Carlos Marichal
Un historiador marcado por el exilio
Su padre, Juan Marichal, exiliado tras la guerra civil espa?ola, dijo una vez que su vida hab¨ªa estado marcada por "afortunados destinos geogr¨¢ficos", una frase que ¨¦l asume como propia con absoluta naturalidad. Naci¨® hace 40 a?os en Baltimore (EE UU); vino a Espa?a a principios de los a?os setenta, ante el peligro inminente de ser enviado a la guerra de Vietnam; se instal¨® en Argentina, de donde tuvo que salir al llegar la dictadura de los militares, y hoy vive en M¨¦xico, en cuya universidad es profesor de historia. Hoy abandona Madrid, donde ha presentado su libro Historia de la deuda externa de Am¨¦rica Latina. Una crisis ¨¦sta, opina, que ni es nueva ni estar¨¢ resuelta en 1992.
El ambiente familiar en el que creci¨® lo formaban los intelectuales espa?oles exiliados en EE UU tras la guerra civil. Reconoce que "era un mundo un poco artificial, con constantes referencias a una Espa?a del pasado. Me cre¨® cierto rechazo hacia el protagonismo de los intelectuales, hacia su papel de vedettes". Pero Carlos Marichal confiesa no haber sido nunca un rebelde. A su abuelo, el poeta Pedro Salinas, muerto cuando ¨¦l contaba tres a?os, lo ve como "una figura m¨ªtica"; a sus padres los admira por "su tes¨®n en difundir la cultura espa?ola y hacerla internacional".En la universidad particip¨® activamente en las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, y en 1970 vino a Madrid para evitar ser alistado. Asegura que fue en esta ¨¦poca, pasada en la facultad de Ciencias Pol¨ªticas, cuando adquiri¨® vocaci¨®n por la historia.
A?os m¨¢s tarde se traslad¨® a Argentina, de donde es su mujer. "Fue una experiencia muy intensa. Al principio uno se sent¨ªa en medio de un proceso revolucionario, despu¨¦s en una guerra civil y al final en una dictadura militar". La represi¨®n ejercida sobre la familia de su mujer y el cierre de universidades consideradas subversivas por el r¨¦gimen militar determin¨® su marcha a M¨¦xico.
En el departamento de Historia de la universidad Aut¨®noma Metropolitana volvi¨® a encontrase con un ambiente familiar, el de los exiliados pol¨ªticos. "Estaba a gusto entre ellos, hab¨ªa uruguayos, brasile?os, ha?tianos, argentinos y hasta un polaco, que era el representante no oficial de Solidaridad".
Para ¨¦l, "el exilio produce para quien lo vive una interrogante permanente aun cuando regrese a su pa¨ªs". Cuando se le pregunta cu¨¢l es el suyo, tiene la respuesta preparada: "Me identifico profundamente con Am¨¦rica Latina".
A Espa?a volvi¨® de nuevo en 1986 y qued¨® impresionado por "el boom cultural". Sin embargo, lamenta que "el brillo de esta cultura de cartelera contraste con lo descuidada que est¨¢ la Universidad". Sobre los actos programados para 1992, le preocupa que "acaben ese mismo a?o, que no contin¨²en m¨¢s all¨¢".
Carlos Marichal es un hombre reservado que habla despacio y con un ligero acento latinoamericano dif¨ªcil de clasificar. Sin embargo, por un momento levanta el tono de la voz y afirma con ¨¦nfasis: "En Am¨¦rica Latina la crisis es demasiado dram¨¢tica como para pensar en festejos. En M¨¦xico no hay inter¨¦s por el 1992 y, en cambio", comenta divertido, "mi hija de 11 a?os est¨¢ fascinada con el rock espa?ol. Se levanta y se acuesta oyendo a los Toreros Muertos".
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