adem¨¢s, que en Colombia no est¨¢ todo corrompido".