El inspector de Hacienda ante su futuro
En los ¨²ltimos a?os, e figura se ha ido transformando en su organizaci¨®n y funciones en l¨ªnea pareja a la reforma fiscal de 1977. Era uno de los m¨¢s significados cuerpos de elite de la Administraci¨®n, aunque exist¨ªan tres categor¨ªas, en funci¨®n de los tributos sobre los que ten¨ªan competencias: intendentes, t¨¦cnicos fiscales y diplomados.
Los dos primeros eran claramente elitistas, siendo su extracci¨®n social de clase media alta, formando aut¨¦nticos clanes, al igual que otros cuerpos de la Administraci¨®n civil y militar; gozaban de un gran prestigio profesional, en una ¨¦poca de escasa complejidad y movilidad fiscal, donde no exist¨ªa conciencia fiscal. Las controversias fisco-con-tribuyentes se dirim¨ªan amistosamente, como si se tratara de una transacci¨®n mercantil. Por lo dem¨¢s, disfrutaban de un enorme prestigio social y unas retribuciones basadas en porcentajes sobre actas levantadas, lo cual los convert¨ªa en privilegiados.
Esta figura cambia radicalmente a partir de 1977; se unifican los cuerpos en uno solo (inspector financiero y tributario), y se crea un cuerpo intermedio: el de subinspectores de Hacienda. La figura se masifica en n¨²mero y se abre a otras capas sociales, con lo cual comienza a perder prestigio social y, aparejadamente, su poder adquisitivo desciende de forma vertiginosa.
Problemas retributivos
Las retribuciones no se basan en participaci¨®n en actas, sino que cobra un sueldo francamente es caso y, eso s¨ª, un complemento espec¨ªfico relativamente importante que hace que siga siendo un privilegiado respecto a otros funcionarios, pero ya no comparativo respecto a los profesionales de la empresa privada o que desempe?an su profesi¨®n libremente.
Por contra, la movilidad y complejidad fiscal le exigen una preparaci¨®n m¨¢s extensa y una puesta al d¨ªa continua. Adem¨¢s se topa con unos ciudadanos y unas empresas que van adquiriendo mayor conciencia fiscal, que cuentan con profesionales muy bien preparados y retribuidos en consonancia. Se encuentran con que, adem¨¢s, el fraude no es tan burdo, sino mucho m¨¢s sofisticado, etc¨¦tera. Todo ello provoca en los mayores una situaci¨®n de a?oranza y en los m¨¢s j¨®venes una sensaci¨®n de frustraci¨®n y desest¨ªmulo. Con la llegada del PSOE al poder, esta tendencia se acent¨²a, a pesar de algunas ilusiones iniciales.
La pen¨²ltima prueba de ello es la refundici¨®n en un solo cuerpo de finanzas de los colectivos pertenecientes anteriormente; adem¨¢s de los inspectores financieros y tributarios, los interventores, inspectores de seguros y los de aduanas. Todo ello no se ha sabido con qu¨¦ objetivo, dado que cada cual sigue con sus respectivas especialidades.
Hace unos d¨ªas se ha hecho saber a la asociaci¨®n de inspectores el prop¨®sito del ministerio de dar entrada a corto plazo a 1.500 personas para efectuar tareas de inspecci¨®n mediante funciones de selecci¨®n distintas de la tradicional oposici¨®n.
El asunto, como casi siempre ocurre, ha sido ya objeto de manipulaci¨®n en algunos medios de comunicaci¨®n de tendencia conservadora. Esto es grave, dado que con ello no se consigue sino la manipulaci¨®n pol¨ªtica del problema por quienes no tienen nada que ver con ¨¦l. De esta forma no se hace sino dar la raz¨®n a quienes consideran que bajo todas estas pol¨¦micas subyace un planteamiento sectario de defensa de privilegios corporativos.
Fraude fiscal
Ser¨ªa un error que el planteamiento no se hiciera desde el ¨¢mbito estrictamente profesional.
Desde este exclusivo ¨¢mbito hay que partir de una serie de premisas: el fraude fiscal en nuestro pa¨ªs sigue desgraciadamente muy extendido, y cada vez en ¨¢mbitos y mediante formas m¨¢s sofisticadas.
Adem¨¢s de la potenciaci¨®n y mejora de los sistemas de inform¨¢tica y de gesti¨®n, es imprescindible, por bastante tiempo, contar con un personal suficiente en n¨²mero, con una amplia y profunda preparaci¨®n tanto a nivel te¨®rico como pr¨¢ctico. El acceso a esta funci¨®n, sobre todo en los niveles m¨¢s elevados, dudo mucho que sea la v¨ªa m¨¢s adecuada el hacerlo directamente de la calle. A mi juicio, el procedimiento que ofrece m¨¢s garant¨ªa es aprovechar la preparaci¨®n y experiencia de una buena parte del actual colectivo de subispectores. Ello debe completarse con unas retribuciones que no debieran escandalizar a nadie y que estar¨ªan en consonancia con el nivel del preparaci¨®n y la penosidad de la funci¨®n, que es un aspecto que apenas se ha comentado y que con el incremento de las sanciones y la figura del delito fiscal hay que valorar.
Finalmente, creo con sinceridad que la organizaci¨®n en base a organizaciones que tienen una connotaci¨®n social e hist¨®rica como de defensa de una serie de principios corporativos es un error. El inspector es un trabajador cualificado por una determinada funci¨®n que aspira a un reconocimiento social y econ¨®mico en consonancia.
Hace unos d¨ªas, la Secretar¨ªa de Estado de Hacienda, dentro de una serie de medidas tendentes a poner fin a la huelga de interventores, ha presentado un borrador de resoluci¨®n, seg¨²n el cual se permite el acceso a funciones de inspecci¨®n del resto del colectivo del cuerpo de finanzas mediante un curso organizado por la Escuela de Hacienda P¨²blica. Este curso tendr¨ªa una duraci¨®n de tres meses y puede hacerse a distancia.
Ello ha provocado una reacci¨®n virulenta, inmediata y un¨¢nime de los inspectores.
Es hora ya de que se aborde una pol¨ªtica seria, que efect¨²e un dise?o de la carrera administrativa, uno de cuyos ¨²ltimos pelda?os puede ser el ejercicio de la funci¨®n inspectora.
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