Violencia fascista
QUE UNOS adolescentes que no sab¨ªan leer ni escribir cuando muri¨® Franco desfilen coreando gritos de apoyo a ETA, convencidos de estar combatiendo contra una opresi¨®n incomparablemente mayor que la padecida por sus padres, entra dentro de lo que un soci¨®logo considerar¨ªa lamentable, pero explicable. A esos j¨®venes y adolescentes que queman autobuses o trenes - 170 millones de pesetas de p¨¦rdidas en la jornada de lucha organizada la semana pasada por Herri Batasuna (HB)- se les ha dicho desde su m¨¢s tierna infancia que el franquismo sigue vivo y que para combatirlo todo vale, sin excluir los bulos insidiosos, la destrucci¨®n gratuita, la muerte necesaria.Si ante hechos particularmente odiosos alguno de esos muchachos fuera tocado por la duda, en seguida aparecer¨ªan los m¨¢s veteranos, los que saben de qu¨¦ va, disolviendo cualquier escr¨²pulo con referencias a la naturaleza criminal del centralismo y sus c¨®mplices, al genocidio que no cesa, a la necesidad inaplazable de responder con firmeza a las falsedades de los intoxicadores de siempre. Pero quienes manipulan los sentimientos y la inexperiencia de esos j¨®venes no desconocen que fue caracter¨ªstica precisamente del franquismo la combinaci¨®n entre la denigraci¨®n sistem¨¢tica del adversario y la imposici¨®n por la fuerza.
La muerte en la prisi¨®n de Herrera, a causa de un edema pulmonar, de un recluso de ETA -inmediatamente calificada por HB de "asesinato de Estado" del que los socialistas ser¨ªan culpables directos, e indirectos, los dem¨¢s partidos reformistas- fue tomada como pretexto por el radicalismo abertzale para organizar una representaci¨®n de necrofilia en Urnieta, localidad natal del fallecido. Los partidos pol¨ªticos representativos del 83% de los vecinos de ese pueblo guipuzcoano, con su alcalde a la cabeza, han manifestado, en un escrito aprobado por el pleno municipal estos d¨ªas, que "Herri Batasuna tiene derecho a honrar a sus muertos, pero para ello no es necesario establecer un estado de sitio o de excepci¨®n (rememorando ¨¦pocas anteriores), coaccionando y avasallando a todo el pueblo y empleando m¨¦todos fascistas". Y tambi¨¦n que "imponer sus puntos de vista a toda la poblaci¨®n por medio de la mentira, el insulto, la coacci¨®n, es dictadura fascista". A?adiendo que "no estar¨ªa de m¨¢s para algunos leer la historia de Italia y Alemania entre las dos guerras mundiales, las actuaciones de fascistas y nazis antes de que Hitler y Mussolini accedieran al poder".
Esa reacci¨®n ha sido posible porque en enero pasado todos los partidos de Euskadi, con excepci¨®n de HB, suscribieron un documento en el que se desautorizaba la pretensi¨®n de los violentos de estar legitimados por el apoyo impl¨ªcito de la mayor¨ªa de los vascos. De ah¨ª que ahora el discurso del radicalismo haya girado ligeramente, afirm¨¢ndose que esa legitimidad emana del hecho de que "los objetivos pol¨ªticos de ETA son asumidos por la base social de otros partidos", en referencia al conjunto de las fuerzas nacionalistas. Pero el rechazo a la violencia y a los m¨¦todos de HB no proviene ya s¨®lo de las c¨²pulas de los partidos, sino de sus agrupaciones locales en poblaciones que han sido v¨ªctimas de los desmanes e intentos de amedrentamiento.
El miedo, aunque siga existiendo, ha dejado de ser el principal factor de la situaci¨®n pol¨ªtica y social vivida en numerosas localidades vascas. De ah¨ª que el radicalismo abertzale extienda sus advertencias y amenazas. En realidad, ello no implica sino su reconocimiento de que se est¨¢n quedando sin escenario.
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