Cogida menos grave de Manuel Corona

El sexto novillo, grande y con genio, cogi¨® tres veces a Manuel Corona durante la faena de muleta. A la tercera le peg¨® la cornada, pero Corona sigui¨® toreando y s¨®lo cuando lo vio doblar, se dej¨® conducir a la enfermer¨ªa. Un rasgo de pundonor, que la afici¨®n valora como se merece.Hasta entonces Corona hab¨ªa dado mucho que discutir,entre aficionados -la docena y media que hab¨ªa en la plaza- pues no se sab¨ªa qu¨¦ clase de torero quiere ser. Si de gusto, apunt¨® detalles en su primera faena, cuando ligaba los redondos, bajando la mano; si tremendista, tambi¨¦n, cuando se tir¨® de rodillas para concluir esa faena y prologar la otra.

Qued¨® m¨¢s claro, sin embargo, que a¨²n no est¨¢ maduro para aprovechar debidamente novillos encastados y nobles como fueron el primero de su lote y, en general, todos los de Santa Mar¨ªa. Le desbordaba la casta, la nobleza desmerec¨ªa la calidad de los pases.

Algo parecido ocurri¨® con sus compa?eros. Luguillano desperdici¨® dos novillos extraordinarios. La cadera ac¨¢ y all¨¢, m¨¢s pendiente de componer posturas que de profundizar las suertes, en su primero no par¨® de correr a la salida de cada pase, a su segundo le lig¨® dos tandas de redondos templando y mandando, y luego le ahog¨® la embestida.

Rui Bento le lig¨® muy bien al tercero las primeras series de redondos y despu¨¦s se vino abajo mientras el sensacional novillo se iba arriba. De conjuntada y honda pas¨® la faena a ser deslabonada y superficial.

El quinto, protestad¨ªsimo porque no ten¨ªa trap¨ªo, acab¨® incierto y bastante hizo Rui Bento con probarle por ambos pitones.

Banderille¨® f¨¢cil Bento, mientras con el estoque cobr¨® el m¨¢s horrendo bajonazo de la tarde. Debe ser torero imaginativo, pues aunque estaba el novillo alevosamente ensartado en el costillar, le hac¨ªa ceremonias brazo en alto cual s¨ª hubiera hundido el acero por el hoyo de las agujas. Sumido en los delirios de su fantas¨ªa, tampoco oy¨® las duras protestas de la docena y media de aficionados y dio una vuelta al ruedo, agradeciendo las sonrisas de los japoneses.

Los japoneses -Dios les bendiga- sonr¨ªen siempre, as¨ª apeste all¨¢ donde los api?an. Ayer apestaba el tendido 10, que se lo come la mugre. Los japoneses consultaban sus diccionarios, les tocaban el hombro a los nativos, y preguntaban: "Se?ol: ?pol qu¨¦ olel a cacaluta podlida?". Los nativos respond¨ªan en su mismo idioma, para hacerse entender: "Chopela lesponsable, emplesa guala". Los japoneses sonre¨ªan, y Rui Bento, creyendo que iba por ¨¦l, daba la vuelta al ruedo, content¨ªsimo.