Ideolog¨ªa y compromiso en Atlanta
Se dir¨ªa que los dem¨®cratas norteamericanos han perdido la verg¨¹enza que les daba ¨²ltimamente expresar en p¨²blico sentimientos de cierta altura intelectual y moral. Al exclamar en su discurso de aceptaci¨®n ante la convenci¨®n de Atlanta la semana pasada que "el tema central de esta elecci¨®n no es la ideolog¨ªa, sino la competencia", el nuevo candidato dem¨®crata a la presidencia de EE UU, Michael Dukakis, pon¨ªa en realidad el acento de su campa?a precisamente en la saludable ideolog¨ªa que comprenden bien sus compatriotas: es necesario que todos, gobernantes y gobernados, sean competentes, eficaces, trabajadores, para que se recupere el sentido de tierra de promisi¨®n que siempre ha tenido EE UU.En su discurso, Dukakis daba la impresi¨®n de querer recobrar para la presidencia que ¨¦l ganara las im¨¢genes m¨¢s elevadas del gran ideal norteamericano. Daba la sensaci¨®n de querer subir el list¨®n de la pol¨ªtica estadounidense, arranc¨¢ndola del ras de tierra pragm¨¢tico y rampl¨®n en el que la hab¨ªa sumido Ronald Reagan. "Vamos a ganar porque somos el partido que cree en el sue?o americano... Y lo s¨¦, porque, amigos m¨ªos, yo soy un producto d¨¦ ese sue?o y estoy orgulloso,de ello". ?Ha vuelto la nueva frontera kennediana, la imaginaci¨®n a la pol¨ªtica, o se trata meramente de un truco electoralista?
Las plataformas pol¨ªticas que son adoptadas en las convenciones norteamericanas suelen ser una cuidadosa mezcla de elementos, la combinaci¨®n de dos personalidades generalmente opuestas que van a competir por la presidencia y la vicepresidencia. En 1988, el ticket dem¨®crata se compone de un liberal norte?o, Dukakis, y un conservador tejano, Bentsen. En condiciones normales, con ello se habr¨ªa cubierto la totalidad del espectro del voto necesario para ganar. Pero Dukakis era consciente de que en las dos anteriores confrontaciones electorales su partido careci¨® de unidad y de que, por ello muchos de sus seguidores se abstuvieron o votaron al candidato republicano Reagan. En Atlanta ha sido preciso introducir un tercer elemento, reconoci¨¦ndole personalidad propia como fen¨®meno innovador en la historia pol¨ªtica norteamericana: el reverendo Jesse Jackson. Jackson no es fuerza mo deradora, sino radical, y sus ideas m¨¢s ¨¢cidas se reconocen f¨¢cilmente en el nuevo programa dem¨®crata. Pero resulta imprescindible. Trae tras de s¨ª la convicci¨®n (coreada religiosamente por siete millones de votos) de quien ha triunfado cuando todos pensaban que estaba derrotado de antemano; ahora est¨¢ convencido de que pocas cosas se opondr¨¢n a su victoria en el futuro. Son las paradojas del sistema: se reconoce la fuerza de un adversario, se le asigna para la campa?a un .gran papel" de impreciso contenido y, con ello, se le neutraliza. Pero, al tiempo, se sirven sus fines futuros.
Habilidad
En la convenci¨®n, Dukakis se ha comportado con gran habilidad. Por una parte, ha recogido las tradicionales facciones marginales del Partido Dem¨®crata y las ha imbuido del sue?o de victoria: en Atlanta no han sonado las voces discordantes (usuales en anteriores convenciones) de homosexuales, ecologistas, pacifistas. Dukakis las ha subsumido en otras minor¨ªas m¨¢s aceptables, limando, con ello, cuanto tienen de chocante para el gran p¨²blico conservador: las minor¨ªas nacionales. En una generaci¨®n, ha dicho, se deja de ser griego, italiano, alem¨¢n, africano o latino, y se convierte uno en ciudadano de EE UU. Quiere demostrarlo llegando a la Casa Blanca.
Pero se ruega a Dios y, simult¨¢neamente, se da con el mazo. Las opciones radicales podr¨¢n estar presentes, pero, a la hora de buscar a un candidato para la vicepresidencia, Dukakis se ha inclinado por un conservador. Lloyd Bentsen es sure?o y, como tal, deber¨¢ tratar de aportar los votos conservadores meridionales y del medio-oeste que le faltan al se?orito bostoniano. Pero hay m¨¢s. Bentsen es tan conservador como el candidato republicano Bush, con lo que, a lo mejor, tambi¨¦n puede adelantarle por la derecha. Si Dukakis se opone a la pena de muerte, a la guerra de las galaxias, a la producci¨®n de los misiles MX y a la ayuda a la contra nicarag¨¹ense, Bentsen y Bush las apoyan; y mientras Dukakis apoya la existencia de fondos federales para el aborto o el control de armas privadamente utilizadas en EE UU, Bentsen y Bush se oponen a ellos.
En realidad, a partir de ahora, se trata de hablar mucho y desplazarse sigilosamente hacia la derecha. El votante norteamericano medio es conservador. Y lo que har¨¢ que un candidato llegue a la Casa Blanca no son las opciones progresivas de la pol¨ªtica exterior (que no interesan lo m¨¢s m¨ªnimo), sino la garant¨ªa de que se cumplir¨¢ el sue?o de riqueza y armon¨ªa que ambicionan los norteamericanos para el interior. ?Ganar¨¢ Dukakis en noviembre? En este momento, los sondeos de opini¨®n le son favorables. Pero queda mucho tiempo por delante. Y George Bush, vicepresidente de EE UU, candidato del establishment, ni siquiera ha empezado en serio su campa?a.
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