El regreso del 'buda'
LA PROCLAMACI?N de Fraga como candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia en las elecciones de 1989 ha servido para que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, presidente del Gobierno de Castilla y Le¨®n, reclame la vuelta del l¨ªder conservador a la pol¨ªtica nacional. 'No os lo qued¨¦is para vosotros solos. Espa?a tambi¨¦n lo necesita", dijo a sus correligionarios gallegos quien pasa por ser uno de los m¨¢s activos dirigentes aliancistas del momento.Si la demanda no hubiera sido hecha por Aznar, podr¨ªa parecer un simple cumplido en un momento de emoci¨®n. Pero su autor se ha significado en la cr¨ªtica a la actual direcci¨®n de Alianza Popular y ha aparecido como favorito de los sectores de la derecha que maniobran para buscar un sucesor a la indigencia pol¨ªtica de Hern¨¢ndez Mancha. El reclamo, pues, tiene todos los visos de no ser exclusivamente literario.
Cuando, hace a?o y medio, Fraga abandon¨® la presidencia de Alianza Popular, el motivo que adujo fue que su presencia imped¨ªa plantear abiertamente el debate sobre el futuro del centro derecha. Desde este punto de vista, su retirada eliminaba un obst¨¢culo al desarrollo de una alternativa que tratara de extender la opci¨®n conservadora hacia sectores del centro. Pero se ha demostrado lo que ya era entonces m¨¢s que una sospecha: la marcha del l¨ªder conservador, aunque necesaria, no era condici¨®n suficiente por s¨ª misma para que el proyecto adquiriese consistencia. Ni su sucesi¨®n ha sido consolidada en este tiempo, ni las perspectivas del partido han mejorado un ¨¢pice -antes bien, se han deteriorado- respecto de las existentes en diciembre de 1986. El despegue aut¨®nomo de Su¨¢rez en el panorama pol¨ªtico quita toda posibilidad a la expansi¨®n de AP por su izquierda y, de hecho, es el principal obst¨¢culo que encuentra en su camino para romper el techo electoral cimentado en torno a su antiguo dirigente.
En estas circunstancias, han florecido los movimientos contra Hern¨¢ndez Mancha, un personaje apenas anecd¨®tico en el devenir de la pol¨ªtica nacional, incapaz de nuclear nada en torno de s¨ª que no sean asentimientos de peque?os bur¨®cratas. Todo ello contribuye a mantener la nostalgia por un Fraga dispuesto a hacerse de nuevo con el tim¨®n del barco y a conducirlo al deseado puerto del poder. Nostalgia que si en muchos ha sido sincera, otros la utilizan como arma para desbancar a la actual direcci¨®n.
El proyecto de renovaci¨®n ideol¨®gica y personal iniciado por Hern¨¢ndez Mancha al frente del principal partido de la derecha espa?ola ha sido todo un fiasco. El previsible fracaso de AP en las elecciones catalanas est¨¢ en puertas de constituirse en una prueba m¨¢s. Sin embargo, no es pensable que la vuelta de Fraga sea un remedio para la permanente crisis de AP.. Este gran buda del conservadurismo espa?ol dif¨ªcilmente puede encarnar a estas alturas una promesa de renovaci¨®n aut¨¦ntica. Son indudables sus dotes pol¨ªticas, un cierto carisma suyo entre los amantes del populismo y una afici¨®n al trabajo que no le excusa de presentarse siempre como el poseedor de la verdad. Pero el fraguismo se inscribe hoy en los anales de la arqueolog¨ªa pol¨ªtica. Y quienes siguen jugando con esa f¨®rmula muestran que no son capaces de recuperarse de uno de los males profundos de la derecha espa?ola: su incapacidad para romper con ideas y prejuicios que le impiden convertirse en una opci¨®n democr¨¢tica y moderna.
O sea que ni con Fraga ni sin ¨¦l encuentran remedio los problemas de AP. Pero la dignidad pol¨ªtica del protagonista de este regreso se va a ver muy mermada con su retorno a casa a trav¨¦s del tinglado auton¨®mico. Fraga es el peor candidato posible a la hora de imaginar nada que quiera combatir el centralismo: es la encarnaci¨®n misma de ese centralismo. Y si contin¨²a siendo mi reclamo considerable para varios millones de votos conservadores, es un estorbo definitivo para la recuperaci¨®n del centro del electorado.
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