Palestino sin patria
Como no existe el arquetipo del revolucionario, Abu Yihad no ten¨ªa el perfil del h¨¦roe, ni mucho menos la figura del bur¨®crata. La serenidad, su mejor atributo intelectual, dominaba su presencia f¨ªsica; una serenidad no exenta de cierta rudeza militar en el trato. Tan densas hab¨ªan sido su existencia vital y su trayectoria pol¨ªtica que parec¨ªa mayor de los 53 a?os con los que le ha llegado su muerte. Su f¨ªsico, casi anodino, se transfiguraba cuando sub¨ªa a una tribuna; entonces, sus palabras cobraban la fuerza de la revoluci¨®n palestina, la transparencia de su mensaje pol¨ªtico y el vigor de su arenga militar.Las mismas cualidades que ten¨ªa en su ni?ez en campos de refugiado y a lo largo de su interminable exilio; las mismas de sus a?os de estudiante en Egipto y del momento en que conoce a Arafat y a otros fundadores de Al Fatah, el n¨²cleo renovador de la OLP y verdadero inspirador del movimiento de liberaci¨®n palestino. Abu Yihad, miembro del Comit¨¦ Central de la OLP y su principal responsable militar, asum¨ªa en estos ¨²ltimos meses la direcci¨®n de los palestinos combatientes en Cisjordania y Gaza.
Le ha Regado su muerte a manos del terrorismo israel¨ª. Es, quiz¨¢, abusivo el uso que repetidamente se hace del t¨¦rmino terrorismo de Estado. Sin embargo, la pr¨¢ctica ininterrumpida de 40 a?os avala la afirmaci¨®n de que Israel basa su existencia misma en la utilizaci¨®n constante de m¨¦todos terroristas. Desde siempre, los israel¨ªes han combinado el aterrorizamiento de poblaciones an¨®nimas con el ejercicio selectivo del crimen individualizado y del atentado pol¨ªtico. El repertorio de las primeras, desde Deir Yassin a Chatila y Sabra, es interminable; por lo dem¨¢s, la lista de los dirigentes palestinos asesinados por los servicios de Tel Aviv es tan abundante como escogida.
La realidad y el s¨ªmbolo
Ahora, el levantamiento popular de Cisjordania y Gaza va inseparablemente unido al nombre de Abu Yihad; tanto por la realidad como por el s¨ªmbolo. La tesis de una insurrecci¨®n suspendida en el vac¨ªo era insostenible; este tr¨¢gico suceso busca privar al movimiento de su direcci¨®n y de sus coritactos con la OLP. Lo inexplicable del crimen o la b¨²squeda detectivesca de sus benefic¨ªarios ser¨ªa entrar en un camino l¨®gico incompatible cort la irracionalidad criminal de Israel. Ante la hip¨®tesis de una conferencia de paz y frente a la certeza de una opini¨®n mundial solidaria con el movimiento de liberaci¨®n, Israel, corno en tantas otras ocasiones, intenta decapitar a la OLP de sus m¨¢s importantes cabezas pensantes.
Abu Yihad, all¨¢ por 1968, junto,a otros dirigentes palestinos, en horas exultantes, defendi¨® las tesis de un futuro Estado palestino, democr¨¢tico y laico, inaceptable para Israel y para m¨¢s de un Gobierno ¨¢rabe; m¨¢s tarde, no vacil¨® en aceptar la posibilidad de un mini-Estado, asentado en Cisjordania y Gaza. Era preciso evitar que el exilio se prolongase est¨¦rilmente, generaci¨®n tras generaci¨®n, posici¨®n pol¨ªtica que no era incompatible con el rigor militar, como en septiembre de 1970 en Jordania, o en 1982, cuando vivi¨® la amargura de la salida de L¨ªbano.
Abu Yihad, tanto por su energ¨ªa como por su pragmatismo, era un hombre peligroso para las autoridades israel¨ªes y para alg¨²n que otro maximalista hermano palestino. Era muy consciente de que su cabeza ten¨ªa un precio; sobre todo desde que en abril de 1973, en una operaci¨®n similar a la que acaba de costarle la vida, un comando de los servicios israel¨ªes asesinase en sus domicilios de Beirut a tres dirigentes hist¨®ricos de Al Fatah.
"Todo ocurre como si los israel¨ªes tratasen de suprimir no a los partidarios de la violencia, sino a los moderados, a los hombres pol¨ªticos que se encargan de explicar a la opini¨®n p¨²blica mundial la justeza de nuestra causa, a unos hombres que no tienen ning¨²n medio para defenderse. El horror de tales asesinatos es, en fin de cuentas, menos sorprendente que las masacres organizadas por el Ej¨¦rcito de Israel". Palabras tan oportunas las pronunciaba, en 1979, Abu Yihad, otro de los m¨¢s importantes l¨ªderes de la c¨²pula de la OLP. Con ellas se describ¨ªa el futuro tr¨¢gico que parece aguardar, hasta que llegue la independencia, a todos los dirigentes de la revoluci¨®n palestina.
La dimensi¨®n negociadora, pol¨ªtica y militar de Abu Yihad (Jalil el Wazir) no s¨®lo hab¨ªa sido importante a la hora de ir dise?ando los planteamientos de la OLP frente a una posible actuaci¨®n diplom¨¢tica sobre el futuro Estado palestino. Tambi¨¦n hab¨ªa sido, junto a Kaddumi, uno de los m¨¢s autorizados interlocutores palestinos frente a otros dirigentes ¨¢rabes y frente a otros l¨ªderes del Tercer Mundo. Aunque quiz¨¢ el aspecto m¨¢s importante de su actividad pol¨ªtica, poco destacado l¨®gicamente por los medios de informaci¨®n, haya sido su capacidad de actuaci¨®n, dentro de la OLP, frente a las distintas organizaciones palestinas aglutinadas en el movimiento de liberaci¨®n. Sin necesidad de recordar sus posiciones sobre el Frente del Rechazo, posiblemente su mejor servicio y ¨²ltimo a la unidad palestina haya sido su contribuci¨®n al logro de la decimoctava sesi¨®n del Consejo Nacional Palestino (Argel, 1987).
Hoy, con Cisjordania y Gaza en plena insurrecci¨®n civil por su dignidad nacional, se comete una nueva afrenta contra el pueblo palestino en la persona de uno de sus m¨¢s notables dirigentes. Posiblemente, como en muy contados supuestos, se culmina as¨ª la uni¨®n entre un movimiento popular y sus l¨ªderes; entre los asesinados y quebrantados an¨®nimamente y el nombre bien acu?ado de un dirigente hist¨®rico. Un brutal asesinato priva a los palestinos del consejo y la orientaci¨®n de Abu Yihad, que, con sus ademanes pausados, combinaba la prudencia con el rigor.
Cuando, hace ahora cinco a?os, lo vi por ¨²ltima vez en Potsdam, segu¨ªa creyendo, dentro de la tragedia de la retirada de L¨ªbano, en las virtudes de la negociaci¨®n. Ahora, al igual que El Hamchari, que Kanafani, que Zuaiter, que Jawad, y que tantos otros ha pasado a la leyenda ensangrentada de Palestina. Pero se equivocan aquellos que creen que matando a los hombres asesinan a los pueblos. La muerte de Abu Yihad es el mejor y el m¨¢s apremiante est¨ªmulo para que la comunidad internacional satisfaga las leg¨ªtimas aspiraciones del pueblo palestino a construir en paz su propio Estado.
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