La amenaza del C¨¢ucaso
LA HUELGA general que hab¨ªa empezado a paralizar Armenia se ha suspendido despu¨¦s del anuncio de que el Parlamento de aquella rep¨²blica sovi¨¦tica va a pedir formalmente la anexi¨®n del disputado territorio de Nagorno-Karabaj, que hoy forma parte de Azerbaiy¨¢n. Dicha incorporaci¨®n ha sido exigida por el pueblo armenio con una movilizaci¨®n masiva y persistente, que dura desde el mes de febrero. Huelgas y manifestaciones han sido organizadas al margen de la legalidad, y en contra del criterio, al menos hasta ahora, de la direcci¨®n comunista. El hecho de que por fin las autoridades, al menos en Armenia, hayan asumido esa demanda popular, es un reflejo positivo de la nueva etapa por la que atraviesa la Uni¨®n Sovi¨¦tica, cuya doctrina oficial ha negado sistem¨¢ticamente hasta ahora la existencia de cualquier problema nacional.Sin embargo, el conflicto est¨¢ muy lejos de su soluci¨®n. Una rectificaci¨®n de fronteras, seg¨²n la Constituci¨®n de la URSS, exige el acuerdo de las dos rep¨²blicas interesadas. Y las autoridades de Azerbaiy¨¢n se han pronunciado de manera rotunda contra el paso de Nagorno-Karabaj a Armenia. La suerte de este territorio monta?oso, de unos 160.000 habitantes, despierta por razones hist¨®ricas actitudes pasionales en ambas nacionalidades.
En el trasfondo de este fanatismo nacionalista est¨¢ el odio ancestral que ha enfrentado a los azerbaiyanos, de cultura musulmana, y a los armenios, de tradici¨®n cristiana. La historia de estos ¨²ltimos est¨¢ marcada por terribles persecuciones. Su exterminio en Turqu¨ªa despu¨¦s de la I Guerra Mundial fue un horrible genocidio. En el Estado sovi¨¦tico forman una de las 15 rep¨²blicas de la Uni¨®n, pero los amplios derechos nacionales que la Constituci¨®n de la URSS reconoce a las rep¨²blicas existen s¨®lo sobre el papel. La falta de libertad y la represi¨®n acallaban cualquier protesta. Aunque soterrados, los conflictos nacionales permanec¨ªan y se enconaban. Que ahora salgan a la luz es un efecto l¨®gico de la pol¨ªtica de renovaci¨®n de las nuevas autoridades sovi¨¦ticas, pero pueden conducir a situaciones de dif¨ªcil soluci¨®n.
No s¨®lo est¨¢ el conflicto armenio-azerbaiyano. Gorbachov ha tenido que hacer frente tambi¨¦n a demandas nacionales en Kazajst¨¢n, en los pa¨ªses b¨¢lticos, en Crimea. El proceso de "democratizaci¨®n" exigir¨¢ otorgar a las nacionalidades niveles reales de autogobierno. La satisfacci¨®n del reclamo de un cambio de frontera en un lugar determinado -como en el caso de Nagorno-Karabaj- puede provocar situaciones en cadena de g¨¦nero parecido; y, como suele ocurrir en los problemas nacionales, con actitudes pasionales que tienden a la irracionalidad y que agravan las dificultades objetivas.
Gorbachov ha adoptado una actitud cautelosa, evitando por ahora decisiones rotundas. El Gobierno de la URS S se ha negado a restablecer en Crimea la rep¨²blica de los t¨¢rtaros y se ha pronunciado contra la rectificaci¨®n de fronteras entre rep¨²blicas y ha intentado m¨¢s bien buscar mediante el di¨¢logo soluciones parciales susceptibles de disminuir las tensiones.
El objeto de tales cautelas es evitar que surjan divisiones en la direcci¨®n del partido comunista sobre el problema nacional cuando su tarea tiene como objetivo central, en estos momentos, el debilitar a los conservadores que a¨²n se sientan en puestos claves del aparato en otros aspectos de la reforma pol¨ªtica. Dos semanas antes del comienzo de una conferencia del partido que puede ser decisiva para el destino de la perestroika, hay sectores de la nomenklatura sovi¨¦tica interesados en crear a Gorbachov y a sus partidarios las m¨¢ximas dificultades. En este sentido, el anuncio de la suspensi¨®n de la huelga general en Armenia es una buena noticia para el l¨ªder sovi¨¦tico. Pero est¨¢ por ver qu¨¦ efectos puede tener en el futuro este conflicto p¨²blico entre dos rep¨²blicas sovi¨¦ticas.
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