Jugar a dos barajas
EL DESV?O de una subvenci¨®n de la Generalitat de Catalu?a, te¨®ricamente otorgada para crear empleo en una sociedad dedicada al estudio de las banderas y pr¨¢cticamente residenciada en la organizaci¨®n independentista Crida a la Solidaritat, constituye un sintom¨¢tico indicio de la pr¨¢ctica de un doble lenguaje por parte del nacionalismo conservador que ostenta el poder en la comunidad aut¨®noma.El asunto es pol¨ªticamente: grave, al margen de las posibles irregularidades legales cometidas por los beneficiarios de la subvenci¨®n. Pone en cuesti¨®n los procedimientos establecidos por el Departamento de Trabajo -si es que existen- para controlar el real destino de las subvenciones que otorga para crear empleo. Pero es que, adem¨¢s, sobre el trasiego de fondos entre la peculiar Asociaci¨®n de Vexilolog¨ªa, dirigida y compuesta por militantes de la Crida, y esta misma, se a?ade el reciente conocimiento p¨²blico de que al menos otras tres organizaciones independentistas reciben subvenciones directas del. Gobierno de Pujol.
No es tampoco una an¨¦cdota el momento en que fue despachada una de las subvenciones: d¨ªas antes de la visita del Rey a Barcelona para presidir el acto inaugural del Milenario de Catalu?a, en un acto que por cierto se consideraba una utilizaci¨®n propagand¨ªstica desmedida de la figura del Rey por parte del actual Gobierno de la Generalitat y con intenciones partidistas. Aunque el detalle tenga alg¨²n inter¨¦s, importa poco desde un punto de vista general la cuesti¨®n de si los fondos desviados sirvieron directamente para comprar los cohetes y financiar los carteles con que la Crida recibi¨® ruidosamente a don Juan Carlos o si fueron otros billetes distintos: el principio de unidad de caja hace casi irrelevante esta inc¨®gnita. Estar¨ªamos ante el mismo problema incluso en el caso de que la pol¨¦mica partida se hubiera utilizado s¨®lo para pagar sueldos atrasados de activistas m¨¢s o menos liberados -caracterizados de estudiosos de las banderas del mundo entero- para que pudieran llevar a cabo las acciones contra el Estado y su m¨¢ximo representante en la ¨²ltima semana de abril. Ha quedado demostrada la relaci¨®n de vasos comunicantes (transferencias, pr¨¦stamos) entre la contabilidad de la Crida y la de la Asociaci¨®n de Vexilolog¨ªa, pantalla de la anterior. Y el problema real es el de la transmutaci¨®n de subvenciones para combatir el desempleo en partidas oficiales para fomentar el independentismo.
Con toda probabilidad, en el caso del dinero desviado hacia la Crida nos encontramos ante una omisi¨®n del poder p¨²blico, ante una falta de control por parte de una Administraci¨®n. Pero es que la esencia del sistema subvencionador del Gobierno de Pujol es el de la repartidora: otorgar alegremente cantidades de dinero a una infinidad de asociaciones dispersas y con solvencia heterog¨¦nea para vincularlas de una forma u otra a la idea de una presunta eficacia del poder auton¨®mico. Es posible que el Departamento de Trabajo haya sido sorprendido en su buena fe en el caso de la Crida. Pero ?pod¨ªa desconocer dicho departamento el tipo de asociaciones a que destina sus subvenciones? Al menos otras tres organizaciones independentistas no camufladas figuran en las listas oficiales de los beneficiarios de esas ayudas. Tanta pasi¨®n empleadora de los grupos radicales ?no debiera haber alertado a las autoridades?
Todo ello configura una actuaci¨®n p¨²blica que, desde la ineficacia o desde la negligencia, se convierte en un juego a dos barajas. Algunas de las suspicacias e interrogantes que levant¨® el acto inaugural del Milenario de Catalu?a parecen tener ya respuesta. Mientras el Gobierno de Pujol hac¨ªa profesi¨®n de vinculaci¨®n a Espa?a ante el Rey -y las televisiones recog¨ªan la imagen del acto, muy provechosa para Pujol electoralmente-, los j¨®venes independentistas, subvencionados por el mismo Gobierno boicoteaban la visita de don Juan Carlos. "A cualquier Ayuntamiento de tercera le podr¨ªa pasar", ha dicho el l¨ªder nacionalista, tratando de justificar la desviaci¨®n de la subvenci¨®n. Pero hay quien todav¨ªa quiere que el Gobierno catal¨¢n no merezca una puntuaci¨®n tan pobre.
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