Te¨®logos marginados
No hace muchos d¨ªas que hemos podido leer en sucesivas ediciones de la Prensa diaria diversos hechos relacionados con la destituci¨®n o simple "apartamiento" de sus funciones docentes de algunos te¨®logos cat¨®licos. Es el caso de Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo y Juan Antonio Estrada, de la facultad de Teolog¨ªa de Granada, y es tambi¨¦n el caso de Benjam¨ªn Forcano, director de la revista Misi¨®n Abierta. Todo esto ha sucedido cuando todav¨ªa era reciente la destituci¨®n del director de Vida Nueva, ampliamente comentada en la Prensa. El motivo no parece otro que la postura renovadora, el estilo abierto y progresista mantenido por estas personas en aspectos teol¨®gicos, morales y disciplinares.La actual jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica ha tomado postura decidida, qui¨¦n sabe si convencida, contra la diversidad, contra el pluralismo y la coexistencia dialogal en el seno de la Iglesia porque piensa que eso es objetivamente un mal. Como dice el cardenal Suqu¨ªa, es preciso que quienes ense?an a los creyentes digan todos lo mismo. Y tiene raz¨®n porque el pueblo de fieles ovejas queda, de otro modo, desconcertado.
Nosotros no queremos ni podemos juzgar los hechos descritos, las destituciones, los ostracismos. Ellos sabr¨¢n lo que hacen, y seguro que obran por nuestro bien. Pero tambi¨¦n entendemos que si la jerarqu¨ªa ejerce con nosotros una pedagog¨ªa pr¨¢ctica, ense?¨¢ndonos a distinguir los verdaderos de los falsos profetas, tendr¨ªa que llevar esta funci¨®n hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Que se explique p¨²blicamente cu¨¢les son los errores y pecados de estos te¨®logos, cu¨¢les los frutos est¨¦riles de su pensamiento. Entonces todos nosotros, el pueblo fiel, indignados y Henos de fervor por la verdad inmutable, saldremos a la calle y pediremos al un¨ªsono que los culpables sufran un castigo p¨²blico y ejemplar, que suban a la hoguera y que sean consumidos por el fuego que prenda a sus propios libros y escritos.
Pero si resulta que no se puede demostrar que los te¨®logos castigados han cometido este supuesto delito de esc¨¢ndalo y desprecio por el dep¨®sito de la fe; si resulta que no nos sentimos inclinados a la un¨¢nime condena una vez conocido su pensamiento err¨®neo; si resulta que su tarea estaba puesta al servicio de los m¨¢s desamparados o de los m¨¢s necesitados de acogida cristiana; si resulta que su ense?anza derivaba de la fidelidad a Jes¨²s y no del miedo a la adulaci¨®n, entonces habr¨ªa que actuar de diferente forma. Entonces pedir¨ªamos simplemente que se les deje en paz, haciendo su trabajo en sus lugares de docencia. Por respeto a la verdad siempre multiforme, como homenaje a la libertad y como signo de esperanza, en el Evangelio de Jes¨²s. Am¨¦n.-
y 14 firmas m¨¢s. Comunitat Cristiana El Castell, perteneciente al Moviment Cristi¨¤ de Professionals.
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