El malestar marsell¨¦s
"En los pr¨®ximos a?os, ustedes los periodistas tendr¨¢n mucho trabajo en Francia. Se levantar¨¢ la veda entre cat¨®licos y, musulmanes y esto ser¨¢ como L¨ªbano". Quien habla as¨ª es un taxista marsell¨¦s que me lleva a visitar los bloques de pisos sociales donde se agolpan los inmigrantes, en la zona norte de la ciudad. En estos barrios es donde el Frente Nacional obtiene mejores resultados. Les Bassens, por ejemplo, es un conjunto de bloques partido por una carretera. No es posible hallar un lugar m¨¢s desolado y sucio. Los huecos de escalera son negros y mugrientos, los ascensores no funcionan. El paro, la delicuencia y la droga son los datos de base de la vida del barrio.
Estamos en pleno Tercer Mundo. Si queda alguna familia no magreb¨ª, y siempre queda alguna, se siente sitiada y maldita y vota a Le Pen sin lugar a dudas. Son gente tambi¨¦n en paro, en lo m¨¢s bajo de la escala social, que no puede abandonar el bloque por falta de medios econ¨®micos.Los taxistas marselleses, locuaces y amables, son lepenistas e italianos en su mayor¨ªa. "Los italianos nunca tuvieron estos problemas", asegura otro taxista. "?stos no son asimilables, tienen una cultura y una religi¨®n distinta. Incluso los que tienen formaci¨®n no se sienten franceses". Pero son lepenistas los conserjes de los hoteles, los camareros, los quiosqueros, los tenderos. Uno puede sacar la impresi¨®n final mente de que todos son lepenistas, incluso los que no votan por Le Pen. Los lepenistas, en cambio, tienen la impresi¨®n de que todos los otros son inmigrantes dispuestos a expulsar a los franceses de su casa.
Jocelyn Cesareo, soci¨®loga y estudiosa del asociacionismo isl¨¢mico, dibuja al votante t¨ªpico de Le Pen: "Es un trabajador en paro o situaci¨®n econ¨®mica dif¨ªcil, con un nivel cultural muy bajo, que vive en viviendas sociales y tiene vecinos magreb¨ªes. Con frecuencia ha sido votante o militante comunista". "Para los marselleses", seg¨²n encuestas que ha hecho Jocelyn, "el principal. problema es la inmigraci¨®n. Consideran que los inmigrantes representan el grupo social que tiene mayor influencia en la vida cotid¨ªana marsellesa. Los inmigrantes consideran tambi¨¦n que la discriminaci¨®n que sufren es el principal problema. Hay restaurantes o discotecas donde no pueden entrar".
Los magreb¨ªes no esconden su miedo. "Si Le Pen gana, yo me voy", repiten una y otra vez. El Frente Nacional ha reavivado el mito del retorno a su pa¨ªs de origen. "Le Pen es el terror", asegura Jocelyn. "Nunca se hab¨ªan sentido tan agredidos. Hasta ahora hab¨ªa un racismo larvado y vergonzante, ahora es agresivo y orgulloso". El terror y el malestar se vive m¨¢s en la periferia obrera que en el centro. El suburbio, o es un lugar de dif¨ªcil convivencia o es un gueto musulm¨¢n.
No est¨¢n inscritos
En uno de estos barrios musulmanes, donde est¨¢n censadas unas 600 personas, se cuenta con apenas 50 votantes inscritos en las listas electorales. El taxista dice, se?alando al hormiguero que puebla un mercado de viejo: "Todos ¨¦stos votar¨¢n a Mitterrand". Pero no es verdad. La mayor¨ªa no cuenta con derecho de voto. Patrick Menucci, concejal socialista, asegura que en 1995 en este mismo barrio habr¨¢ 400 votantes. 'El d¨ªa en que sus votos sean compartidos por todo el arco de partidos constitucionales habremos triunfado", asegura; "la tarea del partido socialista en Marsella es integrar a 50.000 j¨®venes de origen magreb¨ª. Ya s¨¦ que no es un objetivo muy popular y que lo primero es integrarlos dentro del partido".
El islam tiene en Marsella una proporci¨®n de practicantes inferior a la de los cat¨®licos. Un 4%, de la poblaci¨®n musulmana asiste a los oficios los viernes en los oratorios. "El islam marsell¨¦s pertenece al terreno de la fantasmagor¨ªa", asegura Jocelyn. "?De qu¨¦ islam se habla? No hay transmisi¨®n cultural del islam; los j¨®venes no saben leer ni escribir en ¨¢rabe. S¨®lo hay una identificaci¨®n con sus or¨ªgenes y con sus padres. No rechazan el islam, pero s¨®lo lo reconocen como una parte de su patrimonio cultural. Respetan el Ramad¨¢n delante de los padres, y basta". A este prop¨®sito, asegura Menucci: "S¨®lo la dignidad de los padres integrar¨¢ a los hijos en Francia. Conseguir que la primera generaci¨®n viva dignamente y se sienta respetada es lo m¨¢s importante para la integraci¨®n de la segunda generaci¨®n".
"A los italianos les integraba o la Iglesia cat¨®lica o el partido comunista; a los j¨®venes beurs (inmigrantes de segunda generaci¨®n) no los integra nadie. Se les ha tratado como a. una poblaci¨®n instalada provisionalmente, incluso cuando han tenido la nacionalidad francesa", asegura Jocelyn. Y a?ade: "La idea de M¨ªtterrand de dar el voto en las elecciones municipales a los inmigrantes tiene una excelente acogida entre los j¨®venes beurs. Pero los socialistas, en su mayor¨ªa, no est¨¢n de acuerdo. Est¨¢n m¨¢s a la derecha que Mitterrand. Los propios inmigrantes valoran la actitud de los socialistas como muy ambigua, aunque son la fuerza pol¨ªtica respecto a la que se sienten m¨¢s pr¨®ximos". Menucci confirma las afirmaciones de la soci¨®loga. El joven dirigente socialista considera que ahora se impone la creaci¨®n de consejos consultivos municipales, elegidos por sufragio universal, que representen a los inmigrantes, y valora las declaraciones de Mitterrand como un argumento de campa?a electoral, pero no como un objetivo inmediato.
Defferre, desprestigiado
Otro joven, dirigente de las juventudes socialistas, asegura con gran escepticismo: "Marsella es una ciudad muerta para los j¨®venes. Gaston Defferre (el alcalde ya fallecido que rein¨® durante 30 a?os en la ciudad) es percibido como un chanchullero". Deferre se mantuvo en el poder gracias a su capacidad de maniobra y de pacto con la derecha, aunque en las ¨²ltimas elecciones tuvo que echar mano al partido comunista para evitar el desastre. Menucci quisiera que se repitiera la experiencia de un pacto republicano de todos los partidos democr¨¢ticos para asegurar que la alcald¨ªa no caiga en manos del Frente Nacional. Pero es dificil que consiga su prop¨®sito. El propio Jean-Marie Le Pen est¨¢ prer¨¢ndose para intentar llegar a alcalde de la ciudad en 1989. Un alcalde negro para la ciudad negra.
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