Transici¨®n en Francia
EL NUEVO Gobierno franc¨¦s anunciado el jueves tiene todas las trazas de tratarse de un paso transitorio hacia el proyecto pol¨ªtico de "unidad de los franceses" del reelegido Fran?ois Mitterrand. Con ese proyecto, el presidente obtuvo el 54% de los votos, y a Rocard le tocaba traducir ese lema en f¨®rmula de Gobierno. El nuevo primer ministro deb¨ªa resolver la contradicci¨®n existente entre la mayor¨ªa popular que acaba de elegir a Mitterrand -de la que el Partido Socialista es parte esencial- y la parlamentaria de centro-derecha que ha funcionado en los dos ¨²ltimos a?os. Y para ello, provocar una remodelaci¨®n del mapa pol¨ªtico que permita la incorporaci¨®n de sectores centristas al Gobierno de la segunda presidencia de Mitterrand.?Ha fracasado Rocard en esa empresa? Por lo menos relativamente, ya que en su Gobierno no figuran personas que puedan romper de inmediato a grupos de la mayor¨ªa que ha apoyado a Chirac. El proceso podr¨¢ materializarse, por eso, en dos etapas: primero, en la Asamblea, donde Rocard intentar¨¢ lograr apoyos de grupos centristas a sus propuestas, y despu¨¦s, en las elecciones que probablemente se celebrar¨¢n, bien en junio, bien en septiembre, una vez disuelta la actual Asamblea Nacional. Ser¨¢ la tercera vuelta de la elecci¨®n de Mitterrand, la hora de la verdad para saber si se plasma un grupo de centro dispuesto a colaborar en un Gobierno dirigido por un socialista.
Existen hoy, sobre todo en pol¨ªtica exterior y econ¨®mica, puntos comunes aceptados tanto por el Partido Socialista como por una parte considerable de las fuerzas moderadas y centristas. Sin embargo, el Gobierno de Rocard anuncia diferencias: radicales en esferas decisivas. Con Roland Dumas, la pol¨ªtica exterior tomar¨¢ un sesgo europe¨ªsta sin precedentes, lo que puede modificar el equilibrio en el seno de la CE en un sentido favorable para el Gobierno espa?ol. En Nueva Caledonia, donde la situaci¨®n es extremadamente dif¨ªcil, se abren posibilidades, aunque remotas, de soluci¨®n negociada. Los blancos han votado pr¨¢cticamente en bloque a Chirac, mientras los ind¨ªgenas -ahora minoritarios- no han votado y pueden recurrir cada d¨ªa m¨¢s a la v¨ªa de la violencia. Los peligros de una guerra civil o de la aparici¨®n de una nueva OAS si se dan pasos hacia la retirada de Francia de aquel territorio son casi evidentes. En el tema de los inmigrados y de la pol¨ªtica social en general, cabe prever, sin ilusiones excesivas, cambios notables. Por otra parte, la actitud ante Le Pen ayudar¨¢ a decantar a los centristas sensatos de una derecha dura que la pol¨ªtica de Rocard tiende a reducir y aislar.
En las ideas de Mitterrand para su segundo mandato hay mucho del programa de "socialismo moderado" que Rocard viene propugnando desde hace a?os, con grandes dificultades dentro de su partido. Rocard es un pragm¨¢tico, un socialdem¨®crata, pero no es s¨®lo eso. Resuelto a retirar al Estado de la direcci¨®n de la econom¨ªa, defiende su papel para disminuir las desigualdades sociales. Tiene una sensibilidad -progresista ante problemas que se colocan hoy en primer plano, como la revoluci¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica, las nuevas dimensiones de la libertad de expresi¨®n, el feminismo, la ayuda al Tercer Mundo. Ambiciona propulsar un liberalismo econ¨®mico que no se convierta en thatcherismo, sin caer en los arca¨ªsmos -fue la expresi¨®n que utiliz¨® entonces- del Mitterrand de 1981.
No es aventurado augurar que este proyecto encontrar¨¢ dificultades en el Partido Socialista. La rivalidad entre sus distintas fracciones ha sido el primer obst¨¢culo en la creaci¨®n del Gobierno, en el que, aunque est¨¦n todos los barones socialistas, los m¨¢s importantes ministros son personas ligadas mucho m¨¢s directamente a Mitterrand que al partido. La excepci¨®n ser¨ªa Jospin. Tanto en el El¨ªseo como en Matignon, se percibe la voluntad de gobernar con autonom¨ªa respecto de un partido con serios problemas internos.
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