Tres tarritos de miel
JOAQU?N VIDAL, ?lvaro Domecq, ganadero jerezano propietario del hierro de Torrestrella, envi¨® ayer a Las Ventas tres tarritos de miel para que se regalaran el paladar los novilleros. Todo un detalle. En vez de apartar la corrida que le hab¨ªan pedido, se fue a otro lado de Los Alburejos, su finca de Medina Sidonia, donde ha de tener los panales repletos de exquisita miel de romero, y colm¨® con ella los tres tarritos, tres dijes por cierto, redonditos y pintados de distinto color.
Cre¨ªa el ganadero y colmenero jerezano que los novilleros eran golosos, pero se encontr¨® con que no todos gozaban de ese gusto, y alguno ni siquiera ten¨ªa paladar. Los tres novilleros hicieron cata de los tarritos y uno escupi¨® el buche, otro vi¨® que estaba rico pero perdi¨® el apetito y otro se comi¨® la miel a cucharada redonda, chasqueaba la lengua y a¨²n quer¨ªa m¨¢s.
Torrestrella / Ramos, Ni?o de la Taurina, Zorita
Cuatro novillos de Torrestrella encastados, 1?, 2? y 6? chicos y flojos; 4? (sobrero) y 5? de Mart¨ªnez Elizondo, con casta. Jos¨¦ Luis Ramos: pinchazo y estocada corta (vuelta con algunas protestas); estocada y descabello (silencio). Ni?o de la Taurina: pinchazo y estocada contraria (oreja); estocada contraria que asoma, pinchazo perdiendo la muelta, otro, estocada delantera ca¨ªda -aviso con retraso- y tres descabellos (ovaci¨®n con pitos y saludos). Raul Zorita: ocho pinchazos, estocada atravesada que asoma y tres descabellos (silencio) pinchazo, estocada atravesada que asoma y tres descabellos (palmas).Plaza de Las Ventas, 23 de mayo. 11? corrida de feria.
El que escupi¨® se Rama Jos¨¦ Luis Ramos y no hac¨ªa m¨¢s que darle vueltas al tarrito, los naturales, los derechazos, venga el de pecho, venga la trincherilla, todo muy bien, pero el aroma romero de la mielita llegaba a la multitud presente m¨¢s intenso y placentero que la ¨¢rida avalancha de pases. Y pues Jos¨¦ Luis Ramos no ten¨ªa paladar, en vez de saborear el tarrito Torrestrella lo ce?¨ªa, y en uno de los ce?imientos, se llev¨® un revolc¨®n.
Ra¨²l Zorita gulusine¨® la miel y se puso content¨ªsimo. Con esa mielita Torrestrella pod¨ªa explayar su inspiraci¨®n, que es mucha, meci¨® de la ver¨¢nica un apunte y molde¨® un monumento de ayudados, trincheras, pases de la firma, el de pecho, que causaron sensaci¨®n, pero all¨ª se le acab¨® el apetito y el resto de la faena consisti¨® en destemplar lo que antes tan bien templ¨®.
Goloso y adem¨¢s hambriento Nido de la Taurina, se comi¨® el tarro entero. ?am, fiam, por chicuelinas; fiam, ?am la pedresina, y luego un alarde de gusto, de torer¨ªa, de ganas de comerse no ya el tarro sino el mundo entero si necesario fuera. La casta del Torrestreffita se ftind¨ªa con su propia casta, e hizo ver c¨®mo se templan pases, sobre todo c¨®mo se ligan desde el valor, la t¨¦cnica y la majeza, sin ceder al alivio ni un palmo de terreno.
Luego se acab¨® la miel y all¨ª fue ella. Lo que quedaba de la merienda era salsa picante; emulsionada con jam¨®n Jabugo y arom¨¢tico cofi¨¢, pero salsa picante al fin. Tambi¨¦n se trataba de casta, pero otro tipo de casta, la que inquieta a los toreros. Si a Ra¨²l Zorita se le acab¨® pronto la inspiraci¨®n con el novillito de Los Alburejos, el otro de su lote -m¨¢s grande, m¨¢s serio, m¨¢s codicioso-, lleg¨® a desbordarle. Si Jos¨¦ Luis Ramos hac¨ªa asquitos a la golosina Torrestrella, el Mart¨ªnez-Elizondo de casta picante se le indigest¨® y le desarm¨® tres veces, tres.
El Ni?o de la Taurina pretendi¨® hacer con el Mart¨ªnez-Elizondo que tuvo en segundo lugar lo mismo que con el Torrestreflita de principio, pero ten¨ªa m¨¢s cuajo, casta agresiva, y no era lo mismo. Como tiene hambre -de triunfo tiene hambre-, se afan¨®, expuso - aceler¨¦ las suertes, rectific¨® terrenos; el caso era pegar pases, y los peg¨®. A toreros as¨ª antes los llamaban ratoneros. Ahora no se les llama de ninguna manera ya que a casi todos les entra la zozobra cuando el toro aprieta.
Banderille¨® Ni?o de la Taurina f¨¢cil y a cabeza pasada, y los aficionados del sector combativo de la plaza le llamaron la atenci¨®n por eso. Tampoco demasiado. Los aficionados del sector combativo hab¨ªan adoptado una actitud aplaudidora, para contentar por un d¨ªa a quienes quiseran que Las Ventas fuera un coladero. Se trataba de una actitud ir¨®nica, por supuesto, y tantoaplaud¨ªan al picador incivil como a los tarritos de miel, en cuanto los ve¨ªan aparecer por los chiqueros hechos una monada.
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