Harry Kupfer: "La obra de Wagner sobrevive porque se relaciona con los actuales mitos culturales"
El director esc¨¦nico de 'El anillo del nibelungo' de Bayreuth, satisfecho de la reacci¨®n del p¨²blico
"La obra de Wagner sobrevive porque es capaz de relacionarse con el cine de Spielberg, la industria de Hollywood y en general con todos los mitos que configuran la cultura contempor¨¢nea", afirma Harry Kupfer, cuyo nuevo montaje de El anillo del nibelungo est¨¢ teniendo, hasta el momento, una excelente acogida entre el siempre dif¨ªcil p¨²blico que acude en verano al templo de Bayreuth. Para este berlin¨¦s del Este, de 53 a?os, dirigir la puesta en escena de la tetralog¨ªa en la verde colina representa la culminaci¨®n de una larga trayectoria wagneriana.
Su primer montaje oper¨ªstico se remonta a 1958, cuando contaba 23 a?os: fue Rusalka, de Anton¨ªn Dvor¨¢k. Apenas tres a?os m¨¢s tarde har¨ªa frente a su primer t¨ªtulo wagneriano, El holand¨¦s errante. Desde entonces, Wagner constituir¨ªa una presencia constante en su trayectoria.Pero el repertorio de Kupfer, que desde 1981 dirige la Opera C¨®mica de Berl¨ªn, no se limita al siglo XIX: va desde Haendel y Mozart hasta autores contempor¨¢neos, pasando por Strauss, Puccini, Debussy y Jan¨¢cek. Una de sus ¨²ltimas producciones con mayor resonancia internacional ha sido La m¨¢scara negra, de Penderecki, estrenada en el festival de Salzburgo de hace dos a?os.
Kupfer asegura no sentirse tentado por el cine, la televisi¨®n o el teatro dram¨¢tico. Lo suyo es, desde siempre, la direcci¨®n esc¨¦nica de teatro musical, por muchas referencias cinematogr¨¢ficas -tal es el caso de este Anillo- que puedan contener sus propuestas: "Me gusta mucho el cine", dice, "pero como mero espectador. Por el contrario, el teatro que se hace hoy en d¨ªa suele aburrirme. Del cine y la televisi¨®n me llegan muchas sugerencias que luego puedo o no utilizar. Lo que realmente cuenta es mantener unas relaciones abiertas con mi propio tiempo. Por eso hago teatro".
Antes de que Wolfgang Wagner le ofreciera realizar la tetralog¨ªa en Bayreuth, Kupfer hab¨ªa recibido propuestas en este mismo sentido desde Berl¨ªn, Viena y algo m¨¢s tarde tambi¨¦n desde Amsterdam, "pero en el momento en que acept¨¦ la propuesta de Bayreuth decid¨ª hacer t¨¢bula rasa de todas mis ideas anteriores sobre el montaje", asegura. "Mi primer esbozo para Viena se hallaba muy pr¨®ximo a la concepci¨®n de Patrice Ch¨¦rau: como ¨¦l, yo tambi¨¦n pensaba en situar la acci¨®n en el siglo XIX. Pero luego decid¨ª hacer algo radicalmente nuevo".
Kupfer no se esconde a la hora de citar a sus padres espirituales: Ch¨¦rau, por un lado; Wieland Wagner, a quien conoci¨® en su ¨¦poca de estudiante, por el otro: "De ¨¦l aprend¨ª especialmente a concentrarme en las personalidades de la gente que act¨²a", dice. "Si hoy se considera pasado de moda sobrecargar la escena con decorados y efectos in¨²tiles y en cambio se valora m¨¢s en profundidad el trabajo de las personas, en buena medida se debe a los nuevos puntos de vista introducidos por Wieland Wagner".
Iluminaci¨®n
La iluminaci¨®n, matizada en extremo en esta producci¨®n, se intuye como otro de los grandes legados que Kupfer recibe del nieto de Wagner, desaparecido en 1966. "La luz permite mantener una relaci¨®n directa y m¨¢gica con las din¨¢micas y los ritmos de la m¨²sica", manifiesta. "Wieland Wagner fue el primero que comprendi¨® este extremo y gracias a ello pudo permitirse vaciar el escenario. Hab¨ªa encontrado una materia extremadamente d¨²ctil e interesante para llenarlo".
Harry Kupfer considera que la dial¨¦ctica entre naturalismo y simbolismo, tan debatida cuando las puestas en escena de Wieland Wagner escandalizaban al mundo entero, se halla hoy en d¨ªa completamente superada. "Los significados que emanan de una puesta en escena est¨¢n obligados a adaptarse uno por uno a las situaciones dictadas por la obra", dice. "Lo que yo pretendo es que mi producci¨®n del Anillo, utilice los medios que utilice, llegue a constituirse en un mito plenamente actual. La tetralog¨ªa es toda ella una gran par¨¢bola del pasado, el presente y el futuro. Para que esto llegue a ser comprendido por el p¨²blico necesito im¨¢genes modernas, capaces de dar nueva vida al mito antiguo".
Uno de los recursos que Kupfer utiliza para ello consiste en dotar a los cantantes-actores de una gestualidad teatral que nada tiene que ver con la cl¨¢sica gestualidad oper¨ªstica. Wotan y Brunhilda, por ejemplo, se acarician y abrazan con la misma efusividad que una pareja de quincea?eros a la salida de una hamburgueser¨ªa.
Babelia
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