Apertura al centro
LAS ELECCIONES del 12 de junio suscitaron el temor de que pudiese abrirse en Francia una fase pol¨ªticamente inestable, algo que, por el momento, los hechos no parecen confirmar. Es cierto que en el Parlamento elegido ning¨²n partido tiene mayor¨ªa absoluta, pero ello no determina de modo autom¨¢tico que los Gobiernos vayan a ser de corta duraci¨®n. Por una parte, la Constituci¨®n de la V Rep¨²blica, elaborada con la preocupaci¨®n de evitar la inestabilidad ministerial que caracteriz¨® a la IV Rep¨²blica, permite al Gobierno constituirse sin necesidad de voto de confianza previo, puede gobernar por decreto sobre muchos temas y solamente puede ser derribado por un voto de censura. Pero aqu¨ª interviene el segundo factor, la actitud comunista. La derecha sola no tiene suficientes diputados para derribar al Gobierno. Para que un voto de censura prosperase deber¨ªan agregarse los votos comunistas a los del centro y la derecha. Algo por el momento inimaginable. Por su parte, los socialistas van a facilitar que el partido comunista tenga un grupo parlamentario. Sin formar parte de la mayor¨ªa de Rocard, el partido comunista ser¨¢ una especie de ¨²ltima reserva en caso de accidente.La relativa estabilidad que ofrecen esos dos factores puede servir durante un per¨ªodo, pero no es la que corresponde a los proyectos pol¨ªticos de Mitterrand y Rocard ni lo que los electores han votado. El factor real de estabilidad para Rocard ser¨¢ la apertura, el acuerdo con un sector del centro. Formulada por Rocard cuando era un heterodoxo en el partido socialista y convertida en lema de la campa?a presidencial de Mitterrand, la tesis de la apertura va a definir la nueva etapa de la pol¨ªtica francesa. Algunos pensaron que se trataba de una simple t¨¢ctica, que el propio Mitterrand enterr¨® al disolver bruscamente la Asamblea con la esperanza de obtener una mayor¨ªa absoluta socialista. Dejando de lado el porcentaje de maniobra que hubiese en su utilizaci¨®n electoral, hoy la apertura aparece como una condici¨®n necesaria que los electores han impuesto al negar al partido socialista la mayor¨ªa absoluta.
Por eso es significativa la decantaci¨®n que ya se ha operado en la coalici¨®n que sostuvo a Chirac desde 1986. La decisi¨®n del Centro Democr¨¢tico y Social (CDS) -uno de los partidos integrantes de la Uni¨®n Democr¨¢tica Francesa (UDF), agrupaci¨®n de diversos centrismos- de constituir un grupo parlamentario aut¨®nomo en la Asamblea es una medida que s¨®lo se explica como un paso para preparar una eventual colaboraci¨®n con Mitterrand. El CDS insiste en que ser¨¢ una fuerza de oposici¨®n, respondiendo as¨ª a los reproches de quienes lo acusan de utilizar los votos obtenidos en el seno de la coalici¨®n para fines diferentes a los planteados en la campa?a. Pero los resultados electorales, al negar la mayor¨ªa absoluta a cualquiera de los dos bloques enfrentados, sugieren que los ciudadanos desean el fin ole la divisi¨®n en dos bloques.
La ambig¨¹edad de la derecha respecto al Frente Nacional de Le Pen podr¨ªa legitimar a sectores centristas para hacer efectiva la ruptura del pacto. El hecho de que Rocard haya concertado con el antiguo primer ministro Raymond Barre la pol¨ªtica sobre Nueva Caledonia es un primer anuncio de divorcio entre el centro y el neogaullismo. La actitud de personalidades como el propio Barre o Simone Veil, antigua presidenta del Parlamento Europeo, perfilan una evoluci¨®n que, a partir de coincidencias en votaciones concretas, podr¨ªa llevar a la colaboraci¨®n ministerial. El avance por ese camino har¨¢ que los votos comunistas para Rocard sean m¨¢s problem¨¢ticos; pero dejar¨¢n a la vez de ser necesarios.
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