Los imprevistos saltos imprevistos
Sucedi¨® todo a causa de un motivado insomnio. Te van a perseguir hasta el final, tanto en el sue?o como en el despertar, cuando desde el dormir pasas a abrir los ojos.Ahora yo no s¨¦ si te veo despierto. Eres un poderoso muslo levantado hasta la rodilla, en mitad de la cama. No s¨¦ si tuyo o m¨ªo. No lo s¨¦. Pero bello. Descendiendo desde la levantada altura, busco saber qu¨¦ eres, llegando hasta tus planas ingles.
?Oh! Veo unos labios granas, cerrados como apretada grieta, que habr¨¢ que abrir, penetrar, con la seria intenci¨®n de descubrir su misteriosa hondura. ?Ser¨¢ verdad, di? ?Se adivinar¨¢n negras humedecidas malezas enlazadas que entreabrir, quiz¨¢ peque?os charcos para saltar adentro y poder al fin ver o adivinar ... ? ?Estar¨¢ iluminado todo oscuro? ?Me perder¨¦? ?Ser¨¢ el principio de una gran hondura sin posible regreso? ?Y con qu¨¦ entrar? ?Qu¨¦ llevar en la mano para ayudarme a descubrirlo? Siento pronto, que presa entre mis dientes, temblorosa y endurecida, empuja alguien como queriendo irrumpir de entre los labios, plena tal vez de sue?os penetrantes. Arde en su punta como una pupila luminosa, dispuesta a abrirse paso tal vez entre lianas y enredaderas chorreantes, iluminadora, dentro de oscuridades seguramente prodigiosas, escondidas, ignotas, hacia paredes o b¨®vedas colgadas de c¨¢lidos frescores de lagos y arroyuelos ocultos, exhaladores de fin¨ªsimas ¨¢ureas.
Iba a continuar por estos campos del insomnio, a levantar el muslo nuevamente, descendiendo por ¨¦l, para enterarme qu¨¦ presentan sus ingles, pero...
No he dormido. Llovi¨® toda la noche, subida de imprevistos calores, sintiendo sed en medio de la oscuridad. Me acog¨ª al temporal ecol¨®gico. Y as¨ª, de pronto, un inmenso conejo salt¨® de mis s¨¢banas. Era m¨¢s bien un canguro, que comenz¨® a huir a grandes trancos. No s¨¦ por qu¨¦ lo hac¨ªa, y recuerdo que de s¨²bito se me ocurri¨® manchar la sed con unos grandes vasos de coca-cola, que con su cafe¨ªna me arrebataron el sue?o, oblig¨¢ndome a recitar, para borrar tan horrenda traici¨®n, aquel mi Sonsonete de la coca-cola, contra ella escrito el mismo a?o en que el Caudillo malvendi¨® las alegres calabazas y melones de Rota, inundando con aquel pis norteamericano las pur¨ªsimas aguas de nuestra bah¨ªa. A¨²n s¨¦ mi Sonsonete de memoria, y me congratula altamente el estamparlo aqu¨ª. No hay que olvidar que lo escrib¨ª en Buenos Aires durante mi largo destierro. Me basta ver la cocacola, / ese vomitivo invasor, / para morirme de dolor, / lejos de mi tierra espa?ola. / Cuando bebida tan extra?a, / veo orinar en una botella, / grito alto. ?Me cago en ella! / ?Qu¨¦ hago yo aqu¨ª, hijos de Espa?a? / Y si en la farra disoluta, / llego a beberla alguna vez, / grito m¨¢s alto: ?Hijo de puta! / ?Qu¨¦ hago tan lejos de Jerez? / Me basta ver la coca-cola, / ese "pis" norteamericano, /para correr, fusil en mano,/ a salvar mi tierra espa?ola.
Cuando por fin llegu¨¦ a ella, al cabo de tantos a?os, all¨ª se encontraba a¨²n el famoso pis yanki, dando su color y su adormeciente cafe¨ªna a la mar gaditana. Tuve todav¨ªa humor y fuerza para improvisarle esta playera: Yo no le temo a remar, / que yo remar remar¨ªa. / Lo que temo es a la ola / que salta en la coca-cola / del viento de la bah¨ªa.
Pero tuve que saltar a lamentar much¨ªsimo, por razones del momento pol¨ªtico que vivimos en Espa?a, no poder hacer el recital que me ped¨ªan en aquella blanca ciudad del sur italiano, envi¨¢ndoles este peque?o texto:
-Yo soy un poeta completamente sumergido en el cine, en el gran entusiasmo por ¨¦l. Lo dej¨¦ dicho en un poema de mis primeros libros: Yo nac¨ª -?respetadme!- con el cine. Porque desde muy joven comprend¨ª que me encontraba ante una invenci¨®n trascendente, universal, una de las maravillas de nuestro siglo, y no ante un divertimento o un juego, algo as¨ª como una nueva ?interna m¨¢gica en movimiento. La aparici¨®n, sobre todo, de Chaplin, me dej¨®, nos dej¨® a todos estupefactos. El cine mudo aparec¨ªa con toda su fascinaci¨®n en las oscuridades de las salas, en donde sonaba a un delicioso plano que acompa?aba a las pel¨ªculas. Despu¨¦s sigui¨® el silencioso Buster Keaton, con sus maravillosos ojos de vaca asombrada, y al mismo tiempo Harold Lloyd, Stan Laurel y Oliver Hardy, y luego Harry Langdon... Era la edad de oro del cine norteamericano, que yo amaba y no olvid¨¦ nunca (recordando tambi¨¦n al mismo tiempo a aquellas bell¨ªsimas actrices italianas fascinantes, precursoras de las grandes estrellas: Francesca Bertini, Lida Borelli, etc¨¦tera).
Pero yo escrib¨ª y dej¨¦ dicho todo mi amor por aquellos geniales tontos mudos del cine americano en un libro que titul¨¦ Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, un libro de verdaderos poemas esc¨¦nicos, entre los que se destaca y prefiero el que se titula Buster Keaton busca por el bosque a su novia que es una verdadera vaca, con el que deseo saludaros a todos y suplir mi ausencia en este festival dedicado a Espa?a.
Y es que quiero dormir y t¨² no est¨¢s borracho. El insomnio, es verdad, nada comprende. ?Oh t¨², no est¨¢s ya para gustar, vale todo demasiado! Y apenas si las voces ya se oyen. El poema no viene por quererlo. No bebo ya. Lo bueno ya no es bueno. Son demasiadas las frases. Dije que te vigilar¨ªan. Y eso no ha sucedido. Ser¨ªa bueno partir, pero ninguno quiere. ?Por qu¨¦ pensar cuando ya hay pocos gal¨¢pagos? Nuria Espert es audaz, pero bien comedida. Armando es bello y solo, y me guarda zarzuelas para los largos viajes. Tenemos todo el mapa dividido en zarzuelas. Hablas tanto y presumes y te toman el pelo. ?Qu¨¦ pasa si, de pronto, surgen cuatro volcanes? Oyes la m¨²sica callada de los abedules. Quiz¨¢s sea mejor la del ¨¢lamo blanco en la madrugada. Dijeron que ya nunca habr¨ªa m¨¢s madrugada. ?Qu¨¦ pena! Y todo por culpa de la coca-cola ?Qui¨¦n puede creerlo? ?stos ser¨ªan los titulares de hoy. Los de la noche a¨²n no han llegado. Sucedi¨® todo a causa de un motivado insomnio.
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