La leyenda
Nunca vi a Margarita Xirgu. Apenas una sombra vestida de novicia en un trozo de pel¨ªcula muda y rayada, unos agudos de voz l¨ªrica, cantarina, en un viejo disco de piedra: nada. Pero s¨ª me envolvi¨® siempre su gran leyenda del amplio retablo republicano. Vinieron mis padres del primer viaje a M¨¦rida -para el ni?o, caramelos de Almendralejo- y hablaban y hablaban. El Teatro Romano lo hab¨ªa descubierto Margarita, hab¨ªa conseguido su reconstrucci¨®n y dio la primera representaci¨®n despu¨¦s de los siglos; de ah¨ª, luego, tantos laureles para otros y homenajes para otros. Bien est¨¢; pero todo lo invent¨® ella, y pertenece a la borrada leyenda republicana. Desde ese primer recuerdo a la repetici¨®n que dicen que es Nuria Espert, que ha salido de esa misma cepa catalana y que reproduce el ¨ªmpetu que tuvo Margarita para el teatro: la busca de autores dif¨ªciles o nuevos, la capacidad para luchar por un teatro intelectual, el hallazgo de escenograf¨ªas diferentes. Entonces hab¨ªa una lucha abierta entre los autores y los escritores: aqu¨¦llos formaban un c¨ªrculo m¨¢gico, cerrado, que imped¨ªa el acceso de ¨¦stos, que se quejaban de que la verdadera palabra nueva no entraba en el teatro. Margarita Xirgu acert¨® a romper el c¨ªrculo: dio al primer Valle-Inclan, al primer Lorca, desafiando las convenciones y el mito de la teatralidad: iba a tardarse muchos a?os en recuperar a esos autores y en demostrar que eran representables, que estaban en un alto nivel de literatura dram¨¢tica: que eran teatro.Con todo esto, fue al exilio. El eco se apag¨® en Espa?a hasta que empezaron a llegar aqu¨ª actores de su compa?¨ªa y a conversar de ella, de c¨®mo era en Montevideo o en Buenos Aires, de c¨®mo segu¨ªa luchando para elevar el teatro y para crear una clase de actores, cuando ya apenas pod¨ªa hacer algo en el escenario (Jos¨¦ Estruch es un gran archivo viviente). Un d¨ªa se dijo que Margarita volv¨ªa a Espa?a: quiz¨¢ a morir, como vinieron tantos otros. Lo cort¨® de cuajo un art¨ªculo lleno de vileza de C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano publicado en Arriba, indignado del regreso de la roja. Quiz¨¢ C¨¦sar no pudo estrenar con ella en sus tiempos. Los odios, en el teatro, son m¨¢s perdurables que nada. El art¨ªculo lo reproduce, entero, Antonina Rodrigo en la biograf¨ªa que escribi¨® de la actriz: hasta ahora, el mejor homenaje que se le ha dedicado, y un relato considerable del teatro espa?ol republicano y prerrepublicano. Margarita Xirgu deshizo sus maletas y devolvi¨® sus pasajes: el exilio ser¨ªa ya definitivo. Hasta su muerte.
Renovaci¨®n teatral
No importa no haber visto nunca a Margarita, Xirgu sobre un escenario. Es una de las ¨²ltimas grandes actrices que no dejaron la huella t¨¦cnica de su personalidad. Pero por encima de su condici¨®n de actriz, y de una manera m¨¢s tangible que la leyenda que ha ido llegando de ella, est¨¢ una obra que fue dejando construida: los grandes autores espa?oles que hoy se representan como ejemplo m¨¢ximo del teatro de renovaci¨®n, de la entrada en un sabor literario que se les neg¨® desde el conservadurismo y la reacci¨®n, son los que hoy est¨¢n m¨¢s representados en Espa?a y en el mundo, y han sobrevivido al largo retraso de medio siglo. Aunque quiz¨¢ sea tarde para una verdadera renovaci¨®n del teatro, que anda por otras v¨ªas, y aunque sirvan tambi¨¦n para laureles y para plataformas de otros.
Como siempre, se piensa en la ucron¨ªa, en lo que hubiera sido todo de no ser como fue, y todos los esfuerzos de entonces hubieran continuado su camino. Pensamiento in¨²til. Valga saber que lo que hay hoy viene de entonces y de algunos nombres del martirologio republicano.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.