Bob Geldof, redimido por el billar
Les Blair, director que comparti¨® su formaci¨®n cinematogr¨¢fica en las escuelas de Londres y Praga, realiz¨® sus primeras experiencias profesionales en diversas producciones televisivas, medio que compatibiliz¨® con el cine, donde fiIm¨® varias pel¨ªculas sobre delincuentes y polic¨ªas.En Number one insiste, en cierto modo, al mostrarnos un submundo, situado en un barrio urbano, donde se relacionan polic¨ªas, peque?os delincuentes y apostadores en un ambiente de pubs, billares y gimnasios.
El protagonista, un joven bar'-iobajero, vividor y amante de sa libertad, que sobresale en el Juego del billar -cualidad que emplea para sobrevivir-, est¨¢ interpretado con acierto por Bob Cireldof, el cantante irland¨¦s que como actor es conocido en nuestras pantallas por el filme de Alan Parker The wall.
Number one
Direcci¨®n: Les Blair. Gui¨®n: Gordon F. Nellman. Fotograf¨ªa: Balirarri Manocheri, Producci¨®n: Mark Forstater y Raymond Day. Reino Unido, 1984. Int¨¦rpretes: Bob Geldof, Mel Smith, Alison Steadrnan, P. H. Moriarty, Phil Danieis.Estreno en Madrid: cine Renoir (versi¨®n original).
La elecci¨®n honrada
Number one -que pertenece al g¨¦nero que nos muestra c¨®mo un Joven que sobresale en un juego o deporte se redime en ¨¦l, el billar en este caso, efectuando una elecci¨®n honrada y venciendo al mundo tramposo que le rodeaest¨¢ realizado con solvencia y f¨²ncionalidad, y presenta a unos personajes bien definidos, humanos y cre¨ªbles.El desarrollo de la narraci¨®n goza de buen pulso en la dosificaci¨®n de la acci¨®n, y muestra la corrupci¨®n asumida y cotidiana del entorno urbano elegido, donde la l¨ªnea que separa la ley del delito es transgredida por represe ntantes del orden corruptos, en un entorno donde el personaje m¨¢s sincero que se nos presenta es una prostituta.
L¨¢stima que al final del filme se desvanezca su discurso en un desenlace simpl¨®n, donde la moralidad se impone con manique¨ªsmo, con el triunfo de la justicia y el castigo de los transgresores de la ley, al tiempo que aparecen los manidos letreritos que nos ilustran sobre la suerte y castigo de los infractores del orden establecido, poniendo filtro c¨®mico al realista bosquejo social que nos ha mostrado con anterioridad. De esta forma sus virtudes se desvanecen y desaparece la solidez del producto, que da lugar a un sentimiento de enga?o, esfum¨¢ndose el placer de un filme menor, pero correcto.
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