Cu¨¦llar torea de verdad
EMILIO MART?NEZ Tres novillero placeados y aspirantes a la alternativa actuaron ayer en la plaza de Aranjuez. De ellos, s¨®lo uno tore¨® de verdad, Juan Cu¨¦llar, que cumpli¨® con la obligaci¨®n que impon¨ªan los excelentes novillos de ?ngel Ortela, a los que se les ca¨ªan las orejas.
Milla y Norte ¨²nicamente se dieron cuenta en la segunda parte del festejo, tras el rapapolvo que les hab¨ªa pegado el de Colmenar de Oreja con su actuaci¨®n en eltercero.
Si torear es poder al toro, dominar sus embestidas y hacerlo con autenticidad, Cu¨¦llar tore¨®. Si es prender el celo del animal en la intiletaplanch¨¢, marcarle el viaje desde su entrada en jurisdicci¨®n, llevarlo templad¨ªsimo, rematar junto a la cadera, y quedar colocado para el siguiente pase, sin perder terreno, Cu¨¦llar tore¨®.
Ortega / Milla, Norte, Cu¨¦llar Novillos de Angel Ortega, bien presentados, bravos y nobles
El mayoral sali¨® a hombros. Luis Milla: ovaci¨®n tras un aviso; oreja. Julio Norte: ovaci¨®n; oreja. Juan Cu¨¦llar. dos orejas; dos orejas. Se guard¨® un minuto de silencio en memoria de El Campe?o.Plaza de Aranjuez, 4 de junio.
Variedad de suertes
Estos condimentos los aderez¨® con valor, ora racional, ora temerarlo. A la unidad y armon¨ªa de sus faenas a?adi¨® la variedad de suertes menores, el p¨¦ndulo, desplantes -en uno de ellos sufri¨® un revolc¨®n-, pases "del reclinatorio" y manoletinas citando con el cuerpo, v¨¢lidas cuando son demostraci¨®n de poder¨ªo y dominio. Tanta verdad la rubric¨® con dos estocadas hasta los gavilanes en las que volvi¨® a jugarse el f¨ªsico.
S¨®lo desenton¨® su feo manejo del percal, con el que debe mejorar. Cu¨¦llar, si sigue as¨ª, podr¨¢ comprarse lo que sue?an todos los toreros al principio de su carrera: el cortijo y el mercedes. Destac¨® en la brega y con los palos su. subalterno Lorenzo del Olmo.
Luis Milla y Julio Norte, que en su primer enemigo no hab¨ªan pasado de un fr¨ªo academicismo, despertaron despu¨¦s. Ante sus segundos novillos, muy nobles, se dejaron el cerote, las precauciones y las mojigangas, m¨¢s propias de figuras consagradas y millonarias y se entregaron algo m¨¢s.
Aplicaron la clase que poseen y, sin alcanzar el nivel de C¨²ellar, pasaron de las frusler¨ªas de toreo a alumbrar deleitosos momentos con los que al menos alcanzaron por los pelos la m¨ªnima dignidad exigible a quienes quieren cotizarse como toreros. Porque si siguen as¨ª todo lo que podr¨¢n comprarse ser¨¢ una maceta y un seiscientos.
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