Malas compa?¨ªas
EL PROCESAMIENTO del vicepresidente de la Xunta de Galicia, Xos¨¦ Luis Barreiro, a?ade un serio factor de inestabilidad a un Gobierno aut¨®nomo de coalici¨®n nacido tras una sucesi¨®n de acontecimientos te?idos con los peores vicios de la pol¨ªtica mal entendida: la componenda, el oportunismo, el transfuguismo y el tr¨¢fico de votos.Los indicios que han llevado a la Audiencia Territorial de Galicia a dictar el procesamiento del pol¨ªtico gallego nada tienen que ver con aspectos de su vida privada. Se refieren al ejercicio de sus funciones en el marco de sus responsabilidades p¨²blicas y apuntan a la comisi¨®n de vergonzosas pr¨¢cticas pol¨ªticas: el cohecho y la prevaricaci¨®n.
Los hechos que se le imputan a Xos¨¦ Luis Barreiro no son tan singulares en nuestros d¨ªas. La concesi¨®n por la buenas de una loter¨ªa instant¨¢nea a una sociedad que ni siquiera estaba constituida legalmente forma parte del elenco de dudosas actuaciones que han alimentado en estos a?os la sospecha de existencia de tr¨¢fico de influencias en la actividad pol¨ªtica. La Galicia de los a?os de gobierno de Alianza Popular no ha estado ni mucho menos exenta de tales pr¨¢cticas corruptas. La reiteraci¨®n de adjudicaciones directas de obras p¨²blicas por los dirigentes aliancistas de la Xunta a determinadas empresas por cientos de millones de pesetas o la inversi¨®n de dinero p¨²blico destinado al fomento del empleo en la creaci¨®n de saunas y peluquer¨ªas han sido irregularidades que las propias autoridades de la Xunta decidieron en su d¨ªa investigar. El hecho de que, de toda esa mara?a de corrupci¨®n, s¨®lo haya llegado al cono cimiento de los tribunales una determinada cosa puede parecer sospechoso, pero en nada disminuye la gravedad de los hechos que se imputan al actual vicepresidente. Y el que el despecho y la venganza sean f¨¢cilmente detectables en la denuncia formulada contra Barreiro por sus antiguos correligionario s tampoco resta importancia a la resoluci¨®n judicial adoptada contra el pol¨ªtico gallego.
Las consecuencias de la situaci¨®n creada afectan, en primer t¨¦rmino, al propio Barreiro. Seguir, como si nada hubiera ocurrido, ejerciendo la vicepresidencia de la Xunta de Galicia no contribuir¨ªa a realzar el prestigio de una instituci¨®n auton¨®mica tan necesitada de ¨¦l.
Pero el caso afecta tambi¨¦n, y muy directamente, a sus compa?eros de coalici¨®n, los socialistas gallegos, que no dudaron en buscar una alianza m¨¢s que dudosa con los pr¨®fugos de otro partido con el objeto de desplazar del Gobierno aut¨®nomo al grupo pol¨ªtico m¨¢s votado de la regi¨®n. El presidente de la Xunta, Fernando Gonz¨¢lez Laxe, sali¨® por peteneras, en un principio, asegurando que se trataba de un asunto relacionado con "hechos del pasado", y le atribuy¨® una dimensi¨®n exclusivamente judicial. Ahora trata de que su vicepresidente presente la dimisi¨®n sin que ello produzca una grave crisis pol¨ªtica en Galicia. Pero fue ¨¦l quien acept¨® nombrar como segundo de su Gobierno a un pol¨ªtico cuya reputaci¨®n ya estaba en entredicho por su actuaci¨®n en el Gobierno anterior y sobre quien pesaba una querella criminal con claros indicios de prosperar, por mucho que esa querella hubiese sido presentada por sus antiguos correligionarios aliancistas en el contexto de la crisis pol¨ªtica que les cost¨® el poder.
Los socialistas fueron los paladines justicieros de la lucha contra la corrupci¨®n del Gobierno conservador cuando se encontraban en la oposici¨®n, pero no dudaron en pactar con uno de los sospechosos de esa corrupci¨®n cuando quisieron subirse al caballo del poder. Ahora tratan de forzar la dimisi¨®n de Barreiro para salvar la honorabilidad del Ejecutivo que presiden, pero necesitan los cuatro votos de Coalici¨®n Gallega para mantener la mayor¨ªa en el Parlamento aut¨®nomo. En el pecado llevan la penitencia.
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