Amigos otra vez
Argelinos y marroqu¨ªes descubren estos d¨ªas con entusiasmo que una docena de a?os de ruptura de relaciones diplom¨¢ticas no ha afectado a la profunda simpat¨ªa que se profesan ambos pueblos. La rivalidad pol¨ªtica regional entre Rabat y Argel no ha sido nunca seguida con entusiasmo por las gentes de a pie de los dos pa¨ªses magreb¨ªes.Unos 60 periodistas marroqu¨ªes cubren la cumbre ¨¢rabe y, sobre todo, la presencia en Argel del rey Hassan II. Para casi todos es la primera visita a la capital vecina en su vida o al menos en su vida reciente. Y est¨¢n encantados. Pasean por la cashba descubriendo su parecido con las medinas marroqu¨ªes; se inflan de los afamados d¨¢tiles argelinos; hablan en la misma lengua, el dialecto ¨¢rabe magreb¨ª, con las gentes de Argel; discuten mucho con sus colegas y acuerdan que donde dije digo quise decir Diego y que pelillos a la mar, los insultos intercambiados en los respectivos peri¨®dicos y emisoras eran s¨®lo fruto de las necesidades de la propaganda coyuntural.
Los marroqu¨ªes admiran el modo heroico con el que sus vecinos arrancaron la independencia. El mill¨®n de muertos argelinos en la lucha contra el colonialismo franc¨¦s ha pesado siempre en Rabat, Fez, Marraquech o Tetu¨¢n, incluso en los peores rnomentos del enfrentamiento de los respectivos reg¨ªmenes. Los argelinos aprecian las bellezas naturales de Marruecos, la hermosura de sus ciudades, la fertilidad de sus campos, la dulzura de su vida. Con la reapertura de la frontera com¨²n va a producirse sin duda un aluvi¨®n de turistas argelinos en el otro lado.
Unos y otros est¨¢n de acuerdo en que lo que llaman el "desaf¨ªo de la Europa unida" les obliga m¨¢s que nunca a asociarse, a hablar con una sola voz, al menos en asuntos de ¨ªndole econ¨®mica. La verdad, admiten todos, es que el problema que origin¨® el divorcio, la crisis del S¨¢hara, no tiene todav¨ªa una clara soluci¨®n.
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