Llegaron los b¨²hos
Nadie se atreve a fijar la fecha que marc¨® el fin de la guerra fr¨ªa. Pero hace ya a?os que no se escuchan las expresiones que reflejaban el ¨¢nimo colectivo imperante durante la guerra fr¨ªa. La m¨¢s popular de las charadas fue: ?Qu¨¦ es un pesimista? Aquel que estudia chino. ?Y un optimista? El que estudia ruso.La primera nave espacial, el peque?o Sputnik ruso de 1957, populariz¨® una macabra definici¨®n del futuro que esperaba a la humanidad: Red or dead (Rojo o muerto). John Kennedy logr¨® levantar el ¨¢nimo de Occidente cuando inici¨® proyectos espaciales con una frase de cuatro palabras que le dict¨® su sentido permanente de la oportunidad: Nor red nor dead (Ni rojo ni muerto).
La literatura y Hollywood se ocuparon en llenar el vac¨ªo tem¨¢tico que hab¨ªa dejado el agotamiento de la carnicer¨ªa iniciada por Hitler. Los lectores se abalanzaron sobre los esp¨ªas que sal¨ªan del fr¨ªo; los espectadores recib¨ªan en im¨¢genes la descripci¨®n de su propio aniquilamiento. A pesar de todo, los observadores pol¨ªticos insist¨ªan en que la Mutual assured destruction creaba un equilibrio del terror que imped¨ªa la guerra nuclear, la guerra definitiva, la Tercera Guerra Mundial. (Aunque garantizaba los enormes beneficios del complejo militar-industrial que denunci¨® Eisenhower.)
No fue un debate f¨¢cil; no lo es todav¨ªa. Es cierto que la guerra nuclear fue evitada en momentos que aparec¨ªa inevitable. Pero m¨¢s perturbador fue que se presentara como inevitable la carrera armamentista destinada a lograr ese equilibrio del terror que habr¨ªa de preservar la vida de todos. Fueron los a?os terribles de los halcones y las palomas. Y ahora que esa pesadilla ha pasado, la celebraci¨®n es imposible, porque no hay forma de fijar la fecha en el calendario, decir cu¨¢ndo concluy¨® la guerra fr¨ªa.
La alegr¨ªa, en todo caso, es posible aun sin aniversario comprobable, si bien resulta algo intelectualizada: la aparici¨®n de los b¨²hos fue anunciada oficialmente. El profesor Charles S. Maier, de la Universidad de Harvard, ha revelado que los analistas del tema nuclear en esa eminente casa de meditaci¨®n y estudios se dividen ahora en halcones, palomas y b¨²hos. El profesor Maier dijo: "Los b¨²hos son aquellos que aceptan la pol¨ªtica del equilibrio del terror, pero proponen mejoras marginales. ?stas servir¨¢n para prevenir una escalada no deseada o un apresuramiento en direcci¨®n al bot¨®n".
Cuarenta y tres a?os corridos de paz mundial -las guerras regionales y matanzas circunscritas no cuentan- parecen dar la raz¨®n a quienes insisten en que se puede vivir con la bomba nuclear, aunque tomando recaudos para no lastimarse. Como los erizos cuando hacen el amor.
Los acuerdos Reagan-Gorbachov de diciembre de 1987 y los que podr¨ªan surgir tras la cumbre que se celebra estos d¨ªas en Mosc¨² han elevado el prestigio de los b¨²hos. No habiendo aparecido hasta ahora fuerza pol¨ªtica o religiosa capaz de imponer la destrucci¨®n de todas las armas nucleares, al menos tratemos que las ojivas no nos destruyan a nosotros. Quiz¨¢ despu¨¦s de los b¨²hos comience la etapa de los seres humanos.
Bertolt Brecht escribi¨®: "Pero el que quiere dar el gran salto ha de retroceder unos pasos. El hoy, alimentado por el ayer, desemboca en el ma?ana. La historia quiz¨¢ haga tabla rasa de todo, pero no acepta el vac¨ªo".
Sin poder dar el gran salto, los b¨²hos se ocupan de que retrocedamos unos pasos. Y, si bien la historia todav¨ªa no ha hecho tabla rasa de todo, s¨®lo de la guerra fr¨ªa, hay que llenar este vac¨ªo.
Sylvester Stallone lo est¨¢ haciendo. En Rambo II mueren en la pantalla 75 enemigos, entre sovi¨¦ticos y vietnamitas, y un solo norteamericano. Los sovi¨¦ticos se quejaron amargamente. Hace unos meses, el f¨ªsico y astr¨®nomo Carl Sagan visit¨® en Mosc¨² a Vitaly Korotich, director de la revista Ogonyok. Gracias a la glasnost, Ogonyok es hoy la m¨¢s interesante y provocativa publicaci¨®n del mundo comunista. En el di¨¢logo, hubo este intercambio:
Sagan: "Tambi¨¦n quiero hablar sobre las cosas que hubo en nuestro pasado y que nos asusta reconocer. Quiero criticar a ambas naciones por igual, porque ambas son responsables de los peligros que hemos creado en la Tierra".
Korotich: "Estoy de acuerdo que no podemos continuar viviendo juntos en el mundo y continuar creando im¨¢genes del otro como el enemigo. Sugiero que comencemos con una moratoria de las pel¨ªculas del odio como las de Rambo".
