Deporte racista
LA PARTICIPACI?N del p¨²gil surafricano Brian Mitchell en un combate de boxeo celebrado en una sala de fiestas de Madrid, valedero para el campeonato del mundo de los pesos superplumas (versi¨®n Asociaci¨®n Mundial de Boxeo), pone al descubierto el cinismo con que se act¨²a en determinados sectores deportivos frente al r¨¦gimen de apartheid en Sur¨¢frica. La impudicia de la situaci¨®n alcanza especialmente a los responsables del deporte espa?ol y al Gobierno, que no s¨®lo nada hacen para evitarla, sino que con su actitud tolerante, e incluso c¨®mplice, contribuyen a hacerla posible. Para mayor verg¨¹enza, un portavoz oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores ha confesado desconocer una recomendaci¨®n de la ONU sobre la cuesti¨®n, confesi¨®n que, de ser cierta, suscita importantes dudas sobre la competencia profesional de los responsables de nuestro servicio exterior.El bochorno salpica tambi¨¦n, como no era menos de esperar, a la televisi¨®n p¨²blica del Estado, que, adem¨¢s de contribuir con su pol¨ªtica de emisiones deportivas a la expansi¨®n de una actividad en s¨ª misma violenta como es el boxeo, retransmiti¨® la velada a Sur¨¢frica, y s¨®lo por un aparente desacuerdo final con los organizadores no hizo lo propio para Espa?a.
Las recomendaciones de la ONU sobre el boicoteo deportivo a Sur¨¢frica, dentro del conjunto de medidas con las que se pretende dar una respuesta internacional al r¨¦gimen de apartheid, son burladas en Espa?a con la falaz f¨®rmula de autorizar la presencia de deportistas surafricanos a t¨ªtulo individual, sin banderas, himnos o s¨ªmbolos de su pa¨ªs. Ello no impide, ni mucho menos, que Sur¨¢frica saque el m¨¢ximo provecho de este tipo de acontecimientos, los utilice como escaparate en el exterior y se conviertan, en definitiva, en f¨®rmula eficaz para romper las medidas de rechazo y aislamiento que promueve la ONU. Si los deportistas surafricanos, con pasaporte de su pa¨ªs o de conveniencia, no triunfan, pueden pasar inadvertidos, pero si ganan, lo hacen claramente como ciudadanos de Sur¨¢frica, siendo el Gobierno racista de este pa¨ªs el que rentabiliza el triunfo. Esto es lo que ha acontecido con el combate celebrado en Madrid, en el que el p¨²gil surafricano ha retenido su t¨ªtulo de campe¨®n del mundo de los superplumas.
El promotor de la velada ha pretendido justificar su iniciativa con el manido e hip¨®crita argumento de que "la pol¨ªtica o el racismo no deben mezclarse con el deporte". Es el mismo y socorrido sofisma en el que se ampara el abundante elenco de deportistas espa?oles -boxeadores, tenistas, pilotos, golfistas y jinetes- que participan regularmente en competiciones en Sur¨¢frica y que han sido denunciados una y otra vez por la ONU. Como si la iniquidad del apartheid no sobrepasase el campo de la pol¨ªtica y representase la m¨¢s condenable negaci¨®n de los derechos de la persona humana que hoy tiene lugar en el mundo. Por ello es repugnante la actitud de TVE, que, guiada por motivos comerciales que a muchas empresas privadas avergonzar¨ªan, no ha hecho ascos al innoble juego de dar cobertura al acontencimiento. La publicidad de origen surafricano existente en el improvisado ring donde se celebr¨® el combate est¨¢ ah¨ª para atestiguarlo. Y todo hace sospechar que fueron las previsibles reacciones que se habr¨ªan producido entre los telespectadores espa?oles las que, en el ¨²ltimo momento, inclinaron a los directivos de TVE a suspender la anunciada retransmisi¨®n para Espa?a.
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