Los desajustes estructurales
Los mercados de cambios est¨¢n influyendo de manera decisiva, por sus fluctuaciones, en buena parte de los desequilibrios que presentan la econom¨ªas de los diferentes pa¨ªses en los ¨²ltimos a?os al comp¨¢s de los movimientos especulativos.
Es bien sabido que las fluctuaciones de los tipos de cambio han constituido el eje de las preocupaciones del mundo financiero a lo largo de la d¨¦cada de los ochenta. Inicialmente la fuerte alza del d¨®lar y de los tipos de inter¨¦s provoc¨® el impago de la deuda exterior de los pa¨ªses en desarrollo y aument¨® la inestabilidad de los mercados cambiarios. La situaci¨®n se ha visto agravada por los cuantiosos excedentes agrarios y de materias primas, en particular el petr¨®leo.Pero la fuente fundamental de especulaci¨®n proviene de la larga duraci¨®n de los desequilibrios comerciales y financieros. En condiciones de d¨¦ficit estructural, el obtener ping¨¹es beneficios en los mercados de cambio depende ¨²nicamente de saber comprar en el momento oportuno y de resistir, sin vender, un tiempo suficientemente largo. De este modo, siempre que se disponga de informaci¨®n institucional actualizada, resulta f¨¢cil asegurar el ¨¦xito de las especulaciones con divisas, apoy¨¢ndose para ello en los mercados a futuros y en el comercio internacional. Adem¨¢s, es casi seguro que se mantendr¨¢ la especulaci¨®n mientras no se tomen las medidas adecuadas para acabar con los desequilibrios estructurales de las balanzas de pagos.
Desgraciadamente, los desajustes estructurales son dif¨ªciles de corregir. Se trata de modificar el sistema fiscal y reducir el gasto p¨²blico, y todo ello en un mundo donde la flotaci¨®n de los tipos de cambio y la movilidad de los capitales suscitan tensiones inflacionarias con inusitada rapidez. De ah¨ª la prudencia y la lentitud de las correspondientes reformas y el temor a los rebrotes inflacionarios en pa¨ªses con inflaci¨®n nula y negativa.
Pero no hay duda de que con todo esto se resienten las inversiones y el comercio, y poco se avanza en la soluci¨®n del impago de la deuda exterior. Por ejemplo, puesto que los d¨¦ficit fiscal y comercial americanos son de tipo estructural, es probable que persista la inestabilidad en los mercados de divisas, a menos que se desarrolle una pol¨ªtica que corrija los desequilibrios estructurales.
Pero es dif¨ªcil pensar que en un a?o electoral se adopten fuertes recortes del gasto p¨²blico y se eleven los tipos impositivos. Lo m¨¢s que se puede esperar es que prosiga el alza moderada de los tipos de inter¨¦s para evitar as¨ª nuevas ca¨ªdas del d¨®lar y el aumento de la inflaci¨®n, en una econom¨ªa ya de por s¨ª recalentada.
De todos modos, es evidente que la existencia de todo tipo de desajustes estructurales en los mercados monetarios y financieros ha echado por tierra las ilusiones suscitadas en su d¨ªa por la entrada en vigor del sistema de flotaci¨®n generalizada de tipos de cambio y de inter¨¦s. De hecho, a lo largo de los ¨²ltimos 15 a?os, el percibir a tiempo los desequilibrios estructurales ha facilitado la formaci¨®n de grandes fortunas, como resultado de haber sabido anticiparse a los dem¨¢s en los mercados cambiarios y burs¨¢tiles.
Esto se debe a que las expectativas llevan a la especulaci¨®n en cuanto se descubre la lentitud e insuficiencia de la pol¨ªtica monetaria y fiscal. Por ejemplo, es bien sabido que en nuestro pa¨ªs el desbordamiento del dinero produce alzas largas y duraderas de los tipos de inter¨¦s, ya que el ¨²nico modo eficaz de controlarlo pasa tambi¨¦n por la elevaci¨®n de los tipos impositivos, lo que a su vez resulta poco aconsejable debido a las repercusiones nefastas sobre el crecimiento y el empleo.
De ah¨ª que en Espa?a tengamos los tipos de inter¨¦s m¨¢s elevados del mundo occidental, a lo que se une la persistencia de unos coeficientes bancarios altos y bien remunerados. En estas condiciones, no hay que extra?arse de los excelentes resultados de los intermediarios financieros y de la entrada masiva de capitales desde el exterior.
Integraci¨®n
El problema posee la suficiente envergadura para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) recomendase el que pas¨¢ramos a formar parte, cuanto antes, del Sistema Monetario Europeo (SME).
En total, hoy d¨ªa se vive con el temor a los movimientos de capitales, en un pa¨ªs que tiene que reducir los aranceles y el proteccionismo comercial si quiere integrarse en los mercados comunitarios. De ah¨ª que se mime a los mercados financieros y se faciliten las fusiones empresariales, ya que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, nadie sabe si la mayor competencia estimular¨¢ o deprimir¨¢ a la econom¨ªa, ya que esto depende del grado de cohesi¨®n industrial y financiera con el resto de Europa.
es economista.
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