'Western' genuino

Dentro de la mitolog¨ªa del western, los personajes de Wyatt Earp y Doc Holliday aparecen poco menos que indispensables.John Ford, aparte del ba?o nost¨¢lgico a que los someti¨® en El gran combate, hizo de ellos -de Henry Fonda y Victor Mature, exactamente- personajes inolvidables en Pasi¨®n de los fuertes, una de las cimas del g¨¦nero.

Por supuesto, nadie pod¨ªa superar el list¨®n implantado por Ford, y es de suponer que ni Frank Perry ni John Sturges lo intentaron.

El primero ofreci¨® una lectura de los personajes y su c¨¦lebre pelea en O.K. Corral con la familia Clanton, en una ¨¦poca propicia a la desmitificaci¨®n, es, cuando menos, un western at¨ªpico, r¨ªgido, reflexivo y nada despreciable.

Sturges, cineasta m¨¢s inclinado al clasicismo, abord¨® dos veces el t¨¢ndem, en Duelo de titanes y en La hora de las pistolas.

Y precisamente por motivos de clasicismo la primera ha quedado con mayor aura hist¨®rica que la segunda. Realizada a finales de los cincuenta, cuando el g¨¦nero ped¨ªa a gritos una.renovaci¨®n est¨¦tica y ¨¦tica -Sam Peckinpah saltaba al ruedo por esas fechas-, Duelo de titanes sigue conservando la solidez t¨ªpica de los grandes momentos del Oeste.

No hay en ella, eso es cierto, como no ha habido nunca en el cine de Sturges, el lirismo desbordante que supieron insufiarle al western sus grandes maestros.

Al servicio de los actores

Por decirlo de otra manera, la pel¨ªcula, contextualizada en su ¨¦poca, no pasa de ser un filme rutinario en su g¨¦nero, un filme bien construido, excelentemente dialogado y puesto al servicio de un reparto -con Burt Lanc¨¢ster y Kirk Douglas al frente- ducho en la materia, una serie de actores capaces de llevar el rev¨®lver con la autoridad requerida -algo que hoy est¨¢ por ver si resistir¨ªan los nombres punteros del star system-.

Lo que sucede es que el tiempo le ha otorgado una p¨¢tina suplementaria de calidad, ll¨¢mese nostalgia o evocaci¨®n.

Le pasa a la pr¨¢ctica mayor¨ªa de t¨ªtulos de Sturges -El ¨²ltimo tren de Gun Hill o Los siete magn¨ªficos-, como le pasa al Henry Hathaway de Los cuatro hijos de Katie Elder, El p¨®ker de la muerte o Nevada Smith, o al Howard Hawks de El dorado y R¨ªo Lobo, que, por fuerza han de considearse las ¨²ltimas obras maestras del g¨¦nero, un punto final definitivo.

Se?alemos, para finalizar, que la versi¨®n de Sturges potencia el protagonismo psicol¨®gico de Holliday -Douglas-, a quien presenta como v¨ªctima de los tiempos, un ser jugador, bebedor, tuberculoso y decadente, siempre a la espera de la bala definitiva.

En cualquier caso, no est¨¢n las carteleras actuales -no digamos ya el western en s¨ª, m¨¢s muerto que Marco Antonio- como para despreciar una lecci¨®n de clasicismo como Duelo de titanes.

El resto de la programaci¨®n tiene sin duda menor inter¨¦s.

Dentro del homenaje-ciclo a Jos¨¦ Luis Ozores, La gran mentira, un drama de Rafael Gil escrito por Vicente Escriv¨¢ y francamente plomizo.

Por lo que hace a Malabrigo, se trata de una desconocida producci¨®n peruana dirigida por Alberto Dur¨¢n en 1986.

Por otra parte, Espejismo de amor nos devuelve la voz original de Ginger Rogers en una pel¨ªcula de Sam Wood muy bien escrita por Dalton Trumbo y Donald Ogden Stewart.