Modismos verbales.
Padecemos una invasi¨®n de modismos contagiosos que pululan en ¨¢mbitos tan dispares como son los medios comunicativos, las Cortes Generales, las Asambleas regionales o municipales y las declaraciones p¨²blicas de personajes importantes o que est¨¢n de moda. Voy a enumerar, sin ¨¢nimo exhaustivo, algunos de los t¨¦rminos m¨¢s usuales.Valorar se ha convertido en un truco verbal polivalente. Se valora todo. Un resultado, una operaci¨®n financiera, un descalabro, un ¨¦xito. En cierta ocasi¨®n, no remota, o¨ª a un gobernador "valorar muy positivamente" un tremendo acto de violencia, porque, seg¨²n ¨¦l, significaba la exasperaci¨®n de sus autores, pr¨®ximos ya a la disoluci¨®n. En unas recientes elecciones, un candidato derrotado de forma aplastante "valor¨®" con satisfacci¨®n ese escrutinio porque "pod¨ªa haber sido peor". Se valora una inundaci¨®n, pues el a?o pasado se produjo otra mucho m¨¢s devastadora. Un conocido actor valoraba con satisfacci¨®n que su leg¨ªtima se hubiese ido con otro hombre. Valorar es una palabra m¨¢gica que salva cualquier contratiempo. Valore, amigo lector, cuando algo no le salga bien. Entre valoradores anda el juego.
Los niveles tambi¨¦n nos traen muy revueltos. A nivel de puede ocurrir de todo. Una huelga puede tener un seguimiento masivo o nulo. A nivel de sindicato, la protesta callejera fue masiva. A nivel de Cuevas, no hubo apenas nadie en la manifestaci¨®n. A nivel de Moncloa, no existen comentarios. A nivel de las fuentes de la oposici¨®n, se produjo un verdadero clamor de improperios. A nivel de los maestros y ense?antes, el ministro es un soberbio y un terco. A, nivel de jefes de Gabinete, todo est¨¢ manipulado por la Comisi¨®n Episcopal. A nivel de agentes de bolsa, se prepara otra fusi¨®n de don Mario con los Albertos. A nivel de los siete bancos ricos, los rumores son infundados. A nivel de N¨²?ez, la protesta de sus jugadores es algo que tiene que ver con el fisco. A nivel de la plantilla, el pleito tiene que ver con los insultos.
?ste es un pa¨ªs de niveles. Nivel de vida. Nivel de cultura. Nivel de millones. Nivel de cotos de caza. Nivel de Majadahonda. Nivel de subsecretarios. Nivel de T¨ªo Raimundo. Nivel de Marbella. Nivel de sevillanas. El agua circula por toda clase de niveles. La coca-cola y el porro, tambi¨¦n.
?Es usted puntual en las horas? Pues est¨¢ usted perdido. Porque nadie, salvo el Rey y los presidentes de las corridas de toros, llegan a tiempo a sus compromisos. Pero si se refiere al contenido de un discurso, a una proposici¨®n parlamentaria, a un coloquio, a una discusi¨®n p¨²blica, diga que es puntual y est¨¢ usted a salvo. Con este remoquete ser¨¢ bien recibido en el ¨¢mbito de la cr¨ªtica. "Su disertaci¨®n fue puntual sobre las ideas de la felicidad, desde los griegos hasta nuestros d¨ªas". "Excelente discurso puntual sobre los reyes godos y sus linajes". "Un libro puntual sobre las mil y una noches". "Memorias puntuales de Marilyn Monroe y sus amantes". Lo puntual equivale a las orejeras que se ponen a un burro para que no se distraiga con las hierbas del arc¨¦n. Seamos partidarios del texto puntual. Nada de descarr¨ªos.
?C¨®mo se debe contestar a una larga y dif¨ªcil pregunta que nos hace un entrevistador?
Respuesta: a) Hay que ganar tiempo. b) No hay que comprometerse. c) Es preciso emplear el tiempo verbal protector.
