Los problemas estructurales
Le Monde ha dedicado dos suplementos econ¨®micos a la situaci¨®n actual espa?ola. Michel Boyer, redactor jefe de econom¨ªa del peri¨®dico franc¨¦s, analiza los principales aspectos de esta realidad en el art¨ªculo cuya ¨²ltima parte se publica hoy y en el que presta atenci¨®n a la r¨¢pida acumulaci¨®n de capital que se est¨¢ produciendo y la escasa inversi¨®n productiva que ello lleva consigo.
Esta debilidad estructural viene a sumarse al problema de la agricultura, que s¨®lo contribuye en un 5% al producto interior, cuando sigue representando en la actualidad un 14% del empleo civil. As¨ª, pues, constituye la agricultura una reserva de mano de obra, que los avances de la mecanizaci¨®n y la productividad contribuir¨¢n sin duda a ir vaciando. Pero ya hoy en d¨ªa, ante la perspectiva de una Europa sin fronteras, el sector se halla sumido en una profunda transformaci¨®n. Por ejemplo, son menos de 600.000 las explotaciones que suponen el 82% del margen bruto del sector.Lo que es seguro es que el ¨¦xodo rural continuar¨¢, e incluso se incrementar¨¢, por lo que tanto el sector secundario como el terciario van a tener que enfrentarse con una gran afluencia de buscadores de empleo. La industria, por su parte, con la construcci¨®n, absorbe el 31% de la poblaci¨®n activa (el 37% del PIB). ?Podr¨ªa hacerlo mejor? Probablemente, pero la respuesta depende de las categor¨ªas de las empresas, porque en Espa?a se dan tres industrias: las empresas p¨²blicas, las filiales de las multinacionales y las PYME.
El sector p¨²blico se encuentra en pleno per¨ªodo de reorganizaci¨®n y reconversi¨®n. Es el caso del Instituto Nacional de Industria (INI), holding estatal creado en 1941, que se hab¨ªa convertido con el tiempo en el hospital de las empresas enfermas. A costa de diversas intervenciones quir¨²rgicas (cesi¨®n de activos, como la de Seat a Volkswagen en 1986, privatizaciones, etc¨¦tera) se haconseguido enderezar la situaci¨®n. La compa?¨ªa Iberia deber¨ªa incluso registrar beneficios en 1989... Pero quedan por realizar muchos progresos de gesti¨®n.
Multinacionales
Las multinacionales, por su parte, controlan de manera absoluta la producci¨®n automovil¨ªstica (Le Monde de l'Economie, con fecha de 8 de marzo) y gran parte del sector qu¨ªmico, a ra¨ªz de la aparici¨®n arrolladora de Kuwait. Presentes asimismo en la agroalimentaci¨®n y la distribuci¨®n, las multinacionales representan la mitad, aproximadamente, de las exportaciones espa?olas. Mientras tanto, los inversores extranjeros se siguen sintiendo atra¨ªdos por los eldorados ib¨¦ricos: las autorizaciones supusieron 280.000 millones de peseetas en 1985, unos 400.000 millones en 1986 y del orden de 730.000 millones en 1987, hasta el punto de que est¨¢n empezando a surgir temores de dependencia tecnol¨®gica, e incluso de colonizaci¨®n. "Seest¨¢ vendiendo el pa¨ªs en lugar de crear una industria nacional".Por ¨²ltimo, las peque?as y medianas empresas constituyen el n¨²cleo de combate, con un 50%, aproximadamente, del empleo industrial. Muchas veces familiares, estas empresas se est¨¢n caracterizando por su seriedad y su esp¨ªritu combativo en la mec¨¢nica ligera, la confecci¨®n y la moda, los muebles y, en general, en el ¨¢mbito de los bienes de consumo. Suelen conseguir m¨¢rgenes relativamente importantes y saben trabajar acertadamente la exportaci¨®n. Sin embargo, sus ¨¦xitos no consiguen compensar la falta de sociedades de dimensiones internacionales o, por lo menos, europeas. As¨ª, por ejemplo, la primera empresa espa?ola, EMP -la Empresa Nacional de Petr¨®leos-, s¨®lo figura' en el puesto 177 en la clasificaci¨®n de Fortune correspondiente a 1986. En total, s¨®lo siete sociedades espa?olas -incluyendo las filiales de Ford y General Motors- figuran entre las 500 primeras empresas industriales del mundo (excluyendo las americanas),frente a las 41 que tiene Francia... y las 11 de Corea del Sur.As¨ª pues, los espa?oles est¨¢n demostrando en la actualidad que poseen una vitalidad y una agilidad dignas de los vencejos que surcan sus cielos, pero en detrimento de la solidez y a costa de cierta voracidad. "Cuando se gana mucho dinero, se compra una finca o se hace uno banquero". El ansia de amasar r¨¢pidas fortunas, como cuando el pillaje de los tesoros americanos, tiene prelaci¨®n sobre la construcci¨®n de un edificio industrial. ?Podr¨ªa hablarse de una maldici¨®n de los incas?
Fortunas r¨¢pidas
La fragilidad de la econom¨ªa sujeta a muchas influencias no hace as¨ª sino agravarse. La meseta espa?ola se est¨¢ convirtiendo en una especie de plataforma manufacturera, que'ofrece a las multinacionales una mano de obra abundante, de cualifiaci¨®n media y todav¨ªa barata. En este apartado, Espa?a tendr¨¢ que luchar cada vez m¨¢s con la competencia que suponen los nuevos pa¨ªses industrializados de Asia.
Finalmente, las desigualdades entre los grupos sociales y las regiones se ven agravadas por la relativa concentraci¨®n de la riqueza. Se est¨¢ reforzando la situaci¨®n de una Espa?a f¨¦rtil, en media luna, que transcurre por el valle del Ebro y desciende luego por la costa mediterr¨¢nea, pero que exige de Madrid una regulaci¨®n de la coyuntura, una humanizaci¨®n del crecimiento y una armonizaci¨®n de las estructuras.
De no ser as¨ª, ante el ¨ªmpacto del cambio, la sociedad espa?ola, que ya est¨¢ mostrando inquietud por la ola de inseguridad y drogadicci¨®n, corre el riesgo de ver c¨®mo aumentan las tensiones internas y, quiz¨¢, de dislocarse. Pero este pa¨ªs, que ha superado con ¨¦xito el examen de la democracia y el del ingreso en la CE, puede y debe afrontar este riesgo. En definitiva, s¨®lo se trata de mejorar las infraestructuras, de desarrollar la educaci¨®n y la formaci¨®n profesional, de promover la investigaci¨®n, es decir, dicho de otro modo, se trata de pensar a largo plazo y m¨¢s en t¨¦rminos de calidad que de cantidad.
En espera de que aumente su autonom¨ªa, Espa?a, pa¨ªs hoy rejuvenecido y que recuerda algo la Francia de la d¨¦cada de los sesenta y la Italia de la d¨¦cada de los setenta, se est¨¢ preparando quiz¨¢ algo febrilmente para enfrentarse con la frontera del a?o 1992, que ser¨¢ tambi¨¦n el a?o de los Juegos Ol¨ªmpicos, previstos en Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.