Un fracaso anunciado
El f¨²tbol espa?ol no tiene remedio. La Eurocopa 88 ha sido, de nuevo, un ejemplo de c¨®mo no deben hacerse las cosas. Se han producido injusticias clamorosas en la elecci¨®n de jugadores -l¨¦ase el olvido de Arconada-, se ha confirmado que la direcci¨®n t¨¦cnica pr¨¢cticamente no ha existido, y se ha demostrado que los dirigentes del f¨²tbol siguen siendo incapaces de ejercer una funci¨®n gris al margen de protagonismos in¨²tiles.El deporte, y ah¨ª est¨¢ su encanto, vive de la existencia de la victoria y de la derrota, y no tendr¨ªa ning¨²n atractivo si faltase una de estas dos circunstancias. Pero la Eurocopa no ha hecho m¨¢s que confirmar lo que cualquier persona con sentido com¨²n habr¨ªa pronosticado hace ya meses. Las cosas se han hecho mal, muy mal, y ni siquiera los jugadores han sido capaces de salvar la situaci¨®n.
Busquemos un paralelismo. Imaginemos que la selecci¨®n fuese regida con criterios empresariales, en busca del mejor rendimiento. Supongamos que los directivos se enterasen de que, en la Eurocopa de 1984, la selecci¨®n cambi¨® la curva descendente a partir de una reuni¨®n entre los jugadores, celebrada bajo un ¨¢rbol, en la que decidieron que el seleccionador seguir¨ªa eligiendo a los titulares, pero que estos decidir¨ªan antes del partido la t¨¢ctica a utilizar. Hay otro ejemplo m¨¢s cercano. A Zubizarreta se le ech¨® en cara, ante Italia, haber abusado de los saques largos. Mu?oz dijo que Zubizarreta era un hombre experto, y que ya no se le pod¨ªa ense?ar si deb¨ªa sacar largo o corto. Fue el ejemplo m¨¢s claro de que Mu?oz no cuida los detalles, no da ¨®rdenes t¨¢cticas. En cualquier empresa seria, y en ambos casos, el responsable habr¨ªa sido despedido fulminantemente. Nadie consentir¨ªa una situaci¨®n de autogesti¨®n.
Lo contrario, lo que se ha hecho, es aceptar a un director de juego sin capacidad de ordenar a un grupo de hombres. As¨ª, la mejor generaci¨®n de futbolistas que ha tenido Espa?a est¨¢ ya cerca de pasar a la historia sin haber conseguido un t¨ªtulo. Tienen calidad, son inteligentes, y, hombre a hombre, pocas selecciones pueden ofrecer un colectivo mejor. Sin embargo, les ha faltado un empuj¨®n -el empuj¨®n t¨¢cticopara imponerse a Francia -Eurocopa 1984-, B¨¦lgica -Mundial 1986- o Italia y Alemania -Eurocopa 1988-.
La mejor etapa de Mu?oz fue cuando aceptaba los consejos de sus ayudantes, Vicente Miera y Luis Su¨¢rez, y la peor ha sido esta ¨²ltima, en la que ha prescindido de ayudas y se ha quedado solo ante el peligro. La consecuencia inmediata ha sido un equipo formado alrededor del bloque del Madrid -ocho jugadores- que no jugaba como el Madrid. Pocos se atrever¨ªan a definir la personalidad de Espa?a en la Eurocopa. No se sabe si ha jugado al ataque -como ante Alemania-, al contraataque -frente a Dinamarca- o al cerrojo -ante Italia-.
Errores
Las decisiones de Mu?oz no han sido acertadas. Prescindi¨® del mejor portero de la temporada, Arconada, sin dar unas razones coherentes, y eligi¨® a un Zubizarreta que, desgraciadamente para ¨¦l, ha atravesado un a?o dif¨ªcil lleno de indecisiones y nerviosismo. Situ¨® a Gallego como hombre libre en la defensa en los partidos de preparaci¨®n, para tener que recurrir finalmente al esquema de casi todos los equipos europeos: dos centrales fuertes. Coloc¨® a V¨ªctor, un hombre defensivo, en un centro del campo evidentemente ofensivo como el madridista. Prescindi¨®, hasta el ¨²ltimo partido, de un centrocampista ofensivo -tipo Mart¨ªn V¨¢zquez-, con lo cual los delanteros estaban m¨¢s solos que una chica fea en un baile escolar. Situ¨® a Bakero, que se ha pasado todo el a?o brillando en el centro del campo de la Real Sociedad, como hombre-punta...
Mu?oz se ha equivocado al confiar demasiado en la suerte y en las genialidades de algunos de sus jugadores. Las individualidades tampoco han venido en su ayuda. Hombres clave, como Gordillo, Michel o Butrague?o, no han rendido al 100% de su potencial. Todo ello convierte la eliminaci¨®n de Espa?a en algo justo.
Cap¨ªtulo aparte merecen las disputas de los dirigentes sobre los masajistas o los m¨¦dicos. En realidad, esta ha sido una excusa barata para una pelea que enfrenta al presidente federativo Jos¨¦ Luis Roca con Ram¨®n Mendoza y la mayor¨ªa de los presidentes de clubes espa?oles. La actuaci¨®n de Mendoza como delegado de la selecci¨®n ha sido realmente triste. Ausente muchos d¨ªas de la concentraci¨®n, su enfrentamiento con Roca ha creado una situaci¨®n conflictiva inexplicable en una competici¨®n como la Eurocopa. Lo m¨¢s f¨¢cil, lo que habr¨ªan hecho unos dirigentes conscientes, habr¨ªa sido designar a los m¨¦dicos o masajistas que los jugadores, los aut¨¦nticos protagonistas de la historia, hubiesen querido.
Pero el f¨²tbol espa?ol est¨¢ plagado de personas que olvidan que los protagonistas son los jugadores. A los directivos de clubes se les puede consentir sus desastres, porque son los socios los que les deben exigir responsabilidades, pero en la federaci¨®n se juega con el dinero del contribuyente.
La etapa Roca-Mu?oz parece tocar a su fin. Las elecciones a la presidencia de la federaci¨®n, que se celebrar¨¢n el 29 de julio, deber¨ªan acabar con este binomio anclado en el pasado, que no ha entendido que el mundo del f¨²tbol, como el resto de la sociedad, se ha modernizado. Lo ¨²nico que se les deber¨ªa exigir a sus sustitutos es que sean eficaces.
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