El resultado es obligado: "Bueno. Yo dir¨ªa...". ?Por qu¨¦ "bueno"? Es una forma de condescender a la pregunta. "Yo dir¨ªa". No es que lo diga, sino que, acaso, lo dir¨ªa de esta manera. O en determinada ocasi¨®n. Pero, hombre, d¨ªgalo o c¨¢llese. Pues no. Envuelto en esas precauciones, y con andadores, el personaje se lanza, cauteloso, a revelarnos sus ¨ªntimas elucubraciones destinadas a la inmortalidad. Leemos o escuchamos lo que ¨¦l dir¨ªa si alguna vez nos regalara con sus profundos hallazgos en la materia que domina.
?Y qu¨¦ decir de los temas que surgen por doquier? Parece que el pa¨ªs entero se halla sumergido en un concurso de oposiciones. "El tema no es ¨¦se". "Dejando el tema". "Pasando al otro tema". "No he terminado el tema". Los temarios lo invaden todo. Es una palabra que suena a cultura y que sirve para elevar el rango intelectual del debate. "Ahora el tema son los cerdos de la Comunidad Europea" son palabras que escuch¨¦, absorto, hace unos d¨ªas a un locutor de radio. "El tema del d¨ªa es, hoy, el nuevo modelo de preservativo femenino ingl¨¦s", declam¨® otro.
Un vocablo manoseado tambi¨¦n hasta la saciedad es maravilloso-maravillosa. Desborda la capacidad auditiva de televidentes y radioescuchas. La m¨²sica es maravillosa. Las piernas y los pechos de la cantante lo son tambi¨¦n. El talento del entrevistado es maravilloso. La gracia del entrevistador, asimismo. El ¨¦xito del acertante en el concurso es maravilloso. El regalo obtenido no lo es menos. El par de banderillas de la feria, las ver¨®nicas, el puyazo, la ganader¨ªa y las mulillas son maravillosos. Lola Flores lo hac¨ªa mejor y con m¨¢s salero en sus buenos tiempos. Ma-ra-vi-lloso.
?Y ese clarividente prop¨®sito de claridad que anega nuestros medios de comunicaci¨®n de forma arrolladora? "Yo lo tengo muy claro". Y a continuaci¨®n se escucha un mont¨®n de afirmaciones contradictorias, oscuras y ambivalentes que revelan un grado may¨²sculo de confusi¨®n mental. Los l¨ªderes "lo tienen todo muy claro". Los tr¨¢nsfugas lo tienen a¨²n m¨¢s claro. El cronista que explica un crimen insoluble lo tiene clar¨ªsimo. La mujer que se larga de casa lo tiene casi tan claro como su marido, que la persigue a tiros. En la Expo 92, lo tienen muy claro los personajes que se disputan el mando y el dinero del acontecimiento. N¨²?ez y Gil lo tienen no solamente claro, sino resplandeciente.
Vivimos en un pa¨ªs de claridades, clarores y clarinetes. Todo el mundo amanece con un despertar luminoso que presta transparencia a la facultad adivinatoria. Vemos el futuro con los menores detalles y lo tenemos muy claro, bien sujeto en nuestras manos.
Bueno u hombre, aunque sea mujer la que entrevista, as¨ª se inicia con frecuencia la respuesta a cualquier cuesti¨®n. Y desgraciado aquel torero que en su faena no sepa comunicar; y dichosa aquella campeona de gimnasia r¨ªtmica que "t¨¦cnicamente no es la mejor, pero comunica muy bien". Bueno, hombre. Comuniquemos.
Mi resumen lo voy a intentar poni¨¦ndome al d¨ªa con los modismos al uso. Valoro muy positivamente este art¨ªculo. A nivel de lector medio, har¨¢ re¨ªr. A nivel de otros personajes, suscitar¨¢ cabreos. En todo caso, es un trabajo puntual que comunica bien. ?Era oportuno y conveniente publicarlo? Bueno. Yo dir¨ªa que s¨ª, para poner en orden el barullo del idioma vigente. Deseo un lenguaje maravilloso para mi pa¨ªs. El tema est¨¢ ah¨ª, a la espera de que se resuelva. Por mi parte, lo tengo muy claro.
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