Vendedores de apariencias
Dos estafadores y una mujer (tin men, en su m¨¢s exacto y descriptivo t¨ªtulo original) transcurre en Baltimore en 1963, en la ¨¦poca en que los autom¨®viles Cadillac a¨²n impon¨ªan sus presuntuosas aletas y lujosos cromados, s¨ªmbolo de ostentosa apariencia, adulando el orgullo de sus propietarios, aunque ya entonces se atisbaba un futuro m¨¢s austero y pr¨¢ctico, donde la irrupci¨®n de los compactos y utilitarios europeos variar¨ªan los criterios de imagen.La historia, basada en la expenencia observadora del realizador, Barry Levinson, durante los a?os pasados en la ciudad del estado de Maryland, nos introduce en el mundo de los vendedores de recubrimientos de aluminio para viviendas, los tin men, que pose¨ªan veh¨ªculos de dichas marcas, como apariencia necesaria para impresionar a sus futuras v¨ªctimas / clientes.
Dos estafadores y una mujer
Direcci¨®n y gui¨®n: Barry Levinson. Fotografia: Peter Sova. M¨²sica: David Steele y Andy Cox. Producci¨®n: Mark Johnson. Estados Unidos, 1987. Int¨¦rpretes: Richard Dreyfuss, Danny DeVito, Barbara Hershey, John Mahoney, Jackie Gayle, Stanley Brock, Seymour Cassel. Estreno en Madrid: cines Bilbao, Palacio de la Prensa, Vel¨¢zquez y Regio.
Y precisamente el deterioro de la imagen exterior -el choque de dos flamantes haigas conducidos por los protagonistas- es el acontecimiento que propicia el arranque del desarrollo argamental, a lo largo del cual los antagonistas buscar¨¢n con avidez la ocasi¨®n propicia para deteriorar mutuamente sus coches.
Dosificados 'gags'
El pretexto argumental de la destrucci¨®n de un veh¨ªculo, aqu¨ª sustituido por el deterioro, que en manos de Stan Laurel y Oliver Hardy se reduc¨ªan a pocos e intensos minutos de acci¨®n, aqu¨ª da lugar a dosificados gags durante toda la pel¨ªcula. Pero el director y guionista Barry Levinson, huyendo del slapstick, en esta su cuarta realizaci¨®n, tras Diner, El mejor y Young Sherlock Holmes, paralelamente a las disputas, agresiones y venganzas de los conductores, introduce el romance amoroso, e incluso deja dislumbrar un final feliz, al tiempo que ilustra sobre las artima?as de tan peculiares vendedores domiciliarios.El tri¨¢ngulo argumental se apoya en las personalidades contrastadas de Richard Dreyfuss, Danny DeVito y Barbara Hershey, sazonando la comedia con gotas de amargura que realzan el sabor del contraste apariencia / realidad, sobre cuya sombra se mece la narraci¨®n.
L¨¢stima que tan loable intenci¨®n de combinar los elementos citados se quede en mezcla, estructur¨¢ndose el filme en bloques que al no estar arm¨®nicamente encajados hacen resentirse a la narraci¨®n de bruscos cambios de atm¨®sfera, sin decantarse tampoco la comedia en intensificar uno de sus aspectos, y dando por resultado un producto m¨¢s curioso que logrado, a pesar de poseer una potencial riqueza en su idea argumental, cercano a la mediocridad.
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