A la muerte de Carlos Lerena
Perd¨®name, Carlos, por la urgencia y la improvisaci¨®n de estas l¨ªneas, pero a veces, y hoy sobre todo, el dolor y la pena no pueden esperar. Ni siquiera tengo ante m¨ª ninguno de tus libros. No habr¨¢, pues, orden ni concierto en lo que escribo. S¨®lo la emoci¨®n tensa e intensa de haberte perdido para siempre.La noticia me lleg¨® como un rayo a Covarrubias, en Aranda de Duero, Carlos Lerena Aleson, de 47 a?os, una de las mentes m¨¢s l¨²cidas de la sociolog¨ªa espa?ola, dejaba de pensar, consumida por las llamas. Una v¨ªctima m¨¢s de los choques entre b¨®lidos que circulan por nuestras rutas medievales... ?Estamos acaso asistiendo a uno de los fen¨®menos caracter¨ªsticos del a?o 2000? ?O se trata m¨¢s bien de una reedici¨®n de los misterios del a?o l000? Estoy seguro que t¨² mismo te har¨ªas estas preguntas.
Lo quiso el destino. Parece un t¨®pico, pero es cierto. No fue posible nuestro encuentro en Berceo, en tu Berceo, en un d¨ªa de horr¨ªsonas tormentas y de claros presagios. Y te has muerto en Aranda, muy cerca del escenario de algunas de tus mejores p¨¢ginas, de aquel mundo que t¨² conoc¨ªas tan bien.
Santo Domingo de la Calzada, San Mill¨¢n de la Cogolla, Berceo. Tu tri¨¢ngulo. El an¨¢lisis preciso y precioso de los albores de nuestra cultura en el camino de Santiago. Los "vi?iosos prados" de Gonzalo de Berceo, el primero de nuestros intelectuales, como dir¨ªa Le Goff, cuya proyecci¨®n social nadie ha visto tan profundarnente como t¨².
Tengo todav¨ªa vivo el recuerdo de tu primer libro: una novedad deslumbrante. All¨ª se nos ofrec¨ªa un aguafuerte de la escuela, la ideolog¨ªa y las clases sociales en Espa?a. El primer an¨¢lisis sociol¨®gico serio y casi brutal de algunos de los aparatos ideol¨®gicos del Estado espa?ol contempor¨¢neo. Despu¨¦s vendr¨ªan tus espl¨¦ndidos trabajos sobre la estructura profunda del sistema educativo espa?ol actual, sobre la Ilustraci¨®n europea, sobre el idealismo alem¨¢n..., p¨¢ginas cargadas de intenci¨®n y de iron¨ªa. Una tarea la tuya de desmitificaci¨®n continua. La sociolog¨ªa hist¨®rica espa?ola pierde contigo un baluarte.
Desde aqu¨ª, en uno de los v¨¦rtices del otro tri¨¢ngulo, el del nacimiento de la oraci¨®n silente, el del nacimiento de la lengua castellana (Covarrubias, Burgos, San Pedro de Carde?a, como dec¨ªa Men¨¦ndez Pidal), te digo adi¨®s. Te has ido, pero nos queda tu obra, tu recuerdo y tu memoria.
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