La ni?a
Se pone al paso de la riada humana all¨¢ donde haya espect¨¢culo multitudinario, sentado en el suelo, delante la manta gallofera, en brazos la ni?a dormida. Los dos van de pordioseros y han de parecerlo. Que se les note. Que se les coma la mugre bien a la vista. Que su miseria rompa el alma. Para que sea evidente el abatimiento, ¨¦l amorra, pero a intervalos sube un ojeo taimado y mide la clientela.La clientela se estremece un instante. A la clientela le estremece la ni?a, que duerme horas, d¨ªas, boqueando ronquiditos de cuando en cuando. No puede ser que un ni?o est¨¦ inerme horas, d¨ªas, si tiene vida, y esta ni?a la tiene, que alguien la vio cierta ma?ana haciendo correr a un perro ti?oso, y sab¨ªa re¨ªr. Unos dicen que la ni?a est¨¢ drogada; otros, que la tienen borrachita. La gente echa duros a la manta gallofera, no vaya a ser que el remordimiento le altere el alma y amargue la fiesta, y por cada duro que echa le subvenciona a la ni?a un golpe m¨¢s de sue?o. Comenta la gente: "La ni?a es una monada". Se queda corta: la ni?a es una preciosidad. Aunque sin guapura tambi¨¦n ser¨ªa una preciosidad, pues la naturaleza pone siempre en los cuerpecillos de los ni?os sus m¨¢s delicados dones y desde beb¨¦s los tiene ungidos de ternura.
Si alguna vez despierta para siempre y el bellaco que la mece artero est¨¢ a otras, la ni?a mirar¨¢ alrededor y el mundo le ser¨¢ ajeno. All¨ª estar¨¢n las piadosas gentes que subvencionando su sue?o aquietaban las zozobras del alma, los ampulosos organismos, las ben¨¦ficas instituciones, los protectores cuerpos armados, los tronantes moralistas, los elocuentes pol¨ªticos, los exquisitos intelectuales, la ciudadan¨ªa toda, democr¨¢tica y civilizad¨ªsima, colmada de leyes, doctrinas e ideolog¨ªas, en cuyo seno puede haber, bien a las claras y que siga, una ni?a pordiosera, amodorrada y envilecida. Si alguna vez la ni?a entra en este mundo ajeno e intenta comprender, quiz¨¢ piense que le iba mejor cuando estaba drogada o la ten¨ªan borrachita, y que, a fin de cuentas, el rufi¨¢n aquel era uno de tantos.
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