?El fin de la era Reagan?
Al t¨¦rmino de la convenci¨®n del Partido Dem¨®crata norteamericano celebrada en Atlanta, el candidato presidencial de este partido, Michael Dukakis, anunci¨® que su previsible triunfo en las elecciones a la presidencia supondr¨¢ el fin de la era Reagan.?Qu¨¦ significa esto? Evidentemente, no puede significar s¨®lo que el actual presidente de Estados Unidos dejar¨¢ de serlo, porque esto ya est¨¢ resuelto por imperativo constitucional. Terminar con la era Reagan es. algo mucho m¨¢s complejo y delicado, porque quiere decir acabar con un modelo pol¨ªtico y econ¨®mico que ha marcado de manera muy profunda no s¨®lo a la sociedad norteamericana, sino tambi¨¦n a todos los pa¨ªses de su ¨¢rea de influencia y dominaci¨®n, tanto del mundo desarrollado como del subdesarrollado.
Dos ex secretarios de Estado norteamericanos tan influyentes como Henry Kissinger y Cyrus Vance planteaban el problema de manera muy cruda en un resonante art¨ªculo conjunto, hace algunas semanas. A su vez, el actual secretario de Estado, George Shultz, en el curso de su reciente viaje por diversos pa¨ªses del Pac¨ªfico, explicaba, a la defensiva, que no es cierto que Estados Unidos est¨¦ cerca del declive. Comentando este viaje y estas declaraciones, la revista Newsweek escrib¨ªa que la ¨²ltima moda intelectual es ciertamente la teor¨ªa del supuesto declive del poder norteamericano y tras recoger diversos testimonios de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y los pa¨ªses del ¨¢rea del Pac¨ªfico -tensiones que atribu¨ªa no tanto al descenso del poder norteamericano como al auge de los dem¨¢s pa¨ªses- llegaba a la conclusi¨®n de que "... Estados Unidos est¨¢. aprendiendo que ya no puede marcar siempre el comp¨¢s".
El fondo del problema es que la Administraci¨®n Reagan ha convertido a Estados Unidos en un pa¨ªs con un tremendo d¨¦ficit comercial y la mayor deuda externa del mundo, que compromete m¨¢s y m¨¢s sus recursos en empresas militares y que vive por encima de sus posibilidades gracias a la aportaci¨®n de capitales de sus aliados desarrollados y a la ruina de los pa¨ªses subdesarrollados. Es un sistema que tiene sus or¨ªgenes en el sistema financiero internacional impuesto despu¨¦s de la II Guerra Mundial, cuando Estados Unidos era el ¨²nico pa¨ªs que sal¨ªa indemne de la cat¨¢strofe y ten¨ªa, adem¨¢s, el monopolio del arma absoluta, la bomba at¨®mica.
Con la Administraci¨®n Reagan el sistema se ha mantenido, pero en su ¨²ltima etapa han empezado a manifestarse los l¨ªmites del mismo y han surgido los primeros problemas de fondo. Entre ¨¦stos, el principal es que el reaganismo como sistema se ha empe?ado hasta el final en mantener el sistema bipolar surgido de la II Guerra Mundial en un mundo que ha cambiado profundamente y que cuando ha reaccionado lo ha hecho a la defensiva, sin llevar la iniciativa. Por eso terminar con la era Reagan, como anuncia el candidato dem¨®crata Michael Dukakis, significa abrir un proceso de revisiones y cambios muy importantes en el interior de Estados Unidos y a nivel mundial. Significa adaptarse a un mundo en el que los pa¨ªses hasta hace poco tutelados por Estados Unidos en la cuenca del Pac¨ªfico empiezan a contar en la econom¨ªa mundial con su propio peso; en el que China puede convertirse en una potencia decisiva en los pr¨®ximos 50 a?os; en el que Europa dejar¨¢ de ser un continente dividido y frenado por la escisi¨®n en dos bloques cerrados y antag¨®nicos y ser¨¢ otro gran foco de desarrollo y de expansi¨®n; en el que Jap¨®n es ya la principal amenaza econ¨®mica para Europa y el propio Estados Unidos; en el que los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina van a arreciar la lucha por la unidad contra el subdesarrollo y la deuda externa, condici¨®n indispensable para un desarrollo propio que puede ser important¨ªsimo; en el que los pa¨ªses isl¨¢micos van a convertirse en un foco pol¨ªtico e ideol¨®gico de alcance mundial, etc¨¦tera. En ese contexto, los nuevos gobernantes norteamericanos deber¨¢n redefinir sus estrategias y, de hecho, redefinir sus alianzas. En definitiva, el famoso Irangate, ?qu¨¦ es sino la demostraci¨®n de que Estados Unidos por s¨ª solo ya no puede enfrentarse a la antigua manera con los nuevos focos de poder y de conflicto que aparecen en todos los continentes?
Los propios acuerdos militares con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, impulsados principalmente por el dinamismo de la nueva pol¨ªtica exterior de Gorbachov, son de hecho la aceptaci¨®n de que el mundo actual y, sobre todo, el futuro ya no pueden fincionar con la l¨®gica bipolar que ha imperado hasta ahora. La Uni¨®n Sovi¨¦tica ha empezado un dificil¨ªsimo proceso de adaptaci¨®n a las nuevas realidades del mundo, que pasa no s¨®lo por superar la rigidez y la falta de compet¨ªtividad de su propio sistema, sino tambi¨¦n por la redefinici¨®n de su papel como potencia alternativa a Estados Unidos. Cualquiera que sea la opini¨®n que uno tenga sobre el contenido y sobre las posibilidades de ¨¦xito de la perestroika sovi¨¦tica, lo cierto es que una parte de esta pol¨ªtica de reforma y adaptaci¨®n de la URSS pasa por resolver los focos de conflicto que la enfrentan directamente a Estados Unidos y que eran resultado de la concepci¨®n bipolar del mundo.
Por consiguiente, la alternativa con que se enfrenta Estados Unidos es si va a seguir empe?ado en esta l¨®gica bipolar, aumentando sus gastos militares, su d¨¦ficit comercial y su deuda externa, aspirando recursos de los dem¨¢s pa¨ªses desarrollados y arruinando a los subdesarrollados, o van a modificar de ra¨ªz esta orientaci¨®n. La propia convenci¨®n de Atlanta, con la elecci¨®n de un senador tan conservador como Lloyd Bentsen como vicepresidente y la alianza con un l¨ªder radical como Jesse Jackson parecen demostrar que los dem¨®cratas saben que en un pa¨ªs tan marcado por el reaganismo las reformas -sobre todo si han de ser importantes- requerir¨¢n muchos compromisos y muchos consensos a ambos lados del espectro pol¨ªtico. Pero es de suponer que tambi¨¦n saben que la alternativa es la que es y que quedarse a medias tintas es condenarse al fracaso: o terminan de verdad con la era Reagan o la era Reagan terminar¨¢ con ellos, sin generar a corto plazo ninguna otra alternativa.
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