Matar y destruir
CONTRA LO que a veces pretenden hacer creer los estrategas de la violencia, matar no es una acci¨®n que requiera heroicas aptitudes. Basta con carecer de escr¨²pulos, porque redactar un comunicado asegurando que nobles y generosos sentimientos mueven a los que activan los explosivos o disparan las pistolas es la cosa m¨¢s sencilla del mundo. Tampoco es cierto que la estrategia terrorista precise de un determinado clima social, de un apoyo, siquiera sea impl¨ªcito, por parte de sectores significativos de la poblaci¨®n. Los atentados del viernes en Galicia -como antes las acciones violentas de Terra Lliure en Catalu?a- lo confirman una vez m¨¢s. El terrorismo carece en Galicia del m¨¢s m¨ªnimo soporte social. Las preocupaciones de sus ciudadanos, las inquietudes de sus sectores m¨¢s din¨¢micos, nada tienen que ver con el mesianismo de quienes tratan desesperadamente de hacerse notar, ya que no por sus ideas, por el estruendo que produce su ausencia de criterios morales.Porque el terrorismo no s¨®lo degrada moralmente, sino que entontece a sus omnipotentes art¨ªfices: en la entrevista con dirigentes de ETA publicada la semana pasada en un diario catal¨¢n se sostiene con aplomo la teor¨ªa seg¨²n la cual la coincidencia en 1992 de los Juegos Ol¨ªmpicos, la Exposici¨®nInternacional de Sevilla y dem¨¢s conmemoraciones del V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica pretende "debilitar lo m¨¢s posible al movimiento de liberaci¨®n nacional vasco". Los iluminados que, consider¨¢ndose el centro de cuanto ocurre o deja de ocurrir, se atribuyen el derecho a destruir y matar, s¨®lo consiguen destruir y matar. Ninguna causa avanzar¨¢ un ¨¢pice con su acci¨®n. Su violencia es, adem¨¢s de injusta, in¨²til.
Por ello resulta relativamente irrelevante saber si los autores del asesinato del empresario Claudio San Mart¨ªn y de la destrucci¨®n de la casa de Manuel Fraga en Perbes (La Corufia) pertenecen al Ex¨¦rcito Guerrilleiro o a los GRAPO. En cualquiera de las dos hip¨®tesis, se trata de grupos cuyo ¨²nico objetivo constatable es el de demostrar que existen. Fraga es un cualificado candidato a la presidencia de la Xunta, correspondiendo a los gallegos la decisi¨®n de otorgarle o negarle su confianza. Al pretender interferir en esa decisi¨®n mediante la colocaci¨®n de explosivos, es contra el derecho de la gente a expresar sus opiniones contra lo que est¨¢n atentando los autores de la haza?a. Al asesinar a sangre fr¨ªa a un industrial, se est¨¢ atentando contra el primer derecho humano y contra una convivencia que cost¨® mucho construir.
Pero de la inanidad intelectual y moral de los terroristas no debe deducirse una actitud de pasividad social ante sus actuaciones. Las lamentaciones de algunas fuerzas vascas que en el pasado restaron importancia a la din¨¢mica que se estaba generando, cuando no la estimularon con sus ambig¨²edades o silencios interesados, deber¨ªa servir para alertar las conciencias. La sociedad gallega debe reaccionar ahora que es tiempo. Porque el rechazo de los terroristas, cualquiera que sea el color de las banderas en que se embocen, es hoy una causa de todos los dem¨®cratas de Galicia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.