Hey, Bo Diddley!
Cien a?os del mejor ritmo, del mejor blues, se dieron cita en el escenario de la sala Universal, ante un p¨²blico que buscaba el calor de ¨¦pocas pasadas. Cien a?os, la suma de las edades de Bo Diddley y Ron Wood, dos magos de la guitarra, hist¨®ricos por motivos diferentes: el primero, por ser uno de los padres del rock, inventor de un g¨¦nero que fracas¨® entre la gente de su raza y triunf¨® entre los blancos. El segundo, por formar parte en 1975 de los Rolling Stones, el grupo brit¨¢nico que mejor asimil¨® y difundi¨® la m¨²sica creada por Diddley.Con un ligero retraso sobre el horario previsto, la banda del guitarrista Jim Satten sali¨® a escena interpretando un fl¨¢ccido instrumental. Inmediatamente despu¨¦s, y ya con las estrellas en directo, tocaron a modo de calentamiento un blues lent¨ªsimo, que sirvi¨® a los t¨¦cnicos de sonido para ajustar potenci¨®metros. El tiempo comenzaba a correr a favor de un Bo Diddley que, consciente de sus limitaciones f¨ªsicas, dosifica sus apariciones, altern¨¢ndolas con las de un muy motivado Wood. Maestro y alumno aventajado dieron entonces todo lo que la gente esperaba de esas dos leyendas, bas¨¢ndose en una buena selecci¨®n de temas cl¨¢sicos ideales para su lucimiento como instrumentistas.
Bo Diddley
Bo Diddley (guitarra y voces). Ron Wood (guitarra, arm¨®nica y voces), con el grupo del guitarrista Jim Satten.Sala Universal. Madrid, 15 de julio.
Derrocha poder
Elias McDaniel, m¨¢s conocido como Bo Dieddley, toca magn¨ªficamente su guitarra y canta de forma huracanada. No es un vocalista que guste de matizar sus frascos, pero derrocha poder. Una fuerza innata le acompa?a en cada acorde, en cada tema.Natural del Misisip¨ª, supl¨ªa con su guitarra el sonido de contrabajo t¨ªpico de la regi¨®n. Cuando se traslad¨® a Chicago, esta forma de rasguear caus¨® impacto, naciendo un peculiar estilo del que es rey indiscutible, el bididdley bow. En vivo se puede apreciar esta manera de tocar, aunque en dosis muy breves y bien administradas. Resulta especialmente impactante cuando se recrea en canciones de su ¨¦poca dorada. El hombre que influy¨® a toda una generaci¨®n de m¨²sicos de blues, bas¨¢ndose en la fusi¨®n de sonidos de la zona con vo races gospel y percusiones afrocubanas, s¨®lo comete un fallo en su actual puesta en escena. Un ¨²nico e importante error que consiste en dejarse acompa?ar por un grupo mediocre, a todas luces inadecuado para su tipo de m¨²sica. Los teclados y la bater¨ªa adoptan un protagonismo excesivo, sonando muy fuerte y, en determinados momentos, siguiendo ritmos demasiado pr¨®ximos al funk.Ron Wood, apodado el honesto por sus compa?eros Stones, hizo las delicias de todos recordando viejas melod¨ªas. Como le sucediera hace semanas a Wilico Johnson, otro guitarrista de blues blanco, Ron desempe?a un papel que no es el suyo: el de cantante.Con las seis cuerdas es fino y brillante, cubriendo sin aspavientos todos los recorridos que se propone, pero su garganta es una pobre mezcla de tonos nasales y arenosos, que recuerda las influencias de dos de sus amigos, Rod Stewart y Bob Dylan. El delirio lleg¨® cuando su oxidada voz y su guitarra arrancaron con las primeras notas del eterno Honky tonk women, un viejo terna de 1969 que sigue sonando fresco. S¨®lo el maestro pod¨ªa superar algo as¨ª, por lo que salt¨® a escena y cerr¨® la noche aullando su himno: Hey, Bo Diddley!
Babelia
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