No, un b¨²ho no aceptar¨ªa la sugerencia del colega Vitaly Korotich. Rambo ya ha triunfado en la competencia con los rusos, ha ganado la guerra en Vietnam, ha destruido a los sandinistas. Si bien los halcones quieren que ahora Rambo termine con Fidel Castro y las palomas le exigen que haga desaparecer a los promotores de la guerra de las galaxias, los b¨²hos se inclinan por un operativo que termine con los traficantes de droga sin afectar la libre determinaci¨®n del pueblo colombiano. Rambo es inofensivo y tranquiliza al americano medio. Le hace rechazar la idea de una nueva guerra porque Rambo ya est¨¢ triunfando en todas las que se presentan. De lo contrario, ser¨ªan a¨²n m¨¢s los americanos tragados por las fauces de los evangelistas televisivos a quienes ning¨²n b¨²ho ha logrado convencer de que la guerra contra el diablo est¨¢ en manos de Dios y no de George Bush.
M¨¢s delicada es la situaci¨®n de John le Carr¨¦. No llegan esp¨ªas del fr¨ªo. Y aunque tuvo dificultades con el tema de Oriente Pr¨®ximo, con aquella perversa ingenua del tambor, el hecho es que el principal yacimiento a¨²n no explorado es el espionaje israel¨ª en Estados Unidos. El pobre Jonathan Pollard, con cadena perpetua en una c¨¢rcel de su pa¨ªs, rob¨® en el Pent¨¢gono m¨¢s documentos secretos -para la aviaci¨®n israel¨ª- que todos los esp¨ªas sovi¨¦ticos que trabajaron en Estados Unidos desde que Le¨®n Trotski dictaba clases en el Bronx, aunque esto ocurri¨® antes de la revoluci¨®n. Aun cuando se decidiera por esta v¨ªa, Le Carr¨¦ tendr¨ªa que tomar una dificil decisi¨®n: ?Qui¨¦n habr¨¢ de ser el ganador considerando que los dos pa¨ªses forman parte de Occidente y son aliados?
Siempre queda la posibilidad de mofarse de la CIA. Pero, ?m¨¢s todav¨ªa? No debe quedar misi¨®n secreta en estado de virginidad. Todas han sido desmenuzadas, relatadas, criticadas. Los tres libros m¨¢s recientes son: Veil: the secret wars of the CIA 1981-1987, de Bob Woodward; Covert action. The limits of intervention in the postwar world, de Gregoy Treverton, y The perfect failure. Kennedy, Eisenhower and the CIA at the Bay of Pigs, de Trumbull Higgins.
Supongo que m¨¢s angustiado a¨²n debe sentirse Len Deighton. La guerra fir¨ªa tuvo en el muro de Berl¨ªn uno de sus monumentos m¨¢s conmovedores. Aquel grito del presidente Kermedy frente a la pared -"Ich bin ein Berliner"- marc¨® el camino para toda una literatura. Pero, en 1985, unos 100.000 alemanes del Este visitaron normalmente la Alemania Occidental. Fueron m¨¢s de un mill¨®n en 1987. Un cientificista pol¨ªtico experto en Alemania, Will¨ªam E. Griffith, sostiene que el Estado alem¨¢n est¨¢ dividido en dos, pero la naci¨®n alemana se mantiene unida. Los alemanes saben que por ahora la reunificaci¨®n pol¨ªtica es imposible, pero la identidad nacional los convierte en b¨²hos de la clase cervecera que han dejado atr¨¢s la guerra fr¨ªa a cambio de la m¨¢s espectacular convivencia lograda hasta ahora entre dos Estados pertenecientes a diferentes bloques. No falta mucho para que los productos de la Alemania comunista busquen alg¨²n resquicio para entrar al Mercado Com¨²n Europeo aprovechando la tecnolog¨ªa que les llega desde el otro lado del muro.
La historia, como quer¨ªa Brecht, est¨¢ completando con nuevos atractivos el vac¨ªo dejado por la guerra fr¨ªa. Por ejemplo, quiz¨¢ estemos acerc¨¢ndonos a un Estado palestino. La rebeli¨®n palestina, de haber ocurrido en la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa, habr¨ªa enfrentado a las dos potencias; hubieran abundado las invectivas y acusaciones. Hoy ambas coinciden en la soluci¨®n, y la Uni¨®n Sovi¨¦tica espera pacientemente que Estados Unidos imponga alguna sensatez al aliado israel¨ª.
A Brecht le hubieran encantado la ecolog¨ªa y el feminismo con destino al vac¨ªo hist¨®rico. El a?o 1.987 sirvi¨® para escudri?ar el estado en que qued¨® 1968. Aquellos revolucionarios est¨¢n convencidos hoy de que salvar la tierra, el agua y el aire es salvar al hombre. Aquellas rebeldes descubrieron que un paso adelante que dan por los derechos de la mujer permite que avance dos pasos la sociedad en su conjunto por los efectos multiplicadores que logran: progresa la igualdad racial, el pluralismo, la educaci¨®n, la vida afectiva.
No est¨¢n mal orientadas las feministas. Agnes Smedley, la periodista americana que estuvo con Mao Zedong en las cuevas de Yenan en 1934 despu¨¦s de la Larga Marcha, y cuyo sepulcro est¨¢ en China, cerca de Beijing, expres¨® su convicci¨®n de que el poder proletario nada har¨ªa para resolver la identidad de la mujer. No se atrevieron a acusarla de desviacionista, si bien la mujer de Mao en esa ¨¦poca, la hermosa He Zizhen, la acus¨® de ser un "diablo extranjero". Agnes la sent¨® de un pu?etazo. Mao se divorci¨®.
S¨ª, la guerra fr¨ªa ha concluido. Los b¨²hos aseguran que no habr¨¢ exterminio total, no habr¨¢ holocausto nuclear ni suicidio colectivo. Restan, eso s¨ª, las estupideces de Rambo y el macabro espect¨¢culo que ofrecen la violencia, la miseria, la injusticia en los pa¨ªses subdesarrollados, en los desarrollados y en las naciones en v¨ªas de desarrollo.
La paz est¨¢ con nosotros.
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