La dif¨ªcil recomposici¨®n de la familia conservadora
Hecha trizas la 'cohabitaci¨®n' interna, la derecha francesa enfrenta el reto de su unidad
La secularizaci¨®n de la sociedad, que ya se palpaba en los a?os del boom econ¨®mico que precedieron la primera crisis del petr¨®leo (1973), anticip¨® el final de la derecha no civilizada en Francia. Para esta derecha ultramontana, la Iglesia era lo que el marxismo-leninismo para los partidos comunistas. El origen del estado cuasi calamitoso del campo conservador-liberal-extremista que hoy se enfrenta al mitterrandismo en este pa¨ªs confirmado por la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que concluir¨¢n el pr¨®ximo 8 de mayo- lo resume as¨ª el periodista y ensayista Emmanuel Tood en La nueva Francia, el libro de actualidad que hay que leer.
FELICIANO FIDALGOENVIADO ESPECIAL. Ya hace algunos a?os que el periodista / pol¨ªtico Jean-Jacques Servant Schreiber, ministro ef¨ªmero de Valery Giscard d'Estaing, colaborador de Fran?ois Mitterrand en temas de nuevas tecnolog¨ªas durante la primera parte del septenato que ahora agoniza, declar¨® rotundamente a este peri¨®dico lo que otros pensaban o dec¨ªan metaf¨®ricamente:Francia no ser¨¢ un pa¨ªs moderno "mientras no elimine sus dos venenos: el gaullismo y el comunismo".
Hoy, esta opini¨®n es una realidad en marcha. El comunismo se desvencija y la derecha antigua revent¨® el pasado domingo.
La recomposici¨®n de una familia con servadora-liberal, unida, que se enfrente a la formaci¨®n moderada a¨²n denominada socialista que aglutina Mitterrand sin que nadie le discuta el liderazgo, es la labor del futuro.
El escrutinio del pasado domingo ha evidenciado el terremoto Le Pen, revelador del mal profundo, delicado, de soluci¨®n compleja, de esa formaci¨®n conservadora-liberal, pieza esencial de la Francia de finales de siglo.
Amigos a la fuerza
Ya se entendieron malamente durante toda su existencia las dos tendencias, la liberal y la conservadora, enfrentadas desde hace m¨¢s de un cuarto de siglo a la izquierda doctrinaria de esos mismos tiempos. El gaullismo bonapartista (Estado hegem¨®nico) y los liberales y democristianos (Estado civil) han hecho migas a la fuerza y, por a?adidura, el domingo entr¨® en ¨®rbita un tercer personaje: el Frente Nacional (FN), inspirado por su dios, Jean-Marie Le Pen. ?Qui¨¦n se atreve en la democracia francesa a marginarle, con casi el 15% del electorado en su alforja como a un retal apolillado por la xenofobia y la intolerancia?.
El juego de la segunda parte de la campa?a, ante el desenlace del 8 de mayo, define la cuadratura del c¨ªrculo del candidato / primer ministro Jacques Chirac, adversario de Mitterrand. Para triunfar, necesita los votos de Le Pen, adem¨¢s del 16% largo del ex primer ministro y contrincante suyo , Raymond Barre.
Pero el lepenismo ama a Chirac como una soga al ahorcado, y le ha hablado: "Para contar con nosotros hay que aceptar nuestras opciones". Y apostado, con la p¨®lvora a punto, est¨¢ Barre, que ya le advirti¨® seriamente a Chirac anteayer: "Ofrezco mi apoyo, pero es necesaria una sociedad abierta, tolerante, que rechace la xenofobia, el racismo y todos los extremismos". Esto constituye un rechazo absoluto de Le Pen. Barre, en alguna medida, ha triunfado en la primera ronda; su ambici¨®n presidencial fall¨®, pero su capital electoral le da autoridad ante los dos partidos que le apoyaron, el CDS (centrista, democristiano) y el Partido Republicano, de inspiraci¨®n giscardiana.
El fantasma de Giscard
El tercer candidato / fantasma de estas elecciones es precisamente Valery Giscard d'Estaing, que no ha renunciado a nada de nada, se sabe muy bien aqu¨ª. El viernes pasado, poco despu¨¦s de las 10.00 horas, acompa?aba hasta la puerta de su domicilio parisiense a dos de sus compadres: sus ex ministros Michel D'Ornano y Jean Lecaluet. Poco despu¨¦s nos comentar¨ªa el simplismo que supone considerar que defiende "un liberalismo que elimina el Estado y deja completamente en manos del mercado la regulaci¨®n de la sociedad". Esta acusaci¨®n, en su opini¨®n, procede de los "mafiosos del gaullismo" a¨²n injertados en el chiraquismo y de los socialistas, cuando resulta que todos han abundado en algunas de las ideas que condujeron al fracaso conservador en 1981. "De hecho, los socialistas convertidos al mitterrandismo, como el Gobierno de Chirac de los dos ¨²ltimos a?os, han vivido de lo que prematuramente parieron Giscard y Michel Rocard", nos conf¨ªa un alto funcionario y te¨®rico socialista.
Giscard hablar¨¢ en las pr¨®ximas horas para aportar su apoyo a Chirac, con la boca peque?a posiblemente, como lo ha hecho Raymond Barre; ¨¦l sabe que a¨²n cuenta. Como cuenta Barre tambi¨¦n con su doctoral confianza. A ambos les une su adversario com¨²n, Jacques Chirac, para llegar a dirigir una gran federaci¨®n conservadora-liberal, el gran reto del futuro. S¨®lo si Chirac cantara victoria el 8 de mayo podr¨ªa recuperarse del sida pol¨ªtico que le peg¨® la primera ronda a manos de Le Pen.
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