S¨ªmbolo de libertad
LOS TESTIMONIOS de simpat¨ªa y solidaridad expresados con ocasi¨®n de 70? aniversario de Nelson Mandela han alcanzado una amplitud con pocos precedentes en la historia. Entre los firmantes de los mensajes enviados a la c¨¢rcel de Pollsmoor figuran jefes de Estado y de Gobierno de todas las ideolog¨ªas, desde el Papa hasta el Rey de Espa?a y a Mijail Gorbachov. Numerosos Gobiernos, y colectivamente la Comunidad Europea en su reuni¨®n de Atenas, han hecho declaraciones pidiendo la puesta en libertad del l¨ªder negro surafricano, que lleva 26 a?os encarcelado y que se ha convertido en el s¨ªmbolo de la voluntad de la mayor¨ªa de su pa¨ªs de poner fin al r¨¦gimen odioso del apartheid y de conquistar el derecho de los no blancos a vivir en su patria con plenos derechos de ciudadan¨ªa.En Londres y en otras ciudades se han desarrollado grandes concentraciones populares, que, en cambio, han sido imposibles en la patria de Mandela por las medidas policiales extraordinarias que decret¨® el Gobierno de Pretoria. Sin embargo, la represi¨®n no ha podido impedir que de diversas formas amplios sectores de la poblaci¨®n, negros y en ciertos casos blancos, como en la universidad de Ciudad del Cabo, hayan demostrado la fuerza que conserva el recuerdo de Mandela en el coraz¨®n de millones de personas.
Un hecho significativo es la publicaci¨®n por primera vez de art¨ªculos en la Prensa adicta al Gobierno cr¨ªticando su actitud en el caso Mandela. El peri¨®dico Bleed, publicado en idioma afrikaner, escribe que si el Gobierno de Botha es capaz de negociar con Angola, no se entiende que no libere a Mandela para poder negociar con la poblaci¨®n negra. Comentarios de ese g¨¦nero indican que la presi¨®n internacional causa ciertos efectos. Lo demostr¨® asimismo el reciente aplazamiento de la ejecuci¨®n de los seis de Sharpeville, debido en gran parte a las movilizaciones que tuvieron lugar en muchos pa¨ªses para exigirlo.
El significado pol¨ªtico de esa inmensa movilizaci¨®n internacional en torno a la figura de Mandela es clar¨ªsimo: condena sin paliativos de la pol¨ªtica del Gobierno de Pretoria. En la actual ¨¦poca de la historia, los ciudadanos de todos los pa¨ªses, por encima de diferencias de raza o creencia, se sienten indignados por el mantenimiento del apartheid. Es un anacronismo que no soportan. Las felicitaciones a Mandela en su cumplea?os han sido demandas apremiantes para que desaparezca el sistema de segregaci¨®n racial. Lo dice claramente el mensaje del Rey de Espa?a cuando expresa el deseo de que Mandela sea liberado y la esperanza de que pueda "proseguir su actividad en condiciones de libertad y democracia". Condiciones que hoy no existen en Sur¨¢frica.
Por otra parte, no es posible soslayar ciertas reflexiones amargas con ocasi¨®n de este aniversario. Al leer el mensaje del secretario del Foreign Office brit¨¢nico, Geoffrey Howe, ?c¨®mo olvidar que el Reino Unido, con su intransigencia, impidi¨® que la Comunidad Europea adoptase sanciones econ¨®micas contra Sur¨¢frica m¨¢s tajantes que las poco eficaces que al final fueron aprobadas? Tampoco es excesivamente brillante el balance del Gobierno espa?ol en este tema. Sobre las importaciones de uranio y de hulla, sobre el volumen de un comercio que sigue siendo sustancial, incluso sobre la venta de armas a Sur¨¢frica por empresas espa?olas, las explicaciones del Gobierno de Gonz¨¢lez no han aclarado las cosas. Cuando el obispo Tutu, premio Nobel de la Paz, visit¨® Espa?a hace unos meses, no pudo por menos que expresar su decepci¨®n por el abismo que suele existir entre declaraciones solidarias y pol¨ªticas pr¨¢cticas, que de hecho benefician al Gobierno surafricano. Parece llegado el momento de poner fin a esa quiebra entre palabras y hechos. En Espa?a y en Europa.
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